/ miércoles 3 de marzo de 2021

Todo el mundo es un maestro | Cada quien cava su tumba

Pocas verdades con tanta verdad como la del refrán: “Cada quien cava su tumba”. Lo veo, la veo que “está cavando su propia tumba” Todos morimos sin escapatoria, pero algunos están más desesperados que otros por hacerlo. Exorbitante la cantidad de personas que están con el pico y la pala de manera apresurada cavando el hoyo que será su sepultura. Otros se equivocan en el lugar o en el tiempo, o le atinan o tienen un golpe de suerte. Otros pocos lo hacen respirando profundo y lentamente…

Cava su tumba el deportista, que excede en ejercicio hasta tronar su corazón y cava su tumba el sedentario. Cava su tumba el que se afana por la perfección y el mediocre. Cava su tumba el diabético que se enoja porque no hay otra coca cola con pan en la mesa y cree que come muy saludable comiendo 5 frutas al día y la dulce y saludable fruta lo está matando. Cava su tumba el obeso y también al que se le pasa la mano y deja de comer hasta quedar en los huesos. Cavan su tumba los que hacen del trabajo el centro de su vida tanto como los desempleados. Cava su tumba la madre que por amor se desvela por sus hijos hasta perder la tranquilidad y muere en su locura de amor, igual la que abandona e ignora. La lista no tiene fin las maneras de cavar nuestras tumbas es infinita.

La humanidad cava su tumba, destruye sus recursos naturales, contamina, como consecuencia esta pandemia y cosas peores. Reconoce y ama el planeta donde habita pero también lo llena de basura y muerte. Cava su tumba el ecologista que con conciencia recoge la basura tirada a la orilla de la playa mientras un empresario millonario cavando su tumba con pala de oro descarga toneladas de material tóxico en los océanos.

Así cada quien cavando su tumba. Queramos o no, somos consecuencia de nuestras acciones y lo que nos lleva a la meta construye y destruye. Nuestras decisiones pueden jugarnos bromas pesadas y cuando creemos que lo estamos haciendo bien con nuestra vida estamos a un lado de nuestra lapida observando nuestro nombre y epitafio. Somos víctimas y triunfadores ya sea de la fuerza del destino o nuestro libre albedrio.

Si cada quien está cavando su tumba, al menos tratemos de elegir cuándo, dónde, cómo, con qué, para qué, con quién o dejarnos llevar hacia el agujero secreto que conecta con la libertad.

Pocas verdades con tanta verdad como la del refrán: “Cada quien cava su tumba”. Lo veo, la veo que “está cavando su propia tumba” Todos morimos sin escapatoria, pero algunos están más desesperados que otros por hacerlo. Exorbitante la cantidad de personas que están con el pico y la pala de manera apresurada cavando el hoyo que será su sepultura. Otros se equivocan en el lugar o en el tiempo, o le atinan o tienen un golpe de suerte. Otros pocos lo hacen respirando profundo y lentamente…

Cava su tumba el deportista, que excede en ejercicio hasta tronar su corazón y cava su tumba el sedentario. Cava su tumba el que se afana por la perfección y el mediocre. Cava su tumba el diabético que se enoja porque no hay otra coca cola con pan en la mesa y cree que come muy saludable comiendo 5 frutas al día y la dulce y saludable fruta lo está matando. Cava su tumba el obeso y también al que se le pasa la mano y deja de comer hasta quedar en los huesos. Cavan su tumba los que hacen del trabajo el centro de su vida tanto como los desempleados. Cava su tumba la madre que por amor se desvela por sus hijos hasta perder la tranquilidad y muere en su locura de amor, igual la que abandona e ignora. La lista no tiene fin las maneras de cavar nuestras tumbas es infinita.

La humanidad cava su tumba, destruye sus recursos naturales, contamina, como consecuencia esta pandemia y cosas peores. Reconoce y ama el planeta donde habita pero también lo llena de basura y muerte. Cava su tumba el ecologista que con conciencia recoge la basura tirada a la orilla de la playa mientras un empresario millonario cavando su tumba con pala de oro descarga toneladas de material tóxico en los océanos.

Así cada quien cavando su tumba. Queramos o no, somos consecuencia de nuestras acciones y lo que nos lleva a la meta construye y destruye. Nuestras decisiones pueden jugarnos bromas pesadas y cuando creemos que lo estamos haciendo bien con nuestra vida estamos a un lado de nuestra lapida observando nuestro nombre y epitafio. Somos víctimas y triunfadores ya sea de la fuerza del destino o nuestro libre albedrio.

Si cada quien está cavando su tumba, al menos tratemos de elegir cuándo, dónde, cómo, con qué, para qué, con quién o dejarnos llevar hacia el agujero secreto que conecta con la libertad.

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