/ miércoles 5 de junio de 2024

Todo el mundo es tu maestro / ¿Continuidad a la transformación o solidificación del régimen?

El título de esta columna refleja mi sentir y esta pregunta en específico se quedará para la posteridad de estos siguientes 6 años y sólo el tiempo dará una justa respuesta; y es que con el triunfo arrollador de Morena en las elecciones del 2 de junio es un golpe devastador para la democracia mexicana. La victoria sin contrapesos del partido en el poder consolida su hegemonía y sentencia a la oposición a la irrelevancia.

En primer lugar, debemos considerar el peligro inherente de una concentración de poder tan abrumadora. La historia nos ha enseñado que el poder sin contrapesos tiende a corromperse. Sin una oposición fuerte y efectiva, el riesgo de caer en prácticas autoritarias es real. La democracia no solo se trata de ganar elecciones; se trata de mantener un equilibrio de poder que garantice la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto por las instituciones.

Este resultado es la consecuencia de una estrategia política que ha desvirtuado la competencia electoral y cooptado instituciones clave. La participación ciudadana, aunque alta, no fue suficiente para contrarrestar la maquinaria política de Morena.

Sin embargo, la empatía de los votantes hacia su país es un síntoma de que la conciencia cívica está viva. Los mexicanos siguen creyendo en la democracia y en su capacidad para cambiar el curso de la historia. La derrota de la oposición es también un llamado de atención para los partidos políticos. Deben replantearse y renovarse para ofrecer una alternativa creíble a los ciudadanos.

La fragmentación y la desunión han llevado a la oposición a la impotencia. Ahora, la responsabilidad de los ciudadanos es mayor que nunca. Debemos organizarnos, movilizarnos y exigir rendición de cuentas a nuestros gobernantes. La participación ciudadana no termina en las urnas, sino que comienza ahí. Es hora de defender nuestros derechos, nuestra libertad y nuestra democracia. De lo contrario, el futuro de México será sombrío y la autoridad se consolidará como una herramienta de opresión.

Morena tiene ahora una oportunidad histórica. Con su avasallante triunfo, puede elegir entre consolidar un proyecto autoritario o verdaderamente transformar a México en un país más justo y equitativo. La elección de los líderes de Morena será determinante, pero la presión y el compromiso de la ciudadanía serán igualmente cruciales para inclinar la balanza hacia un futuro más brillante.

La conciencia cívica y el compromiso deben traducirse en acción. Los mexicanos debemos unirnos para defender nuestros valores y principios. La democracia no es solo un sistema político, sino un estilo de vida. Debemos luchar por ella cada día, en cada espacio y en cada momento. En este escenario sombrío, hay un rayo de esperanza. La participación ciudadana y la empatía de los votantes hacia su país son un faro de luz en el camino hacia la recuperación de nuestra democracia. Si nos organizamos y nos movilizamos, podemos cambiar el curso de la historia y construir un futuro mejor para México. En este sentido, la batalla por el futuro de México apenas ha comenzado.

Adalberto Gutiérrez / Ingeniero Agrónomo

El título de esta columna refleja mi sentir y esta pregunta en específico se quedará para la posteridad de estos siguientes 6 años y sólo el tiempo dará una justa respuesta; y es que con el triunfo arrollador de Morena en las elecciones del 2 de junio es un golpe devastador para la democracia mexicana. La victoria sin contrapesos del partido en el poder consolida su hegemonía y sentencia a la oposición a la irrelevancia.

En primer lugar, debemos considerar el peligro inherente de una concentración de poder tan abrumadora. La historia nos ha enseñado que el poder sin contrapesos tiende a corromperse. Sin una oposición fuerte y efectiva, el riesgo de caer en prácticas autoritarias es real. La democracia no solo se trata de ganar elecciones; se trata de mantener un equilibrio de poder que garantice la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto por las instituciones.

Este resultado es la consecuencia de una estrategia política que ha desvirtuado la competencia electoral y cooptado instituciones clave. La participación ciudadana, aunque alta, no fue suficiente para contrarrestar la maquinaria política de Morena.

Sin embargo, la empatía de los votantes hacia su país es un síntoma de que la conciencia cívica está viva. Los mexicanos siguen creyendo en la democracia y en su capacidad para cambiar el curso de la historia. La derrota de la oposición es también un llamado de atención para los partidos políticos. Deben replantearse y renovarse para ofrecer una alternativa creíble a los ciudadanos.

La fragmentación y la desunión han llevado a la oposición a la impotencia. Ahora, la responsabilidad de los ciudadanos es mayor que nunca. Debemos organizarnos, movilizarnos y exigir rendición de cuentas a nuestros gobernantes. La participación ciudadana no termina en las urnas, sino que comienza ahí. Es hora de defender nuestros derechos, nuestra libertad y nuestra democracia. De lo contrario, el futuro de México será sombrío y la autoridad se consolidará como una herramienta de opresión.

Morena tiene ahora una oportunidad histórica. Con su avasallante triunfo, puede elegir entre consolidar un proyecto autoritario o verdaderamente transformar a México en un país más justo y equitativo. La elección de los líderes de Morena será determinante, pero la presión y el compromiso de la ciudadanía serán igualmente cruciales para inclinar la balanza hacia un futuro más brillante.

La conciencia cívica y el compromiso deben traducirse en acción. Los mexicanos debemos unirnos para defender nuestros valores y principios. La democracia no es solo un sistema político, sino un estilo de vida. Debemos luchar por ella cada día, en cada espacio y en cada momento. En este escenario sombrío, hay un rayo de esperanza. La participación ciudadana y la empatía de los votantes hacia su país son un faro de luz en el camino hacia la recuperación de nuestra democracia. Si nos organizamos y nos movilizamos, podemos cambiar el curso de la historia y construir un futuro mejor para México. En este sentido, la batalla por el futuro de México apenas ha comenzado.

Adalberto Gutiérrez / Ingeniero Agrónomo