/ domingo 1 de noviembre de 2020

Paco Ignacio Taibo II, en defensa de la lectura

La juventud mexicana está reviviendo y está pensando críticamente; dice el autor que acaba de publicar Sabemos cómo vamos a morir

Es quizá el mayor promotor de los libros en nuestro país. Paco Ignacio Taibo II, junto a su esposa Paloma y su hija Marina, ha sembrado a lo largo de los años un bosque entero de lectores que le otorgan a nuestra república un respiro de esperanza contra la desinformación. Un escritor que ha generado espacios capaces de brindar un momento de lucidez cultural a un tejido social que por generaciones ha sido dañado por tantas promesas incumplidas.

Nacido en Gijón, España, el autor de libros como Cuatro manos, Retornamos como sombras, Patria y Cuentos incompletos, le ha demostrado a todos ser tan mexicano como un plato de mole; un mole que invariablemente manchará las páginas de los libros que lee mientras desayuna.


Conocido por su clásico mostacho, su cajetilla de tabaco en una mano y la lata de refresco de cola en la otra, Paco IgnacioTaibo II se muestra como un escritor polémico sin culpas, un ateo declarado sin más pecado que los errores humanos, y un crítico de la derecha sin temor a señalar las injusticias que han hecho de esta nación un lugar donde nacer y sobrevivir se ha convertido en una hazaña digna de los 300 guerreros espartanos.

“Todos para uno y uno para todos” es su lema y “Me ilumino de inmenso” de Ungaretti, su mantra... el México pasado, presente y futuro, su hogar.

▶️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

Ha sido recipiente de reconocimientos internacionales como el Premio Francés 813 a la Mejor Novela Negra Extranjera, el Bancarella de Italia al Libro del Año, el Premio Nacional de Historia Francisco Javier Clavijero y en tres ocasiones el Dashiell Hammett a la Mejor Novela Policiaca.

Recientemente Grupo Planeta ha reeditado la colección de novelas del detective Héctor Belascoarán Shayne, su personaje más entrañable, y ha lanzado su nueva obra Sabemos cómo vamos a morir; una crónica sobre la resistencia y el levantamiento del Gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente dirige el Fondo de Cultura Económica y es fundador del proyecto cultural de fomento a la lectura Para Leer en Libertad.

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-Además del icónico bigote, te has dejado crecer la barba.

Sí. Traigo uniforme de Covid: Enciérrate en tu casa.

-Hablando de la pandemia; además del botín de tabaco y de refrescos de cola para sobrellevarla, ¿qué estás leyendo estos días?

-Estoy leyendo una novela de Philip José Farmer sobre Tarzán, que escribió con permiso de los herederos de Edgar Rice Burroughs. José Farmer fue un novelista norteamericano de ciencia ficción.

-El sello Joaquín Mortiz sigue manteniendo con vida al detective Héctor Belascoarán. ¿Qué se siente estar tan presente en la vida de los lectores con un personaje tan entrañable de regreso en las librerías?

-Pues estuvo muy agradable de repente ver que llega, gracias a esto, a una nueva generación de lectores.

-Es quizá el detective ficticio más reconocido en la literatura mexicana. ¿Cuál sería la característica de Paco Ignacio Taibo II como alter ego en Héctor Belascoarán?

-¡Ah caray! Lo que pasa es que nunca me pensé como alter ego de Belascoarán. Para poder escribir como un personaje así necesitaba la tercera persona y una cierta distancia. Más bien me pensé como alter ego del Jefe Fierro, que tiene muchas más cosas personales que yo le heredé. Con Belascoarán necesitaba una cierta distancia. De lo contrario no me salían las novelas.

-¿Cuál sería el consejo más sabio que Héctor Belascoarán le daría a Paco Ignacio Taibo II?

-¡Jajajaja! Belascoarán no da consejos colega. A nadie.

-Bueno, quizá entonces la frase más célebre...

-Me diría como dijo el descuartizador, ‘vamos por partes’.

-¿Sigues albureando al merenguero de la escuela?

-Sí. Pero ese ya murió. Llegó su hijo y ahora está su nieto. Entonces cuando paso por San Cosme y veo al nieto, pues de todas maneras lo albureo.

-Regresas a librerías también con una nueva obra sobre el Gueto de Varsovia. ¿Cuánto tiempo tardó en cocinarse esta crónica?

