/ miércoles 10 de marzo de 2021

Todo el mundo es un maestro | Día Internacional de la Mujer

Para que la humanidad se conduzca hacia la evolución de la raza debe tener equilibrio en su parte masculina y femenina. Las sociedades patriarcales como la nuestra donde la justicia y el poder se ejercen desde la supremacía del hombre, es claro que necesitan un cambio donde la diversidad y la participación de otros grupos como las mujeres suban a la balanza y sean parte de la construcción de un mejor mundo.

Movimientos feministas como el del 8 de marzo de 1911 fecha en que las trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York se declararon en huelga en protesta por las condiciones insoportables de trabajo. Y con su acto de valentía y sacrificando su vida, abrieron camino a que más mujeres hasta la fecha busquen mejores condiciones de vida.

La historia deja claro que en las épocas que anteceden y aún en la actualidad muchas mujeres a través del tiempo se han visto limitadas por su condición de género y se les ha negado participar y aportar en diversas organizaciones de la sociedad desde religiosas hasta políticas. Porque no existe organización religiosa alguna donde haya justicia a la creatividad, inteligencia y esfuerzo de las mujeres. Nuestros ojos no verán un alto líder religioso como un Papa, un profeta o un Dalai Lama mujer. La iglesia no permitía hasta el siglo XX, Veinte no me equivoco, que las mujeres participaran en los coros que preferían castrar un niño para alcanzar timbres altos de voz similares al registro vocal femenino, tan simple como mejor conseguir una mujer para su operas con “fines elevados” que no entendemos los simples mortales. Esto por la marginación que se ejercía contra las mujeres en prácticamente cualquier aspecto de la vida social. Si nos remontamos más siglos atrás, los griegos, padres de la democracia, donde desde el hombre más humilde al más rico tenían los mismos derechos, su voz y voto contaba con el mismo valor. Al menos en teoría, así que un campesino humilde podía si él quería ser senador o asistir a la escuela si tenía la inteligencia, mientras que una mujer así fuera inteligente o de la familia más rica e influyente tenían los mismos derechos que la más pobre, solo aprender a atender a su esposo y su hogar y mantenerse sanas para parir hijos, su único papel era única y exclusivamente ser fabricas de reproducción donde sus sentimientos y pensamientos no importaban en lo absoluto.

Es apenas en el siglo pasado, otra vez hasta el siglo XX que a las mujeres en nuestro país se les permite educarse en una universidad y tomar decisiones políticas con su voto, de manera limitada y todavía falta mucho para la equidad pero al menos ya va caminando.

Todavía sorprende escuchar de pronto que mujeres ganaron el premio nobel de física, química, alguna otra ciencia o literatura. Las sociedades patriarcales desperdician una gran cantidad de talento. La creatividad se desarrolla de una manera muy efectiva en el cerebro de las mujeres y la manera en la que pueden trabajar, es de un impacto indiscutible. Ellas son punto clave en casi cualquier organismo político, social, religioso, sin embargo son los hombres quienes representan y están al frente.

Tristemente el balance en las sociedades es todavía una utopía. Aún mueren mujeres por el hecho de ser mujeres, aunque pongan pretextos como: tenía un vestido muy corto, estaba sola en la esquina, era una niña que sus padres no cuidaron, engañó a su marido y por eso él “la tuvo que matar”, ella quería que la violaran, y la lista de excusas sin la menor humanidad, continua para convertirlas en chivos expiatorios y justificar que tan solo la mataron por ser mujer

Las mujeres avanzan en sus derechos laborales, tienen privilegios como nunca pero en contraste los feminicidios van en aumento, cada año, cada sexenio, en cada gobierno, cada vez peor. Basta un poco de conciencia para que nuestra piel se erice de horror, impotencia, miedo, dolor, por la muerte en este caso de las miles de mujeres que por su condición de mujer mueren cada año.


Para que la humanidad se conduzca hacia la evolución de la raza debe tener equilibrio en su parte masculina y femenina. Las sociedades patriarcales como la nuestra donde la justicia y el poder se ejercen desde la supremacía del hombre, es claro que necesitan un cambio donde la diversidad y la participación de otros grupos como las mujeres suban a la balanza y sean parte de la construcción de un mejor mundo.

Movimientos feministas como el del 8 de marzo de 1911 fecha en que las trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York se declararon en huelga en protesta por las condiciones insoportables de trabajo. Y con su acto de valentía y sacrificando su vida, abrieron camino a que más mujeres hasta la fecha busquen mejores condiciones de vida.

La historia deja claro que en las épocas que anteceden y aún en la actualidad muchas mujeres a través del tiempo se han visto limitadas por su condición de género y se les ha negado participar y aportar en diversas organizaciones de la sociedad desde religiosas hasta políticas. Porque no existe organización religiosa alguna donde haya justicia a la creatividad, inteligencia y esfuerzo de las mujeres. Nuestros ojos no verán un alto líder religioso como un Papa, un profeta o un Dalai Lama mujer. La iglesia no permitía hasta el siglo XX, Veinte no me equivoco, que las mujeres participaran en los coros que preferían castrar un niño para alcanzar timbres altos de voz similares al registro vocal femenino, tan simple como mejor conseguir una mujer para su operas con “fines elevados” que no entendemos los simples mortales. Esto por la marginación que se ejercía contra las mujeres en prácticamente cualquier aspecto de la vida social. Si nos remontamos más siglos atrás, los griegos, padres de la democracia, donde desde el hombre más humilde al más rico tenían los mismos derechos, su voz y voto contaba con el mismo valor. Al menos en teoría, así que un campesino humilde podía si él quería ser senador o asistir a la escuela si tenía la inteligencia, mientras que una mujer así fuera inteligente o de la familia más rica e influyente tenían los mismos derechos que la más pobre, solo aprender a atender a su esposo y su hogar y mantenerse sanas para parir hijos, su único papel era única y exclusivamente ser fabricas de reproducción donde sus sentimientos y pensamientos no importaban en lo absoluto.

Es apenas en el siglo pasado, otra vez hasta el siglo XX que a las mujeres en nuestro país se les permite educarse en una universidad y tomar decisiones políticas con su voto, de manera limitada y todavía falta mucho para la equidad pero al menos ya va caminando.

Todavía sorprende escuchar de pronto que mujeres ganaron el premio nobel de física, química, alguna otra ciencia o literatura. Las sociedades patriarcales desperdician una gran cantidad de talento. La creatividad se desarrolla de una manera muy efectiva en el cerebro de las mujeres y la manera en la que pueden trabajar, es de un impacto indiscutible. Ellas son punto clave en casi cualquier organismo político, social, religioso, sin embargo son los hombres quienes representan y están al frente.

Tristemente el balance en las sociedades es todavía una utopía. Aún mueren mujeres por el hecho de ser mujeres, aunque pongan pretextos como: tenía un vestido muy corto, estaba sola en la esquina, era una niña que sus padres no cuidaron, engañó a su marido y por eso él “la tuvo que matar”, ella quería que la violaran, y la lista de excusas sin la menor humanidad, continua para convertirlas en chivos expiatorios y justificar que tan solo la mataron por ser mujer

Las mujeres avanzan en sus derechos laborales, tienen privilegios como nunca pero en contraste los feminicidios van en aumento, cada año, cada sexenio, en cada gobierno, cada vez peor. Basta un poco de conciencia para que nuestra piel se erice de horror, impotencia, miedo, dolor, por la muerte en este caso de las miles de mujeres que por su condición de mujer mueren cada año.


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