/ miércoles 28 de octubre de 2020

Todo el mundo es un maestro | Muerte e inmortalidad

La muerte omnipresente en la historia de la humanidad ¿Quién no le teme? ¿Quién no la cuestiona? Cualquier ser humano normal, en su paso por el mundo, lo hace. Quién no se ha preguntado: ¿Por qué nos morimos? ¿A dónde vamos después? Los mexicanos somos especialistas en el tema de la muerte. La festejamos, tenemos una tradición milenaria para honrarla, sin embargo la muerte es el gran misterio de la vida.

Tenemos una de las tradiciones más ricas para celebrar a nuestros difuntos. Es un acto de luto y oración para que nuestros seres queridos que se han ido descansen en paz, y al pedir por su paz, los que nos llenamos de paz somos nosotros. Al ayudarlos a salvar su alma, salvamos también la nuestra.

El mundo entero reconoce el valor de nuestra tradición. Se celebra en muchas otras partes del mundo de otras maneras, sin embargo la peculiar forma en que los mexicanos lo hacemos es de gran valor filosófico, cultural, histórico, es una enseñanza para cualquier ser humano. La concepción de la muerte nos acerca a la creencia del alma inmortal, que pierde su cuerpo, pero no su verdadera esencia. Nuestro verdadero yo, permanece, y los que nos aman nos ayudan en la conquista de nuestro propia alma.

Tenemos una mezcla entre la tradición occidental y la tradición indígena, que al mezclar sus olores, gustos, y sabores, en el que los vivos y los muertos conviven, se tocan en la remembranza. Al tener la capacidad de ese día sacar de sus tumbas a nuestros difuntos de una manera, festiva y alegre, nos hace entender la muerte de una manera más humana. El poder reír, comer y festejar en el día que festejamos lo mas temido, nos abre diferentes posibilidades para comprender.

El día de los muertos nos lleva de un estado de oración, a uno de fiesta, no es una cuestión de tenérmele sino de reírnos de un suceso tan natural como nacer y vivir. Pues a todos nos lleva la calaca. Dicen las simpáticas calaveritas que se acostumbran escribir para la ocasión.

Entre los antiguos pueblos nahuas, después de la muerte ellos creían que el alma viajaba a otros lugares. El más allá, para estas culturas, era trascender la vida para estar en el espacio divinizado.

La festividad del día de los muertos, sigue siendo una de las más importantes en los pueblos indígenas de nuestro país. Donde nos enseñan que la muerte y la inmortalidad pueden ir de la mano.

La muerte omnipresente en la historia de la humanidad ¿Quién no le teme? ¿Quién no la cuestiona? Cualquier ser humano normal, en su paso por el mundo, lo hace. Quién no se ha preguntado: ¿Por qué nos morimos? ¿A dónde vamos después? Los mexicanos somos especialistas en el tema de la muerte. La festejamos, tenemos una tradición milenaria para honrarla, sin embargo la muerte es el gran misterio de la vida.

Tenemos una de las tradiciones más ricas para celebrar a nuestros difuntos. Es un acto de luto y oración para que nuestros seres queridos que se han ido descansen en paz, y al pedir por su paz, los que nos llenamos de paz somos nosotros. Al ayudarlos a salvar su alma, salvamos también la nuestra.

El mundo entero reconoce el valor de nuestra tradición. Se celebra en muchas otras partes del mundo de otras maneras, sin embargo la peculiar forma en que los mexicanos lo hacemos es de gran valor filosófico, cultural, histórico, es una enseñanza para cualquier ser humano. La concepción de la muerte nos acerca a la creencia del alma inmortal, que pierde su cuerpo, pero no su verdadera esencia. Nuestro verdadero yo, permanece, y los que nos aman nos ayudan en la conquista de nuestro propia alma.

Tenemos una mezcla entre la tradición occidental y la tradición indígena, que al mezclar sus olores, gustos, y sabores, en el que los vivos y los muertos conviven, se tocan en la remembranza. Al tener la capacidad de ese día sacar de sus tumbas a nuestros difuntos de una manera, festiva y alegre, nos hace entender la muerte de una manera más humana. El poder reír, comer y festejar en el día que festejamos lo mas temido, nos abre diferentes posibilidades para comprender.

El día de los muertos nos lleva de un estado de oración, a uno de fiesta, no es una cuestión de tenérmele sino de reírnos de un suceso tan natural como nacer y vivir. Pues a todos nos lleva la calaca. Dicen las simpáticas calaveritas que se acostumbran escribir para la ocasión.

Entre los antiguos pueblos nahuas, después de la muerte ellos creían que el alma viajaba a otros lugares. El más allá, para estas culturas, era trascender la vida para estar en el espacio divinizado.

La festividad del día de los muertos, sigue siendo una de las más importantes en los pueblos indígenas de nuestro país. Donde nos enseñan que la muerte y la inmortalidad pueden ir de la mano.

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