-Mira, desde que encontré el hilo de la historia pasaron ocho años. Estuve recabando y recabando, tomando notas y jalando material. Cuando empezó la pandemia yo ya tenía el libro prácticamente listo. Sólo era cosa de en las noches pandémicas redactarlo. Lo escribí relativamente rápido. La investigación tomaba mucho tiempo porque la historia dispersa había que agarrarla por veinte lados; había que agarrar la historia de los campos de concentración, la historia de cómo se hizo el gueto de los nazis, la de la policía judía, la de de las locuras administrativas, la del hambre, la del surgimiento de esta generación, la de un par de centenares de jóvenes, hombres y mujeres, socialistas judíos que se comprometieron a la lucha a muerte contra el nazismo, la historia en sí misma de la insurrección del gueto. Entonces era una historia con materiales muy dispersos que me tomó mucho tiempo armar y no mucho tiempo en redactar. Una vez que decidí cómo debería ser la redacción, cómo debía estar concentrada en estos personajes y cómo dar continuos toques que les dieran contexto, fue relativamente rápido.

-Eres una persona muy dulce, pero la misma dulzura que puede caracterizarte como narrador se contrapone con la crudeza con la que describes ciertos escenarios en muchos de tus libros. ¿En esta ocasión sentiste la adrenalina y el coraje de estos protagonistas?

- ¡Sí! Y no sólo eso, muchas veces a lo largo de estas noches escribiendo el libro se me salían las lágrimas. Tenía que respirar, descansar, porque el horror del nazismo es horror en términos superlativos.

-Comúnmente se te quiebra la voz en las conferencias y presentaciones cuando hablas de Benito Juárez o narras escenas heroicas. ¿Al escribir todos estos hechos sentiste la presencia de Mordejái Anilevich (el líder de la rebelión en el gueto)?

-Sí. Y es curioso porque hay apenas dos fotos de él para imaginarme cómo era. Cuando reconstruyo su juventud y cuando reconstruyo a los scouts judíos y las condiciones de represión permanente y de racismo, es muy conmovedor el personaje.

-Hay quienes aún a estas alturas niegan la existencia histórica del Holocausto.

-Bueno, hay imbéciles a lo largo de todo el planeta. Pero hay imbéciles con razones y motivos. Negar el Holocausto es poder lavarle el rostro al fascismo. Al fascismo no se le puede lavar el rostro; es la mirada del horror.

-¿En México sabemos cómo vamos a morir?

-No lo sabemos y no estamos en situaciones límites. Ni siquiera en medio de la pandemia hay una situación límite generalizada. Lo que sí sabemos es que toda historia, la nuestra, la propia, la de nuestros abuelitos y muchas que no hemos vivido y las cuales están sometidas a kilómetros de distancia y geografías, son también nuestras historias.

-¿Cómo ves a la juventud mexicana actual ante las adversidades?

-Pues está reviviendo, y está pensando críticamente. Yo creo que avanza. Por lo menos grandes sectores de ella están construyendo un pensamiento crítico y esto es muy positivo.

-Has dicho en varias ocasiones que Dios existe y es de izquierda.

-No es que es, es que a veces parece, que es diferente, ¡jajaja!

-¿Cuándo fue la última vez que charlaste con Papá Taibo?

-¡Uja! Ve tú a saber. Supongo que cuando hacíamos paseos rumbo al jardín de los patos en el Parque España. Él iba en una silla de ruedas y yo lo iba jalando. Llevaba una bolsa de pan para practicar el tiro al pato con los pedacitos de pan.

-Y en las noches, ¿dialogas con él?

-A veces sí. A veces converso con papá. Y es una presencia benévola en mi vida. Siempre lo ha sido. Siempre lo fue.

-¿Te sigues diciendo frente al espejo “Me ilumino de inmenso” cada mañana?

-Es el mantra mañanero. Tengo ese y tengo otros. Ya traigo reuniendo una colección de mantras para sobrevivir las mañanas.

-¿Cómo va México en la 4T?

-Yo creo que a pesar de los pesares y la terrible coincidencia que en pleno despliegue del proyecto de la cuarta le haya caído el Covid encima, no va mal. Ha resistido. Y ha resistido la crisis económica. Lo sabremos muy pronto porque resistir es vencer, compadre.

-¿Cómo son tus momentos de lectura?

