/ martes 12 de enero de 2021

Tiempos & Espacios | Se lo compré al de Parral, Yiyi (Agustín Lara)

Aproximadamente nueve meses duran los papás decidiendo el nombre de su hijo que nacerá. Algunos, son más rápidos y, en pocas semanas… ¡zas!... Ya lo tienen,… ¡y al bebé también!

Otros, en cada mes escogen distinto nombre para añadírselo al original, digamos:

Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino; y no se diga los sobrenombres que vendrán: El Flaco de Oro, El Músico Poeta, Tormento de las Mujeres – realmente no fue Silverio Pérez, sino el autor de éste extraordinario Paso Doble, lo confesó en una ocasión el gran torero. Así es, adivinó, amigo lector, nos referimos al Maestro Agustín Lara.

Su padre, Dr. Joaquín Mario Lara; y su madre, María Aguirre y del Pino, En 1906, a la edad de 9 años, el “flaquito” y su familia se trasladaron a la Ciudad de México. Su padre abandonó a la familia. Agustín vivió con una tía de nombre Refugio, donde tomó clases de música, ya demostraba una notable habilidad para tocar el piano. Estudió en el Liceo Fournier, pero tuvo que abandonar sus estudios para sustentar su hogar. Desde los 12 años trabajó como pianista en clubes nocturnos, diciendo a su madre que realizaba turnos telegráficos nocturnos. Ingresó en 1914 al Colegio Militar, la reprobación de varias materias, le valió un empleo en el campamento de “Cañitas” como pagador de los trabajadores que tendían la línea del ferrocarril de Durango. y en 1917 se unió al movimiento revolucionario, fue herido en ambas piernas y regresó a la capital.

Durante la década de 1920 trabajó como pianista en bares, cafés y salas de cine mudo. Por entonces, compuso la canción Marucha, escrita en honor a uno de sus primeros amores. Esta canción terminó causándole dificultades a ella, llegando en una ocasión a tener una pelea con otra mujer. En 1927 ya estaba trabajando en cabarets. Ese año, una corista llamada “Estrella” lo atacó con una botella rota; como resultado, Lara, quedó marcado con una cicatriz en su cara. Su historia es azarosa, increíble, como la de todos los famosos. Su talento, personalidad, carácter… lo hizo llegar a la cumbre, su fama llegó allende las fronteras… ¡todo mundo quería cantarle, oírle, y estar con “El Flaco”.

Fue célebre por sus amores con diversas mujeres como Esther Rivas Elorriaga en 1917, Angelina Bruscheta Carral en 1928, Clarita Martínez en 1949, Yolanda Santacruz Gasca "Yiyi" en 1953, Rocío Durán en 1964. Pero lo más relevante de su vida amorosa, fue el matrimonio con María Félix, celebrado en 1945.

Tal vez una anécdota que no debe perderse de vista, al menos a los de Parral, es la siguiente que, narra “Yiyi” en un estupendo libro - que encontré perdido en un bazar, a lado de fotos de 1913 de gente de esta región-. Narra “Yiyi”:

-“Me miraba profundamente cuando yo salía a escena […] Una noche me invitó a cenar, pero le dije que mis clases de equitación comenzaban muy temprano. Me preguntó dónde montaba, y le dije que, en la Asociación Nacional Ecuestre.

-¡Ah, el director es muy amigo mío, pasaré a verte! – dijo Agustín.

Un día que concluí entrenamiento, desmonté, y le vi avanzar a mí, después de elogios y saludos, me extendió un papel escrito…diciendo: - “mira, se lo compré a mi amigo, el director de la asociación, al Teniente Coronel Humberto Mariles.”

– Parralense, campeón olímpico en equitación, dos medallas de oro, y una de bronce en Londres 1948-. - ¡Así que compró mi caballo favorito, maestro!

  • Sí, y ahora es tuyo, Yiyi. Todo tuyo, como yo…

Aproximadamente nueve meses duran los papás decidiendo el nombre de su hijo que nacerá. Algunos, son más rápidos y, en pocas semanas… ¡zas!... Ya lo tienen,… ¡y al bebé también!

Otros, en cada mes escogen distinto nombre para añadírselo al original, digamos:

Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino; y no se diga los sobrenombres que vendrán: El Flaco de Oro, El Músico Poeta, Tormento de las Mujeres – realmente no fue Silverio Pérez, sino el autor de éste extraordinario Paso Doble, lo confesó en una ocasión el gran torero. Así es, adivinó, amigo lector, nos referimos al Maestro Agustín Lara.

Su padre, Dr. Joaquín Mario Lara; y su madre, María Aguirre y del Pino, En 1906, a la edad de 9 años, el “flaquito” y su familia se trasladaron a la Ciudad de México. Su padre abandonó a la familia. Agustín vivió con una tía de nombre Refugio, donde tomó clases de música, ya demostraba una notable habilidad para tocar el piano. Estudió en el Liceo Fournier, pero tuvo que abandonar sus estudios para sustentar su hogar. Desde los 12 años trabajó como pianista en clubes nocturnos, diciendo a su madre que realizaba turnos telegráficos nocturnos. Ingresó en 1914 al Colegio Militar, la reprobación de varias materias, le valió un empleo en el campamento de “Cañitas” como pagador de los trabajadores que tendían la línea del ferrocarril de Durango. y en 1917 se unió al movimiento revolucionario, fue herido en ambas piernas y regresó a la capital.

Durante la década de 1920 trabajó como pianista en bares, cafés y salas de cine mudo. Por entonces, compuso la canción Marucha, escrita en honor a uno de sus primeros amores. Esta canción terminó causándole dificultades a ella, llegando en una ocasión a tener una pelea con otra mujer. En 1927 ya estaba trabajando en cabarets. Ese año, una corista llamada “Estrella” lo atacó con una botella rota; como resultado, Lara, quedó marcado con una cicatriz en su cara. Su historia es azarosa, increíble, como la de todos los famosos. Su talento, personalidad, carácter… lo hizo llegar a la cumbre, su fama llegó allende las fronteras… ¡todo mundo quería cantarle, oírle, y estar con “El Flaco”.

Fue célebre por sus amores con diversas mujeres como Esther Rivas Elorriaga en 1917, Angelina Bruscheta Carral en 1928, Clarita Martínez en 1949, Yolanda Santacruz Gasca "Yiyi" en 1953, Rocío Durán en 1964. Pero lo más relevante de su vida amorosa, fue el matrimonio con María Félix, celebrado en 1945.

Tal vez una anécdota que no debe perderse de vista, al menos a los de Parral, es la siguiente que, narra “Yiyi” en un estupendo libro - que encontré perdido en un bazar, a lado de fotos de 1913 de gente de esta región-. Narra “Yiyi”:

-“Me miraba profundamente cuando yo salía a escena […] Una noche me invitó a cenar, pero le dije que mis clases de equitación comenzaban muy temprano. Me preguntó dónde montaba, y le dije que, en la Asociación Nacional Ecuestre.

-¡Ah, el director es muy amigo mío, pasaré a verte! – dijo Agustín.

Un día que concluí entrenamiento, desmonté, y le vi avanzar a mí, después de elogios y saludos, me extendió un papel escrito…diciendo: - “mira, se lo compré a mi amigo, el director de la asociación, al Teniente Coronel Humberto Mariles.”

– Parralense, campeón olímpico en equitación, dos medallas de oro, y una de bronce en Londres 1948-. - ¡Así que compró mi caballo favorito, maestro!

  • Sí, y ahora es tuyo, Yiyi. Todo tuyo, como yo…