/ miércoles 22 de diciembre de 2021

Todo el mundo es tu maestro | Nuestro Lugar

Es un privilegio tener la oportunidad de compartirlo con ustedes a través de la propia experiencia y poder plasmar un mensaje en el Sol de Parral.

Creo que es fácil cuestionarnos: ¿estamos haciendo lo que necesitamos hacer? ¿Cuántos años puedes pasar trabajando por un sueldo y privandome de la oportunidad de hacer algo que te llene el espíritu? Buscamos cuál será nuestro lugar para encontrar la paz y las oportunidades que necesitamos para crecer. ¿Cómo podemos morir satisfechos y realizados con lo que hicimos en nuestra vida? Observo a las personas que trabajan con pasión y noto en ellos la luz propia que por añadidura trae los beneficios materiales y de reconocimiento de los otros. Sin embargo también conozco personas que trabajan en lo que los apasiona sin recibir ningún reconocimiento, contra viento y marea. Ambos pueden tener la oportunidad de partir de este mundo satisfechos y felices.

Cuando hacemos planes mentales y tenemos una idea tan clara de lo que queremos, apuntamos a esa dirección sin apego al resultado, dejándonos fluir y sintiendo alegría y pasión por esa meta, por ese objetivo. La mente puede tener mil ideas claras, y si nos rendimos a nuestro ser para vivir una experiencia superior, las circunstancias siempre se ajustan para que se cumplan. La mente se puede revelar, protestando por los cambios, pero debemos aprender a aceptar las nuevas circunstancias, diciéndonos: “Recalculando, recalculando, recalculando” como si tuviéramos un GPS que nos da una nueva ruta con menos tráfico. Descubrir que los cambios inesperados se manifiestan para abrirnos puertas y mejores oportunidades que nos lleven no solo a tener más cosas materiales sino a tener más experiencias para el alma con visiones de la vida eterna que nos espera. La cuestión es relajarse. Cuando surge esa duda, esa confusión y ese conflicto interior, debemos calmarnos. Estar tranquilos. Tener en cuenta que es difícil ver las soluciones en estado de agitación, confusión o temor. Debemos mirar en nuestro interior y preguntarnos con paciencia cuál es la mejor solución. Es momento de mantener la equidad ante todo reto.

Solo desde el control de nuestras emociones, desde la serenidad y la calma, podemos elegir. Sentémonos, respiremos hondo, y desde ese estado de quietud es fácil encontrar la solución. Cuando menos esperemos, aparecerá la idea correcta, la luz apropiada, la respuesta precisa. Sólo debemos estar atentos y saber descifrar las señales, los avisos y los mensajes ocultos en cada realidad presente.

El lugar perfecto es con los que amamos, en la belleza del atardecer, en la grandeza de la luna, en la justicia del sol que sale para todos. El lugar perfecto es el que nos brinda la oportunidad de servir al prójimo, el aquí y el ahora, sin pasado ni presente pero sí eterno.

Pues ante los embates de cada día, injusticias, muerte, pobreza, enfermedades… Tenemos la certeza que la esperanza ilumina nuestros corazones. Debemos dejar de verla como algo imaginario, sino como una verdad, una realidad del ser humano. En momentos de dolor y desesperación es el bálsamo de paz.

Adalberto Gutiérrez Chávez | Ingeniero Agrónomo

Es un privilegio tener la oportunidad de compartirlo con ustedes a través de la propia experiencia y poder plasmar un mensaje en el Sol de Parral.

Creo que es fácil cuestionarnos: ¿estamos haciendo lo que necesitamos hacer? ¿Cuántos años puedes pasar trabajando por un sueldo y privandome de la oportunidad de hacer algo que te llene el espíritu? Buscamos cuál será nuestro lugar para encontrar la paz y las oportunidades que necesitamos para crecer. ¿Cómo podemos morir satisfechos y realizados con lo que hicimos en nuestra vida? Observo a las personas que trabajan con pasión y noto en ellos la luz propia que por añadidura trae los beneficios materiales y de reconocimiento de los otros. Sin embargo también conozco personas que trabajan en lo que los apasiona sin recibir ningún reconocimiento, contra viento y marea. Ambos pueden tener la oportunidad de partir de este mundo satisfechos y felices.

Cuando hacemos planes mentales y tenemos una idea tan clara de lo que queremos, apuntamos a esa dirección sin apego al resultado, dejándonos fluir y sintiendo alegría y pasión por esa meta, por ese objetivo. La mente puede tener mil ideas claras, y si nos rendimos a nuestro ser para vivir una experiencia superior, las circunstancias siempre se ajustan para que se cumplan. La mente se puede revelar, protestando por los cambios, pero debemos aprender a aceptar las nuevas circunstancias, diciéndonos: “Recalculando, recalculando, recalculando” como si tuviéramos un GPS que nos da una nueva ruta con menos tráfico. Descubrir que los cambios inesperados se manifiestan para abrirnos puertas y mejores oportunidades que nos lleven no solo a tener más cosas materiales sino a tener más experiencias para el alma con visiones de la vida eterna que nos espera. La cuestión es relajarse. Cuando surge esa duda, esa confusión y ese conflicto interior, debemos calmarnos. Estar tranquilos. Tener en cuenta que es difícil ver las soluciones en estado de agitación, confusión o temor. Debemos mirar en nuestro interior y preguntarnos con paciencia cuál es la mejor solución. Es momento de mantener la equidad ante todo reto.

Solo desde el control de nuestras emociones, desde la serenidad y la calma, podemos elegir. Sentémonos, respiremos hondo, y desde ese estado de quietud es fácil encontrar la solución. Cuando menos esperemos, aparecerá la idea correcta, la luz apropiada, la respuesta precisa. Sólo debemos estar atentos y saber descifrar las señales, los avisos y los mensajes ocultos en cada realidad presente.

El lugar perfecto es con los que amamos, en la belleza del atardecer, en la grandeza de la luna, en la justicia del sol que sale para todos. El lugar perfecto es el que nos brinda la oportunidad de servir al prójimo, el aquí y el ahora, sin pasado ni presente pero sí eterno.

Pues ante los embates de cada día, injusticias, muerte, pobreza, enfermedades… Tenemos la certeza que la esperanza ilumina nuestros corazones. Debemos dejar de verla como algo imaginario, sino como una verdad, una realidad del ser humano. En momentos de dolor y desesperación es el bálsamo de paz.

Adalberto Gutiérrez Chávez | Ingeniero Agrónomo