-Leo de dos maneras; cuando estoy leyendo por trabajo, leo en mi despacho ubicado aquí en la casa y leo básicamente en computadora. Cuando leo por placer, leo de noche y acostado. Rompo esta diferencia entre leer por trabajo y leer por placer, porque la lectura por placer para mí es muy importante conservarla y mantenerla. Y me gusta que sea en papel.

-¿Te costó adaptarte a las nuevas tecnologías para seguir con este hábito?

-No, no. Para nada. Me importa un bledo el formato. Que sea en digital o que sea en papel o que sea en papel de baño o que sea libro narrado. Lo importante es el libro y no el formato que tiene. Lo importante es que se adapte a los tiempos que estamos viviendo.

-¿A qué sabe la lectura?

-Depende. Hay libros que saben a camote, compadre. Hay otros que saben a jugo de piña. Yo soy un tragón como bien sabes, y si no lo sabes estoy dispuesto a confesarlo. Soy un comedor feliz como todos aquellos cultivados en una familia española de tragones. Son momentos diferentes porque el momento de la lectura no es un momento de sabores, sino de ensoñaciones, de meterte en el libro, de vivir dentro del libro. Me pasa muy frecuentemente que estoy escribiendo algo en la noche y paso sin transición de la lectura al sueño. ¿Y sabes qué hago? Sigo escribiendo. Claro, el problema es cuando despierto y trato de recordar qué le añadí, mano, ¡jajaja!

-Me imagino que sigues manchando tus libros de chorizo por las mañanas.

-Sí. Yo no soy bibliófilo. Soy acomodador de novelas que están llenas de dobleces en las esquinas de las hojas y de manchas de lo que voy comiendo. Es un desastre.

-No es ningún secreto para ti que mucha gente te considera un comunista extremo y de izquierda radical. Te quiero compartir algo que hace que muchas personas te apreciemos, y mira que yo soy de centro-izquierda. Tú has dicho en conferencias...

-¡Oye! Todo el mundo tiene defectos. No tienes porque disculparte ¡jajaja!

-¡Jajaja! Has dicho en varias conferencias “el día que le nieguen la entrada a una señora a una Iglesia, marcharé por su libertad de culto. El día que un ateo sea perseguido, voy a marchar por sus garantías individuales”. ¿Lo sostienes?

- Sigo en lo dicho.



Es quizá el mayor promotor de los libros en nuestro país. Paco Ignacio Taibo II, junto a su esposa Paloma y su hija Marina, ha sembrado a lo largo de los años un bosque entero de lectores que le otorgan a nuestra república un respiro de esperanza contra la desinformación. Un escritor que ha generado espacios capaces de brindar un momento de lucidez cultural a un tejido social que por generaciones ha sido dañado por tantas promesas incumplidas.

Nacido en Gijón, España, el autor de libros como Cuatro manos, Retornamos como sombras, Patria y Cuentos incompletos, le ha demostrado a todos ser tan mexicano como un plato de mole; un mole que invariablemente manchará las páginas de los libros que lee mientras desayuna.


Conocido por su clásico mostacho, su cajetilla de tabaco en una mano y la lata de refresco de cola en la otra, Paco IgnacioTaibo II se muestra como un escritor polémico sin culpas, un ateo declarado sin más pecado que los errores humanos, y un crítico de la derecha sin temor a señalar las injusticias que han hecho de esta nación un lugar donde nacer y sobrevivir se ha convertido en una hazaña digna de los 300 guerreros espartanos.

“Todos para uno y uno para todos” es su lema y “Me ilumino de inmenso” de Ungaretti, su mantra... el México pasado, presente y futuro, su hogar.

▶️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

Ha sido recipiente de reconocimientos internacionales como el Premio Francés 813 a la Mejor Novela Negra Extranjera, el Bancarella de Italia al Libro del Año, el Premio Nacional de Historia Francisco Javier Clavijero y en tres ocasiones el Dashiell Hammett a la Mejor Novela Policiaca.

Recientemente Grupo Planeta ha reeditado la colección de novelas del detective Héctor Belascoarán Shayne, su personaje más entrañable, y ha lanzado su nueva obra Sabemos cómo vamos a morir; una crónica sobre la resistencia y el levantamiento del Gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente dirige el Fondo de Cultura Económica y es fundador del proyecto cultural de fomento a la lectura Para Leer en Libertad.

