/ martes 16 de agosto de 2022

Tiempos y Espacios | “Hermanito”

“Durante las operaciones que realizaba ella era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas, Ie permitían realizar trasplantes de órganos a voluntad, curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con un poder y exactitud colosales.” Menciona Grinberg en su libro Pachita. Objeto de estudio del científico, y cuya vida estuvo sumergida en el misterio.

De acuerdo con Grinberg, Bárbara Guerrero alias “Pachita”, nació en 1900 en Parral, Chihuahua. Abandonada por sus padres, Pachita fue criada por un afrodescendiente de nombre Charles, quien le enseñó a observar las estrellas y a sanar. Posteriormente, Pachita se unió a las filas del revolucionario Francisco Villa, donde luchó. Sumida en la pobreza, Pachita también fue cabaretera, vendedora de billetes de lotería y cantante en transportes públicos. La fama de Pachita se extendió en la década de 1970, cuando a su consultorio asistían personajes de todas las clases sociales. Ahí, Pachita realizaba cirugías milagrosas que consistían en abrir al paciente con un cuchillo viejo, extraer órganos dañados y colocar uno nuevo materializado a través de un portento. Al final, Pachita cerraba la herida simplemente colocando sus manos, tras lo cual no quedaba evidencia del proceso quirúrgico. Pese a que la gente la buscaba a ella, Pachita no se atribuía los dones curativos a sí misma, pues aseguraba que su cuerpo era poseído por el espíritu de Cuauhtémoc, a quien llamaba “Hermanito“. De acuerdo con Pachita, el tlatoani habría sido el último poseedor de la facultad de obrar portentos, de ello que requiriera de un cuerpo para poder seguir ayudando a la gente.

“Ella se introducía en un trance transformando su personalidad y efectuando las operaciones a las que he hecho mención […] Era el cumpleaños de Cuauhtémoc y el recinto de las operaciones fue vestido de flores y saturado de incienso. Pachita se sentó en el centro del cuarto, respiró profundamente y unos minutos más tarde, el saludo de Cuauhtémoc nos introdujo a un mundo mágico. En un magnífico mensaje, el Hermano nos comunicó sus deseos y su amor.” Aunque fueron varios los investigadores y curiosos que visitaron a Pachita, sin duda Jacobo Grinberg fue el que buscó con mayor ahínco una respuesta a los portentos.

Para lo anterior, Grinberg echó mano de su teoría sinérgica, la cual proponía que “no hay objetos separados unos de los otros sino que es un campo informacional de una complejidad extraordinaria y que nuestro cerebro interactúa con este campo”. Sin obsesiones conceptuales, Grinberg mencionaba que dicho campo es el mismo que algunos físicos nombran “campo pre espacial” y que cuando el cerebro interactúa con el campo se genera la percepción espacio-temporal que conocemos (objetos con forma y figura).

Pese a su propio convencimiento, Grinberg se mantenía escéptico sobre la relación entre Pachita y el espíritu del tlatoani Cuauhtémoc, ya que pensaba que si existía una unidad de la existencia, los seres humanos debían de disolverse plenamente tras la muerte, borrando todo rastro de individualidad, como lo es la personalidad. Sin embargo, tras la muerte de Pachita, Grinberg se instruyó en el pensamiento islámico sufí, descubriendo que la individualidad en sí misma ya es una manifestación de la Unidad del Ser.

Los portentos de Pachita fueron ampliamente documentados en los libros de Jacobo Grinberg. De acuerdo con los testimonios recopilados en el documental El secreto del doctor Grinberg, Pachita y el científico se separaron para evitar que se hiciera pública la relación de la chamana y la familia del presidente Luis Echeverría. Bárbara Guerrero falleció en la Ciudad de México, el 29 de abril de 1979.


Ramón Lerma Alvídrez | Profesor

“Durante las operaciones que realizaba ella era capaz de materializar y desmaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas, Ie permitían realizar trasplantes de órganos a voluntad, curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con un poder y exactitud colosales.” Menciona Grinberg en su libro Pachita. Objeto de estudio del científico, y cuya vida estuvo sumergida en el misterio.

De acuerdo con Grinberg, Bárbara Guerrero alias “Pachita”, nació en 1900 en Parral, Chihuahua. Abandonada por sus padres, Pachita fue criada por un afrodescendiente de nombre Charles, quien le enseñó a observar las estrellas y a sanar. Posteriormente, Pachita se unió a las filas del revolucionario Francisco Villa, donde luchó. Sumida en la pobreza, Pachita también fue cabaretera, vendedora de billetes de lotería y cantante en transportes públicos. La fama de Pachita se extendió en la década de 1970, cuando a su consultorio asistían personajes de todas las clases sociales. Ahí, Pachita realizaba cirugías milagrosas que consistían en abrir al paciente con un cuchillo viejo, extraer órganos dañados y colocar uno nuevo materializado a través de un portento. Al final, Pachita cerraba la herida simplemente colocando sus manos, tras lo cual no quedaba evidencia del proceso quirúrgico. Pese a que la gente la buscaba a ella, Pachita no se atribuía los dones curativos a sí misma, pues aseguraba que su cuerpo era poseído por el espíritu de Cuauhtémoc, a quien llamaba “Hermanito“. De acuerdo con Pachita, el tlatoani habría sido el último poseedor de la facultad de obrar portentos, de ello que requiriera de un cuerpo para poder seguir ayudando a la gente.

“Ella se introducía en un trance transformando su personalidad y efectuando las operaciones a las que he hecho mención […] Era el cumpleaños de Cuauhtémoc y el recinto de las operaciones fue vestido de flores y saturado de incienso. Pachita se sentó en el centro del cuarto, respiró profundamente y unos minutos más tarde, el saludo de Cuauhtémoc nos introdujo a un mundo mágico. En un magnífico mensaje, el Hermano nos comunicó sus deseos y su amor.” Aunque fueron varios los investigadores y curiosos que visitaron a Pachita, sin duda Jacobo Grinberg fue el que buscó con mayor ahínco una respuesta a los portentos.

Para lo anterior, Grinberg echó mano de su teoría sinérgica, la cual proponía que “no hay objetos separados unos de los otros sino que es un campo informacional de una complejidad extraordinaria y que nuestro cerebro interactúa con este campo”. Sin obsesiones conceptuales, Grinberg mencionaba que dicho campo es el mismo que algunos físicos nombran “campo pre espacial” y que cuando el cerebro interactúa con el campo se genera la percepción espacio-temporal que conocemos (objetos con forma y figura).

Pese a su propio convencimiento, Grinberg se mantenía escéptico sobre la relación entre Pachita y el espíritu del tlatoani Cuauhtémoc, ya que pensaba que si existía una unidad de la existencia, los seres humanos debían de disolverse plenamente tras la muerte, borrando todo rastro de individualidad, como lo es la personalidad. Sin embargo, tras la muerte de Pachita, Grinberg se instruyó en el pensamiento islámico sufí, descubriendo que la individualidad en sí misma ya es una manifestación de la Unidad del Ser.

Los portentos de Pachita fueron ampliamente documentados en los libros de Jacobo Grinberg. De acuerdo con los testimonios recopilados en el documental El secreto del doctor Grinberg, Pachita y el científico se separaron para evitar que se hiciera pública la relación de la chamana y la familia del presidente Luis Echeverría. Bárbara Guerrero falleció en la Ciudad de México, el 29 de abril de 1979.


Ramón Lerma Alvídrez | Profesor