/ sábado 6 de octubre de 2018

Vergüenza nacional

Este año 2018, se está conmemorando el 50 aniversario ya, del sin duda más repugnante acto de brutalidad que un régimen político en México haya cometido, increíblemente a través de las instituciones del Estado mismo, en contra de la sociedad civil de este país; creciendo en su asqueable dimensión ese indignante hecho al tratarse las víctimas, NO de civiles armados obviamente, sino en su grandísima mayoría de jóvenes estudiantes totalmente inermes, contra quienes se llevó a cabo el “a todas luces” premeditado y aberrante acto de represión armada por parte de autoridades gubernamentales en la ciudad de México…

Claro, me estoy refiriendo a la tristemente célebre “matanza de Tlatelolco del 2 de octubre del 68” en la que en forma por demás cobarde, fueron vilmente asesinados cual sumaria ejecución por fuerzas del Estado, cientos de estudiantes universitarios y preparatorianos desarmados por completo, cuando estos ejerciendo un legítimo Constitucional derecho, realizaban una manifestación (no rebelión, aclaro) en la plaza de “Las Tres Culturas” en Tlatelolco, pidiendo más apertura democrática, libertad y otros derechos al cerrado autoritarismo del régimen del presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien irónicamente tiempo antes en su toma de posesión juro (con la ridícula solemnidad que le caracterizó) cumplir y hacer cumplir las leyes y preceptos consagrados en la Constitución durante su gobierno, el cual es irrebatible tuvo legitimidad exactamente hasta ese fatídico 2 de octubre de 1968, al igual que las instituciones del Estado que Díaz Ordaz encabezaba y que ese día de reprobable manera las “utilizo” para perpetrar así la sangrienta masacre de Tlatelolco, por lo cual esas instituciones mancharon y arrastraron su honor hasta la ínfima condición de vulgares criminales cualquiera. Siendo evidente que quienes comandaban las citadas instituciones jamás comprendieron que, a quien verdaderamente se le debe servir con todo respeto y lealtad por principio es a la Nación a la Patria, esto por encima de cualquier cosa (sean “privilegiados” intereses de encumbrados personajes políticos o de obscuros grupúsculos “extraños” de gran poder… incluso del Presidente mismo), pues en este desafortunado caso fueron los “mal sanos” requerimientos del primer mandatario Gustavo Díaz Ordaz al que dichas instituciones le sirvieron. Y aunque el Presidente Díaz Ordaz asumió personal y públicamente con jactancia la entera autoría intelectual de lo ocurrido en Tlatelolco, con seriedad se dice que este tan sólo cumplió de rastrera forma el “mandato” de sórdidos intereses allende nuestras fronteras (CIA estadounidense), de quienes sin duda Díaz Ordaz un fiel y servil criado. No en balde tan sólo unos pocos días después de la citada cruenta masacre, plácidamente se inauguraron en México los “Juegos Olímpicos del 68” ,ello “extrañamente” sin la más mínima objeción de las “sacrosantas” instituciones internacionales (ONU, OEA, Corte de la Haya, etc…) “celosos custodios” del Derecho y Justicia en el mundo…Y es que indudablemente la obscura “mano invisible” que mece la cuna, el mercado y demás putrefactos intereses en el orbe se había “movido” ya…Or, not?

Después de aquel aciago 2 de octubre, Gustavo Díaz Ordaz satisfecho y con gran cinismo expresó: “La historia me absolverá…” y no lo dudo, pues se dice que la historia la escriben “los ganadores” desde el poder: más es IRREFUTABLE que la Verdad juzgó y sepultó ya en el excremento a Díaz Ordaz y a su criminal, leal “brazo ejecutor” en el sangriento Tlatelolco, Luis Echeverría…Como tampoco hay duda ya lo hizo también con los abyectos responsables del vergonzante caso de Ayotzinapa.

