/ miércoles 2 de enero de 2019

Un ciudadano llamado policía

El bien y el mal son dos aspectos cotidianos en toda sociedad, pero también de un individuo, más allá de una cuestión moral, el bien y el mal están definidos, escritos y establecidos en eso que conocemos como ley, que nos permite tener un marco de referencia para tener una sana convivencia social y un crecimiento armónico como seres humanos.

Pero el sólo hecho de tener una ley no es sinónimo de que todos la vamos a respetar y cumplir, es por ello que es necesario que algunos ciudadanos tomen la responsabilidad de ser garantes de que las normas se cumplan y así poder lograr hacer efectivos los derechos y libertades de cada ciudadano, dentro de un orden y una armonía social.

Es aquí donde radica la importancia de aquellos ciudadanos cuyo oficio es ser policías, quienes son los encargados directos de mantener el orden público, garantizar la seguridad de los ciudadanos y el cumplimiento de las leyes, actuando principalmente de una manera preventiva; para evitar que existan víctimas, evitar el surgimiento de delincuentes y, por consecuencia, evitar que se presente eso que llamamos delito.

Sin embargo, cuando se traspasan las fronteras de la sana convivencia, afectando a las personas o a la propiedad privada, el ciudadano no debe tomar la justicia por su propia mano, es menester recurrir a la figura de un cuerpo policial. Serán ellos quienes canalicen a los infractores ante las autoridades correspondientes.

Pero ser un servidor público, enfundado o no en un uniforme, representa una responsabilidad muy importante en el tejido social, ser policía es desempeñar una de las profesiones más difíciles y arriesgadas, aunado a ello es difícil concebir la imagen de un policía desde una perspectiva humana, ya que su principal actividad es buscar, interrogar, aprehender, ya sea por las buenas o con el uso de la fuerza física, e incluso matar en casos extremos, al mismo ser humano.

Pero el ciudadano llamado policía, también desempeña muchas otras labores que pocas veces son reconocidas y valoradas por la sociedad a la que sirven, por mencionar sólo algunas, ellos participan en la búsqueda y rescate de personas, son actores fundamentales y muy oportunos cuando se presentan casos de emergencia y ni qué decir cuando alguna catástrofe se hace presente.

Por todo ello, el trabajo del policía requiere de una gran vocación, su profesión es celosa y demanda una entrega constante. Su compromiso social con frecuencia no admite vacaciones, su función y su ética profesional le hacen saber que, más allá de un uniforme, su sentido de justicia debe estar presente en todo momento y en todo lugar, que no siempre es necesario usar la fuerza, pero cumplir la ley sí.

El ciudadano llamado policía debe poseer una personalidad que le permita tener un autocontrol efectivo, saber actuar con eficacia en situaciones extremas, un criterio amplio para ser tolerante, tener siempre amor e interés por el prójimo, un efectivo manejo del estrés, empatía para generar confianza y seguridad, una moral inquebrantable, ser prudente para evadir insultos y provocaciones.

Su estado físico es otro factor importante, con frecuencia es examinado para comprobar que es apto para ser policía, que está disponible para trabajar las 24 horas del día si es necesario, para soportar temperaturas extremas, desvelos, comidas a deshoras, entre muchas otras vicisitudes y, por si fuera poco, una capacidad intelectual para someterse a una capacitación constante táctica y académica.

El ciudadano llamado policía está permanentemente sometido a prueba por el entorno social, con frecuencia son considerados como ineptos e incultos, son tentados permanentemente por la corrupción, son objeto de poco respeto, es común referirse a ellos en términos despectivos y principalmente están frente a una muy delgada línea entre los derechos humanos y el escarnio social.

El ciudadano llamado policía, con frecuencia arriesga su vida y hasta la de su propia familia, para servir a una sociedad a la que se le dificulta mucho reconocer, valorar y agradecer el servicio y la protección que un policía le brinda.

