Una deslumbrante mujer de cabellera rubia robó la completa atención de Jaime cuando la joven, altanera, cruzó la puerta sin mirar a los lados ni por error y aventó su hermoso cabello con aquella blanca y fina mano como de porcelana.
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La minifalda roja volaba ligera mientras la enigmática y soberbia mujer caminaba ligera entre los empleados y visitantes del Supremo Tribunal de Justicia de la ciudad de Chihuahua. Aquella silueta delgada pero de contornos definidos estuvo a punto de sacar de Jaime un piropo cuando recordó en donde estaba y su recién ganado puesto como asesor.
Al perder de vista aquella hermosa mujer, tras un suspiro miró a su compañero y, refiriéndose a él como Doc, le hizo saber en broma que estaba enamorado de aquella chica de la minifalda. Pero el Doc, sospechando lo que ocurría, rio de su joven aprendiz y procedió a advertirle que no perdiera su tiempo.
-Ella es de otro mundo, muchacho, literalmente… -dijo con una sonrisa pícara el Doc a Jaime quien no supo exactamente a que había venido el comentario.
-¿De otro mundo? -preguntó Jaime apenas volviendo en sí -más bien del paraíso.
-O del infierno, muchacho… -extrañado, Jaime intentó de nuevo comprender lo que creyó era un comentario sarcástico, sin embargo, sin decir nada más, el Doc puso su mano en el hombro del joven y lo llevó hasta el cuarto de monitores, en el área de seguridad.
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En el lugar estaba un hombre robusto con cara de desvelado conversando con un ya veterano guardia que bebía café directamente de un termo. El Doc saludó a los hombres cordialmente y pidió de favor al más joven que mostrara a Jaime el video de los últimos minutos.
Al creer que lo que el Doc hacía era exagerado e incluso enfermizo, Jaime quiso salir del cuarto de monitores, pero la voz ronca del Doc le hizo desistir con un tono serio, casi como regaño.
-Ven muchacho… -Jaime, intentando ocultar su incomodidad, se aproximó hasta donde los otros se habían acomodado y mostraron el video al joven asesor, quien aun sin comprender lo que ocurría, preguntó de que se trataba, haciendo saber a sus interlocutores que él no veía nada…
-Exactamente, Lic… La rubia de la minifalda, no sale en el video -dijo esta vez el Doc con un tono más serio.
Entonces Fernando se vio a si mismo y al Doc parados frente a la puerta y el recorrido que habían hecho hasta el cuarto de monitores, sin embargo, durante todo ese lapso, ni por un instante, pudo verse a la mujer de rubia. Jaime quedó mudo y no fue capaz de decir nada más a sus interlocutores.
Al ver la mirada perdida y el semblante pálido de Jaime, el mayor de los guardias procedió a contar a Jaime que aquella hermosa joven solo era un espejismo y él no era el primero o el último que le vería.
“La hemos visto muchos en este edificio y gente de los negocios cercanos; burócratas, abogados, vendedores… incluso los agentes de viajes de la otra esquina. Es un fantasma descarado, y no lo digo por otra cosa sino porque pareciera no importarle la hora del día; ella aparece repentinamente entre los transeúntes y se desvanece sin más.
“Sale de la funeraria, cruza la calle y camina directo sin mirar a los lados hasta cruzar la puerta del Tribunal Superior… antes de ella no había visto un fantasma, ahora es común para mi y los colegas, aunque no siempre pueden verla todos”.
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Con información de Adrián Berrios