P. D: “Yo no hablo con asesinos ¡hijos de la…!” Así le espetó en la cara con gran dignidad, la grande Aurora Reyes en 1972, al entonces ya Presidente electo Luis Echeverría Álvarez

Este año 2018, se está conmemorando el 50 aniversario ya, del sin duda más repugnante acto de brutalidad que un régimen político en México haya cometido, increíblemente a través de las instituciones del Estado mismo, en contra de la sociedad civil de este país; creciendo en su asqueable dimensión ese indignante hecho al tratarse las víctimas, NO de civiles armados obviamente, sino en su grandísima mayoría de jóvenes estudiantes totalmente inermes, contra quienes se llevó a cabo el “a todas luces” premeditado y aberrante acto de represión armada por parte de autoridades gubernamentales en la ciudad de México…

Claro, me estoy refiriendo a la tristemente célebre “matanza de Tlatelolco del 2 de octubre del 68” en la que en forma por demás cobarde, fueron vilmente asesinados cual sumaria ejecución por fuerzas del Estado, cientos de estudiantes universitarios y preparatorianos desarmados por completo, cuando estos ejerciendo un legítimo Constitucional derecho, realizaban una manifestación (no rebelión, aclaro) en la plaza de “Las Tres Culturas” en Tlatelolco, pidiendo más apertura democrática, libertad y otros derechos al cerrado autoritarismo del régimen del presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien irónicamente tiempo antes en su toma de posesión juro (con la ridícula solemnidad que le caracterizó) cumplir y hacer cumplir las leyes y preceptos consagrados en la Constitución durante su gobierno, el cual es irrebatible tuvo legitimidad exactamente hasta ese fatídico 2 de octubre de 1968, al igual que las instituciones del Estado que Díaz Ordaz encabezaba y que ese día de reprobable manera las “utilizo” para perpetrar así la sangrienta masacre de Tlatelolco, por lo cual esas instituciones mancharon y arrastraron su honor hasta la ínfima condición de vulgares criminales cualquiera. Siendo evidente que quienes comandaban las citadas instituciones jamás comprendieron que, a quien verdaderamente se le debe servir con todo respeto y lealtad por principio es a la Nación a la Patria, esto por encima de cualquier cosa (sean “privilegiados” intereses de encumbrados personajes políticos o de obscuros grupúsculos “extraños” de gran poder… incluso del Presidente mismo), pues en este desafortunado caso fueron los “mal sanos” requerimientos del primer mandatario Gustavo Díaz Ordaz al que dichas instituciones le sirvieron. Y aunque el Presidente Díaz Ordaz asumió personal y públicamente con jactancia la entera autoría intelectual de lo ocurrido en Tlatelolco, con seriedad se dice que este tan sólo cumplió de rastrera forma el “mandato” de sórdidos intereses allende nuestras fronteras (CIA estadounidense), de quienes sin duda Díaz Ordaz un fiel y servil criado. No en balde tan sólo unos pocos días después de la citada cruenta masacre, plácidamente se inauguraron en México los “Juegos Olímpicos del 68” ,ello “extrañamente” sin la más mínima objeción de las “sacrosantas” instituciones internacionales (ONU, OEA, Corte de la Haya, etc…) “celosos custodios” del Derecho y Justicia en el mundo…Y es que indudablemente la obscura “mano invisible” que mece la cuna, el mercado y demás putrefactos intereses en el orbe se había “movido” ya…Or, not?

Después de aquel aciago 2 de octubre, Gustavo Díaz Ordaz satisfecho y con gran cinismo expresó: “La historia me absolverá…” y no lo dudo, pues se dice que la historia la escriben “los ganadores” desde el poder: más es IRREFUTABLE que la Verdad juzgó y sepultó ya en el excremento a Díaz Ordaz y a su criminal, leal “brazo ejecutor” en el sangriento Tlatelolco, Luis Echeverría…Como tampoco hay duda ya lo hizo también con los abyectos responsables del vergonzante caso de Ayotzinapa.

P. D: “Yo no hablo con asesinos ¡hijos de la…!” Así le espetó en la cara con gran dignidad, la grande Aurora Reyes en 1972, al entonces ya Presidente electo Luis Echeverría Álvarez