2 de enero “Feliz Día Internacional del Policía”.

leon7dg@hotmail.com

El bien y el mal son dos aspectos cotidianos en toda sociedad, pero también de un individuo, más allá de una cuestión moral, el bien y el mal están definidos, escritos y establecidos en eso que conocemos como ley, que nos permite tener un marco de referencia para tener una sana convivencia social y un crecimiento armónico como seres humanos.

Pero el sólo hecho de tener una ley no es sinónimo de que todos la vamos a respetar y cumplir, es por ello que es necesario que algunos ciudadanos tomen la responsabilidad de ser garantes de que las normas se cumplan y así poder lograr hacer efectivos los derechos y libertades de cada ciudadano, dentro de un orden y una armonía social.

Es aquí donde radica la importancia de aquellos ciudadanos cuyo oficio es ser policías, quienes son los encargados directos de mantener el orden público, garantizar la seguridad de los ciudadanos y el cumplimiento de las leyes, actuando principalmente de una manera preventiva; para evitar que existan víctimas, evitar el surgimiento de delincuentes y, por consecuencia, evitar que se presente eso que llamamos delito.

Sin embargo, cuando se traspasan las fronteras de la sana convivencia, afectando a las personas o a la propiedad privada, el ciudadano no debe tomar la justicia por su propia mano, es menester recurrir a la figura de un cuerpo policial. Serán ellos quienes canalicen a los infractores ante las autoridades correspondientes.

Pero ser un servidor público, enfundado o no en un uniforme, representa una responsabilidad muy importante en el tejido social, ser policía es desempeñar una de las profesiones más difíciles y arriesgadas, aunado a ello es difícil concebir la imagen de un policía desde una perspectiva humana, ya que su principal actividad es buscar, interrogar, aprehender, ya sea por las buenas o con el uso de la fuerza física, e incluso matar en casos extremos, al mismo ser humano.

Pero el ciudadano llamado policía, también desempeña muchas otras labores que pocas veces son reconocidas y valoradas por la sociedad a la que sirven, por mencionar sólo algunas, ellos participan en la búsqueda y rescate de personas, son actores fundamentales y muy oportunos cuando se presentan casos de emergencia y ni qué decir cuando alguna catástrofe se hace presente.

Por todo ello, el trabajo del policía requiere de una gran vocación, su profesión es celosa y demanda una entrega constante. Su compromiso social con frecuencia no admite vacaciones, su función y su ética profesional le hacen saber que, más allá de un uniforme, su sentido de justicia debe estar presente en todo momento y en todo lugar, que no siempre es necesario usar la fuerza, pero cumplir la ley sí.

El ciudadano llamado policía debe poseer una personalidad que le permita tener un autocontrol efectivo, saber actuar con eficacia en situaciones extremas, un criterio amplio para ser tolerante, tener siempre amor e interés por el prójimo, un efectivo manejo del estrés, empatía para generar confianza y seguridad, una moral inquebrantable, ser prudente para evadir insultos y provocaciones.

Su estado físico es otro factor importante, con frecuencia es examinado para comprobar que es apto para ser policía, que está disponible para trabajar las 24 horas del día si es necesario, para soportar temperaturas extremas, desvelos, comidas a deshoras, entre muchas otras vicisitudes y, por si fuera poco, una capacidad intelectual para someterse a una capacitación constante táctica y académica.

El ciudadano llamado policía está permanentemente sometido a prueba por el entorno social, con frecuencia son considerados como ineptos e incultos, son tentados permanentemente por la corrupción, son objeto de poco respeto, es común referirse a ellos en términos despectivos y principalmente están frente a una muy delgada línea entre los derechos humanos y el escarnio social.

El ciudadano llamado policía, con frecuencia arriesga su vida y hasta la de su propia familia, para servir a una sociedad a la que se le dificulta mucho reconocer, valorar y agradecer el servicio y la protección que un policía le brinda.

2 de enero “Feliz Día Internacional del Policía”.

leon7dg@hotmail.com