/ sábado 30 de noviembre de 2019

Un nuevo Adviento  

Los hombres desean la paz, aspiran a la justicia y la libertad, y sueñan felicidad desde siempre. De generación en generación, de año en año, a través de los siglos se prolongan estos anhelos, frecuentemente decepcionados al juzgar por lo que vemos día con día.

Dice la Palabra de Dios: “El juzgará entre las naciones y será árbitro de muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra.” (Isaías 2: 4)

El tiempo de adviento que estamos comenzando hoy nos convoca a renovarnos y recordar las promesas de salvación para toda la humanidad. Hemos transitado un año donde la violencia y el dolor han sido compañeros de nuestra sociedad. Seguramente podríamos sumar otros hechos no conocidos, por muchos pero que ocurren en nuestros barrios y colonias.

El profeta Isaías nos trae a la memoria el anuncio de la paz, cuando cesará el poder de las armas y estas se convertirán en herramientas para labrar la tierra. Este tiempo de adviento nos desafía para que, frente al odio y el deseo venganza, seguidos de un grito de justicia, busquemos respuestas transformadoras desde el amor de Dios y el amor fraternal con verdad, construyendo otro mundo. Por eso, deseamos que cada celebración durante este tiempo de adviento sea una ocasión para renovar nuestra esperanza, para cambiar y transformar lo que nos destruye como personas y como sociedad. Una oportunidad para compartir las buenas nuevas del Evangelio con nuestros vecinos, amigos y familiares. Es un buen momento para pensar en aquellos a quienes podríamos invitar para unirse al gozo de la salvación y la esperanza. Esperanza que tenemos que Jesús nos trae el mensaje de que otro mundo es posible. Adviento nos alienta a esperar algo nuevo renovando nuestra mente y nuestro compromiso para cambiar todo aquello que impide que seamos verdaderos seres humanos. La promesa de un mañana diferente nos moviliza a trabajar por un futuro donde el Reino de Dios se haga realidad en nuestro mundo. En Isaías 40 dice: “He aquí que el Señor vendrá con poder… como pastor apacentará su rebaño.”

Tenemos que volvernos a Dios para ser renovados y dejarle el resto a Él, y la manera que empezamos a hacer esto, es examinar nuestras vidas, librándonos de todo lo que este estorbando en nuestro camino. Volverse a Dios es, convertirnos a Él. Es dar la espalda al pecado y a la maldad y dar el rostro a Jesús. En oración busquemos volvernos a Cristo y renovar nuestra fe y nuestro compromiso con Jesucristo, estando atentos no solo a nuestros deseos en estas fechas, sino también a las necesidades de quienes nos rodean y atentos a generar un mundo más humano y fraterno. Un mundo donde se cumpla lo que Jesús dijo “Mi paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27)

Adviento es a la vez un tiempo de oración y meditación en la búsqueda de formar una sociedad donde se proclame el reino de Dios en cada lugar donde ella esté. Y una oportunidad para renovar nuestro compromiso con el Señor y hacer que nuestra sociedad, nuestros hogares, barrios y colonias, sean espacios donde se viva la solidaridad, la hospitalidad y se recree la comunión fraternal, y le digamos ¡NO A LA VIOLENCIA¡ Es un tiempo en el que somos invitados a quebrar el aislamiento y la soledad como la respuesta a nuestros conflictos; y somos llamados a fortalecernos en Cristo y reencontrarnos con nuestros amigos, vecinos compañeros de trabajo, y desde luego, con la familia. Deseamos un Adviento que sea un tiempo de oportunidades para dar razón de nuestra esperanza.

Adviento es una época para que recordemos nosotros, y quienes se han distanciado de Cristo, que separados de Él nada bueno podemos hacer (Juan 15:5).

Es un tiempo para vivir y celebrar un encuentro entre Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios. Por otro lado, debe ser un tiempo de encuentro fraternal entre la sociedad, bajo la luz del amor de Dios.

