/ sábado 9 de febrero de 2019

Un Manto de Alegría

“…A ordenar que a los afligidos… manto de alegría enlugar del espíritu angustiado;” (Isaías 61:3c)

Como seres humanos tenemos muchas cosas en común,entre muchas otras más, la angustia y la alegría. En la antigüedad, cuandoalguien estaba angustiado en Israel, se quitaba su manto, que formaba parte desu atuendo y se vestía con una ropa de cilicio que estaba hecha de una telaoscura y áspera tejida generalmente con pelo de cabra o de camello, y erasímbolo de una profunda tristeza y lamentación. Era el atuendo de quienesestaban pasado por momentos de dolor y de angustia.

Por otro lado, el manto de alegría, eran túnicascoloridas que indicaban fiesta y agradecimiento. Eran utilizadas como ornamentoen fiestas de júbilo. Era unas ropas muy especiales y distinguidas que honrabana sus usuarios. Por ejemplo, el joven José El Soñador recibió de su padre,Jacob, una túnica decoloresdistinguiéndole, o teniendo por él un aprecio especial por él, por haberlotenido en su vejez (Génesis 37:3). Fue lo mismo que hizo el padre de historia delhijo pródigo. Un joven que, al irse de casa, vivió perdidamente juntándose conpersonas de dudosa reputación. Al terminársele el dinero y encontrarse solo ysin alimentos, pensó en los trabajadores de su padre que era afortunados altener alimento y techo, y él no. Entonces toma la decisión de regresar al padrey pedirle perdón. El padre lo recibe con los brazos abiertos y hace una granfiesta, pero lo viste con un atuendo especial, un manto de alegría. Le cambiólos harapos con que regresó al padre que representaban un espíritu angustiado, porel manto de fiesta, el manto de alegría (Lucas 15:11-24). Un tercer caso es elde la mujer enferma de flujo de sangre, una enfermedad que sufría desde hacíaya varios años. Ella había visitado médicos, seguramente probó remedios caserosy había gastado todo lo que tenía, pero no había podido salir de su problema deninguna manera. Antes al contrario, parece que las cosas empeoraban, enferma, yahora sin dinero. Pero a sus oídos llegaron buenas noticias de que Jesús estabacerca y sí podía ayudarla en su problema. De alguna forma empujó, empujó yempujó y se abrió paso entre la multitud, tenía algo en mente: “Si tan solotocara su mano seré sana”. Con temor y temblor estira su manó tocando el mantodel Maestro. Jesús pregunta quién le ha tocado, “Maestro, hay mucha gente yaprietan, y tú preguntas ¿quién me tocó?” Tímidamente, al ser descubierta, lamujer, dice: fui yo Señor Él le contesta “Tu fe te ha sanado”, y al instantefue sana. Ese día, el manto de Jesús vino a ser el manto de alegría de aquellamujer. Jesús cambió su espíritu de angustia que tenía a causa de la enfermedad,por Su manto de sanidad, por su manto de alegría.

Estimado lector, Jesús ordena para aquellos que nosacercamos a Él con fe, para tener un encuentro personal, que se nos dé un mantode alegría en lugar deespírituangustiado.Viene a ordenar que laangustia, la desesperación, la preocupación o el dolor no estén más en la vidade sus hijos. Que todo lo que quiera robar la paz, los sueños, la alegría y laesperanza sea quitado de sus hijos. Crea, estimado lector, que Dios tiene parausted y los suyos un manto de alegría. Un manto cubre. Y si de alguna manera loha venido cubriendo el dolor, la angustia ,etc. él desea cambiarlo por su mantode alegría.

Si no se ha dado la oportunidad de invitar a Cristoque tome el control de su vida, lo animo que lo haga ahora, dígale así: “SeñorJesús, yo entiendo que te necesito hoy más que nunca. Reconozco que soy pecadory que moriste en la cruz para perdonarme, y que resucitaste al tercer día paradarme vida eterna. Te pido perdón por todos mis pecados. También reconozco quellevaste en la cruz todas mis angustias y dolores. LIBÉRAME DE ELLOS. Te invitoa que vengas a mi corazón y vivas tu vida en mi vida, para yo poder vivir deacuerdo a tu voluntad. Gracias por amarme, gracias por perdonarme y gracias porvenir a mi corazón este día.”

Deseo terminar esta reflexión dejando este versículoen su corazón: “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y meceñiste de alegría”(Salmo 30:11)

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundoy un día vaya al cielo.