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-Además del icónico bigote, te has dejado crecer la barba.

Sí. Traigo uniforme de Covid: Enciérrate en tu casa.

-Hablando de la pandemia; además del botín de tabaco y de refrescos de cola para sobrellevarla, ¿qué estás leyendo estos días?

-Estoy leyendo una novela de Philip José Farmer sobre Tarzán, que escribió con permiso de los herederos de Edgar Rice Burroughs. José Farmer fue un novelista norteamericano de ciencia ficción.

-El sello Joaquín Mortiz sigue manteniendo con vida al detective Héctor Belascoarán. ¿Qué se siente estar tan presente en la vida de los lectores con un personaje tan entrañable de regreso en las librerías?

-Pues estuvo muy agradable de repente ver que llega, gracias a esto, a una nueva generación de lectores.

-Es quizá el detective ficticio más reconocido en la literatura mexicana. ¿Cuál sería la característica de Paco Ignacio Taibo II como alter ego en Héctor Belascoarán?

-¡Ah caray! Lo que pasa es que nunca me pensé como alter ego de Belascoarán. Para poder escribir como un personaje así necesitaba la tercera persona y una cierta distancia. Más bien me pensé como alter ego del Jefe Fierro, que tiene muchas más cosas personales que yo le heredé. Con Belascoarán necesitaba una cierta distancia. De lo contrario no me salían las novelas.

-¿Cuál sería el consejo más sabio que Héctor Belascoarán le daría a Paco Ignacio Taibo II?

-¡Jajajaja! Belascoarán no da consejos colega. A nadie.

-Bueno, quizá entonces la frase más célebre...

-Me diría como dijo el descuartizador, ‘vamos por partes’.

-¿Sigues albureando al merenguero de la escuela?

-Sí. Pero ese ya murió. Llegó su hijo y ahora está su nieto. Entonces cuando paso por San Cosme y veo al nieto, pues de todas maneras lo albureo.

-Regresas a librerías también con una nueva obra sobre el Gueto de Varsovia. ¿Cuánto tiempo tardó en cocinarse esta crónica?

-Mira, desde que encontré el hilo de la historia pasaron ocho años. Estuve recabando y recabando, tomando notas y jalando material. Cuando empezó la pandemia yo ya tenía el libro prácticamente listo. Sólo era cosa de en las noches pandémicas redactarlo. Lo escribí relativamente rápido. La investigación tomaba mucho tiempo porque la historia dispersa había que agarrarla por veinte lados; había que agarrar la historia de los campos de concentración, la historia de cómo se hizo el gueto de los nazis, la de la policía judía, la de de las locuras administrativas, la del hambre, la del surgimiento de esta generación, la de un par de centenares de jóvenes, hombres y mujeres, socialistas judíos que se comprometieron a la lucha a muerte contra el nazismo, la historia en sí misma de la insurrección del gueto. Entonces era una historia con materiales muy dispersos que me tomó mucho tiempo armar y no mucho tiempo en redactar. Una vez que decidí cómo debería ser la redacción, cómo debía estar concentrada en estos personajes y cómo dar continuos toques que les dieran contexto, fue relativamente rápido.

-Eres una persona muy dulce, pero la misma dulzura que puede caracterizarte como narrador se contrapone con la crudeza con la que describes ciertos escenarios en muchos de tus libros. ¿En esta ocasión sentiste la adrenalina y el coraje de estos protagonistas?

- ¡Sí! Y no sólo eso, muchas veces a lo largo de estas noches escribiendo el libro se me salían las lágrimas. Tenía que respirar, descansar, porque el horror del nazismo es horror en términos superlativos.

-Comúnmente se te quiebra la voz en las conferencias y presentaciones cuando hablas de Benito Juárez o narras escenas heroicas. ¿Al escribir todos estos hechos sentiste la presencia de Mordejái Anilevich (el líder de la rebelión en el gueto)?

-Sí. Y es curioso porque hay apenas dos fotos de él para imaginarme cómo era. Cuando reconstruyo su juventud y cuando reconstruyo a los scouts judíos y las condiciones de represión permanente y de racismo, es muy conmovedor el personaje.

-Hay quienes aún a estas alturas niegan la existencia histórica del Holocausto.

-Bueno, hay imbéciles a lo largo de todo el planeta. Pero hay imbéciles con razones y motivos. Negar el Holocausto es poder lavarle el rostro al fascismo. Al fascismo no se le puede lavar el rostro; es la mirada del horror.