Estimado lector, feliz Adviento, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Casa de Oración Pacto de Paz

Los hombres desean la paz, aspiran a la justicia y la libertad, y sueñan felicidad desde siempre. De generación en generación, de año en año, a través de los siglos se prolongan estos anhelos, frecuentemente decepcionados al juzgar por lo que vemos día con día.

Dice la Palabra de Dios: “El juzgará entre las naciones y será árbitro de muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación, y nunca más se adiestrarán para la guerra.” (Isaías 2: 4)

El tiempo de adviento que estamos comenzando hoy nos convoca a renovarnos y recordar las promesas de salvación para toda la humanidad. Hemos transitado un año donde la violencia y el dolor han sido compañeros de nuestra sociedad. Seguramente podríamos sumar otros hechos no conocidos, por muchos pero que ocurren en nuestros barrios y colonias.

El profeta Isaías nos trae a la memoria el anuncio de la paz, cuando cesará el poder de las armas y estas se convertirán en herramientas para labrar la tierra. Este tiempo de adviento nos desafía para que, frente al odio y el deseo venganza, seguidos de un grito de justicia, busquemos respuestas transformadoras desde el amor de Dios y el amor fraternal con verdad, construyendo otro mundo. Por eso, deseamos que cada celebración durante este tiempo de adviento sea una ocasión para renovar nuestra esperanza, para cambiar y transformar lo que nos destruye como personas y como sociedad. Una oportunidad para compartir las buenas nuevas del Evangelio con nuestros vecinos, amigos y familiares. Es un buen momento para pensar en aquellos a quienes podríamos invitar para unirse al gozo de la salvación y la esperanza. Esperanza que tenemos que Jesús nos trae el mensaje de que otro mundo es posible. Adviento nos alienta a esperar algo nuevo renovando nuestra mente y nuestro compromiso para cambiar todo aquello que impide que seamos verdaderos seres humanos. La promesa de un mañana diferente nos moviliza a trabajar por un futuro donde el Reino de Dios se haga realidad en nuestro mundo. En Isaías 40 dice: “He aquí que el Señor vendrá con poder… como pastor apacentará su rebaño.”

Tenemos que volvernos a Dios para ser renovados y dejarle el resto a Él, y la manera que empezamos a hacer esto, es examinar nuestras vidas, librándonos de todo lo que este estorbando en nuestro camino. Volverse a Dios es, convertirnos a Él. Es dar la espalda al pecado y a la maldad y dar el rostro a Jesús. En oración busquemos volvernos a Cristo y renovar nuestra fe y nuestro compromiso con Jesucristo, estando atentos no solo a nuestros deseos en estas fechas, sino también a las necesidades de quienes nos rodean y atentos a generar un mundo más humano y fraterno. Un mundo donde se cumpla lo que Jesús dijo “Mi paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27)

Adviento es a la vez un tiempo de oración y meditación en la búsqueda de formar una sociedad donde se proclame el reino de Dios en cada lugar donde ella esté. Y una oportunidad para renovar nuestro compromiso con el Señor y hacer que nuestra sociedad, nuestros hogares, barrios y colonias, sean espacios donde se viva la solidaridad, la hospitalidad y se recree la comunión fraternal, y le digamos ¡NO A LA VIOLENCIA¡ Es un tiempo en el que somos invitados a quebrar el aislamiento y la soledad como la respuesta a nuestros conflictos; y somos llamados a fortalecernos en Cristo y reencontrarnos con nuestros amigos, vecinos compañeros de trabajo, y desde luego, con la familia. Deseamos un Adviento que sea un tiempo de oportunidades para dar razón de nuestra esperanza.

Adviento es una época para que recordemos nosotros, y quienes se han distanciado de Cristo, que separados de Él nada bueno podemos hacer (Juan 15:5).

Es un tiempo para vivir y celebrar un encuentro entre Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios. Por otro lado, debe ser un tiempo de encuentro fraternal entre la sociedad, bajo la luz del amor de Dios.

Estimado lector, feliz Adviento, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Casa de Oración Pacto de Paz