“…A ordenar que a los afligidos… manto de alegría enlugar del espíritu angustiado;” (Isaías 61:3c)

Como seres humanos tenemos muchas cosas en común,entre muchas otras más, la angustia y la alegría. En la antigüedad, cuandoalguien estaba angustiado en Israel, se quitaba su manto, que formaba parte desu atuendo y se vestía con una ropa de cilicio que estaba hecha de una telaoscura y áspera tejida generalmente con pelo de cabra o de camello, y erasímbolo de una profunda tristeza y lamentación. Era el atuendo de quienesestaban pasado por momentos de dolor y de angustia.

Por otro lado, el manto de alegría, eran túnicascoloridas que indicaban fiesta y agradecimiento. Eran utilizadas como ornamentoen fiestas de júbilo. Era unas ropas muy especiales y distinguidas que honrabana sus usuarios. Por ejemplo, el joven José El Soñador recibió de su padre,Jacob, una túnica decoloresdistinguiéndole, o teniendo por él un aprecio especial por él, por haberlotenido en su vejez (Génesis 37:3). Fue lo mismo que hizo el padre de historia delhijo pródigo. Un joven que, al irse de casa, vivió perdidamente juntándose conpersonas de dudosa reputación. Al terminársele el dinero y encontrarse solo ysin alimentos, pensó en los trabajadores de su padre que era afortunados altener alimento y techo, y él no. Entonces toma la decisión de regresar al padrey pedirle perdón. El padre lo recibe con los brazos abiertos y hace una granfiesta, pero lo viste con un atuendo especial, un manto de alegría. Le cambiólos harapos con que regresó al padre que representaban un espíritu angustiado, porel manto de fiesta, el manto de alegría (Lucas 15:11-24). Un tercer caso es elde la mujer enferma de flujo de sangre, una enfermedad que sufría desde hacíaya varios años. Ella había visitado médicos, seguramente probó remedios caserosy había gastado todo lo que tenía, pero no había podido salir de su problema deninguna manera. Antes al contrario, parece que las cosas empeoraban, enferma, yahora sin dinero. Pero a sus oídos llegaron buenas noticias de que Jesús estabacerca y sí podía ayudarla en su problema. De alguna forma empujó, empujó yempujó y se abrió paso entre la multitud, tenía algo en mente: “Si tan solotocara su mano seré sana”. Con temor y temblor estira su manó tocando el mantodel Maestro. Jesús pregunta quién le ha tocado, “Maestro, hay mucha gente yaprietan, y tú preguntas ¿quién me tocó?” Tímidamente, al ser descubierta, lamujer, dice: fui yo Señor Él le contesta “Tu fe te ha sanado”, y al instantefue sana. Ese día, el manto de Jesús vino a ser el manto de alegría de aquellamujer. Jesús cambió su espíritu de angustia que tenía a causa de la enfermedad,por Su manto de sanidad, por su manto de alegría.

Estimado lector, Jesús ordena para aquellos que nosacercamos a Él con fe, para tener un encuentro personal, que se nos dé un mantode alegría en lugar deespírituangustiado.Viene a ordenar que laangustia, la desesperación, la preocupación o el dolor no estén más en la vidade sus hijos. Que todo lo que quiera robar la paz, los sueños, la alegría y laesperanza sea quitado de sus hijos. Crea, estimado lector, que Dios tiene parausted y los suyos un manto de alegría. Un manto cubre. Y si de alguna manera loha venido cubriendo el dolor, la angustia ,etc. él desea cambiarlo por su mantode alegría.

Si no se ha dado la oportunidad de invitar a Cristoque tome el control de su vida, lo animo que lo haga ahora, dígale así: “SeñorJesús, yo entiendo que te necesito hoy más que nunca. Reconozco que soy pecadory que moriste en la cruz para perdonarme, y que resucitaste al tercer día paradarme vida eterna. Te pido perdón por todos mis pecados. También reconozco quellevaste en la cruz todas mis angustias y dolores. LIBÉRAME DE ELLOS. Te invitoa que vengas a mi corazón y vivas tu vida en mi vida, para yo poder vivir deacuerdo a tu voluntad. Gracias por amarme, gracias por perdonarme y gracias porvenir a mi corazón este día.”

Deseo terminar esta reflexión dejando este versículoen su corazón: “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y meceñiste de alegría”(Salmo 30:11)

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundoy un día vaya al cielo.