-¿En México sabemos cómo vamos a morir?

-No lo sabemos y no estamos en situaciones límites. Ni siquiera en medio de la pandemia hay una situación límite generalizada. Lo que sí sabemos es que toda historia, la nuestra, la propia, la de nuestros abuelitos y muchas que no hemos vivido y las cuales están sometidas a kilómetros de distancia y geografías, son también nuestras historias.

-¿Cómo ves a la juventud mexicana actual ante las adversidades?

-Pues está reviviendo, y está pensando críticamente. Yo creo que avanza. Por lo menos grandes sectores de ella están construyendo un pensamiento crítico y esto es muy positivo.

-Has dicho en varias ocasiones que Dios existe y es de izquierda.

-No es que es, es que a veces parece, que es diferente, ¡jajaja!

-¿Cuándo fue la última vez que charlaste con Papá Taibo?

-¡Uja! Ve tú a saber. Supongo que cuando hacíamos paseos rumbo al jardín de los patos en el Parque España. Él iba en una silla de ruedas y yo lo iba jalando. Llevaba una bolsa de pan para practicar el tiro al pato con los pedacitos de pan.

-Y en las noches, ¿dialogas con él?

-A veces sí. A veces converso con papá. Y es una presencia benévola en mi vida. Siempre lo ha sido. Siempre lo fue.

-¿Te sigues diciendo frente al espejo “Me ilumino de inmenso” cada mañana?

-Es el mantra mañanero. Tengo ese y tengo otros. Ya traigo reuniendo una colección de mantras para sobrevivir las mañanas.

-¿Cómo va México en la 4T?

-Yo creo que a pesar de los pesares y la terrible coincidencia que en pleno despliegue del proyecto de la cuarta le haya caído el Covid encima, no va mal. Ha resistido. Y ha resistido la crisis económica. Lo sabremos muy pronto porque resistir es vencer, compadre.

-¿Cómo son tus momentos de lectura?

-Leo de dos maneras; cuando estoy leyendo por trabajo, leo en mi despacho ubicado aquí en la casa y leo básicamente en computadora. Cuando leo por placer, leo de noche y acostado. Rompo esta diferencia entre leer por trabajo y leer por placer, porque la lectura por placer para mí es muy importante conservarla y mantenerla. Y me gusta que sea en papel.

-¿Te costó adaptarte a las nuevas tecnologías para seguir con este hábito?

-No, no. Para nada. Me importa un bledo el formato. Que sea en digital o que sea en papel o que sea en papel de baño o que sea libro narrado. Lo importante es el libro y no el formato que tiene. Lo importante es que se adapte a los tiempos que estamos viviendo.

-¿A qué sabe la lectura?

-Depende. Hay libros que saben a camote, compadre. Hay otros que saben a jugo de piña. Yo soy un tragón como bien sabes, y si no lo sabes estoy dispuesto a confesarlo. Soy un comedor feliz como todos aquellos cultivados en una familia española de tragones. Son momentos diferentes porque el momento de la lectura no es un momento de sabores, sino de ensoñaciones, de meterte en el libro, de vivir dentro del libro. Me pasa muy frecuentemente que estoy escribiendo algo en la noche y paso sin transición de la lectura al sueño. ¿Y sabes qué hago? Sigo escribiendo. Claro, el problema es cuando despierto y trato de recordar qué le añadí, mano, ¡jajaja!

-Me imagino que sigues manchando tus libros de chorizo por las mañanas.

-Sí. Yo no soy bibliófilo. Soy acomodador de novelas que están llenas de dobleces en las esquinas de las hojas y de manchas de lo que voy comiendo. Es un desastre.

-No es ningún secreto para ti que mucha gente te considera un comunista extremo y de izquierda radical. Te quiero compartir algo que hace que muchas personas te apreciemos, y mira que yo soy de centro-izquierda. Tú has dicho en conferencias...

-¡Oye! Todo el mundo tiene defectos. No tienes porque disculparte ¡jajaja!

-¡Jajaja! Has dicho en varias conferencias “el día que le nieguen la entrada a una señora a una Iglesia, marcharé por su libertad de culto. El día que un ateo sea perseguido, voy a marchar por sus garantías individuales”. ¿Lo sostienes?

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