/ sábado 26 de octubre de 2019

Tiempo de Volar 

El día de hoy deseo iniciar la reflexión con una historia del águila. En cierta ocasión un granjero subió a las montañas, y en la parte alta de la misma, se encontró un nido de águila abandonado y un huevo en él, mamá águila había muerto inesperadamente dejando el nido solo y el huevo abandonado a su suerte. El granjero lo tocó y aún estaba tibio, lo guardó entre sus ropas y bajó rápidamente hasta la granja y lo puso en el gallinero. Una gallina lo “adoptó” lo encubó y nació un aguilucho. El aguilucho imitó rápidamente las costumbres de su “mamá” adoptiva. Aprendió a picar entre la el polvo de la tierra y el lodo para buscar su alimento. Y de tiempo en tiempo, el granjero le cortaba las alas para que no volara y se le escapara. Pero un buen día para el aguilucho, y un mal día para el granjero, a este se le olvidó cortarle las alas, y mientras estaba con su pico en tierra buscando su alimento, vio en el suelo a la luz del sol la sombra de un águila que majestuosa volaba en las alturas. El aguilucho sintió latir su corazón y echo a correr mientras agitaba las alas, y para su gran sorpresa empezó a volar, a volar y a volar hasta que en un momento se encontró volando en las alturas. Fue entonces que se dio cuenta que no había sido creada para vivir agachada con el pico entre la tierra. Aprendió que había sido creada para volar en las alturas majestuosamente.

Esta historia refleja la vida del ser humano en general. Dice la palabra de Dios que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. No fuimos creados para vivir “agachados” con la vida metida en el polvo y el lodo de este mundo. Fuimos creados para volar, alcanzar o hacer cosas grandes en la vida. Y al menos que lo creamos y empecemos a mover las “alas” lo lograremos. Pero, lamentablemente el enemigo de nuestras almas a muchos les ha cortado las “alas” una y otra vez. No tienen deseo de seguir luchado. No tienen metas, sueños ni ilusiones en la vida. Viven rutinariamente metidos en los asuntos del mundo y de la carne.

Pero dice en Isaías 40:31 “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”

Este versículo dice que los que esperan en Jehová tendrán fuerzas para volar. Esperar en Dios requiere fe. A la luz de la palabra de Dios, hombres y mujeres que hicieron grandes proezas, que “volaron” alto, fueron hombres y mujeres de fe. Si fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6)

Esperar en Dios se requiere insistir, persistir y no desistir. Es decir, si aún no logra “volar” Insista, no se desanime, insista una y otra vez hasta lo logre. Si tiene luchas, persevere. Recuerde que una de las características del águila es que en la tormenta, ella vuela y vuela hasta lograr ponerse por encima de las nubes, por encima de la tormenta.

Cuando sabemos esperar en Dios, Él nos da la fuerza y la capacidad necesaria para poder “volar” No importa la edad, la circunstancias de la vida. No importa si es rico o pobre. No importa la situación o condición de la vida. Este versículo dice “los que esperan en Jehová” Quien quiera que sea, sólo espere en Dios y Él le dará “alas” para volar.

Para volar se necesita un sueño, un propósito de vida, una meta. Si no hay sueños, ni propósito, ni metas en la vida, no hay razón para volar. José el soñador tenía sueños, y ni las envidias de sus hermanos, ni la cisterna, ni la cárcel, ni las falsas acusaciones, ni nada ni nadie le impidió volar alto y llegó a ser el hombre más importante, después de faraón, de la nación primera potencia de su tiempo.

El problema no está en Dios, el problema está en nosotros, en nuestros pensamientos de “no puedo” “no sé” “no tengo” ”pobrecito e mí” Son palabras que necesitamos borrar de nuestra mente y sacar de nuestro vocabulario porque son tijeras que cortan las “alas” y matan los sueños e impiden “volar” Debemos sustituirlas por “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) Por “Jehová va delante de mí; él estará conmigo, no me dejará, ni me desamparará; no temeré ni me intimidare” (Deuteronomio 31:8)

En Romanos 12:2 (NTV) “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”

Estimado lector crea que sí se puede “volar” para eso fuimos creados, pero nadie puede volar con tres bultos de cemento encima, deshágase en el nombre de Cristo de todo o cualquier peso que le impide volar.

Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo. Es tiempo de “volar”

Casa de Oración Pacto de Paz

El día de hoy deseo iniciar la reflexión con una historia del águila. En cierta ocasión un granjero subió a las montañas, y en la parte alta de la misma, se encontró un nido de águila abandonado y un huevo en él, mamá águila había muerto inesperadamente dejando el nido solo y el huevo abandonado a su suerte. El granjero lo tocó y aún estaba tibio, lo guardó entre sus ropas y bajó rápidamente hasta la granja y lo puso en el gallinero. Una gallina lo “adoptó” lo encubó y nació un aguilucho. El aguilucho imitó rápidamente las costumbres de su “mamá” adoptiva. Aprendió a picar entre la el polvo de la tierra y el lodo para buscar su alimento. Y de tiempo en tiempo, el granjero le cortaba las alas para que no volara y se le escapara. Pero un buen día para el aguilucho, y un mal día para el granjero, a este se le olvidó cortarle las alas, y mientras estaba con su pico en tierra buscando su alimento, vio en el suelo a la luz del sol la sombra de un águila que majestuosa volaba en las alturas. El aguilucho sintió latir su corazón y echo a correr mientras agitaba las alas, y para su gran sorpresa empezó a volar, a volar y a volar hasta que en un momento se encontró volando en las alturas. Fue entonces que se dio cuenta que no había sido creada para vivir agachada con el pico entre la tierra. Aprendió que había sido creada para volar en las alturas majestuosamente.

Esta historia refleja la vida del ser humano en general. Dice la palabra de Dios que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. No fuimos creados para vivir “agachados” con la vida metida en el polvo y el lodo de este mundo. Fuimos creados para volar, alcanzar o hacer cosas grandes en la vida. Y al menos que lo creamos y empecemos a mover las “alas” lo lograremos. Pero, lamentablemente el enemigo de nuestras almas a muchos les ha cortado las “alas” una y otra vez. No tienen deseo de seguir luchado. No tienen metas, sueños ni ilusiones en la vida. Viven rutinariamente metidos en los asuntos del mundo y de la carne.

Pero dice en Isaías 40:31 “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”

Este versículo dice que los que esperan en Jehová tendrán fuerzas para volar. Esperar en Dios requiere fe. A la luz de la palabra de Dios, hombres y mujeres que hicieron grandes proezas, que “volaron” alto, fueron hombres y mujeres de fe. Si fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6)

Esperar en Dios se requiere insistir, persistir y no desistir. Es decir, si aún no logra “volar” Insista, no se desanime, insista una y otra vez hasta lo logre. Si tiene luchas, persevere. Recuerde que una de las características del águila es que en la tormenta, ella vuela y vuela hasta lograr ponerse por encima de las nubes, por encima de la tormenta.

Cuando sabemos esperar en Dios, Él nos da la fuerza y la capacidad necesaria para poder “volar” No importa la edad, la circunstancias de la vida. No importa si es rico o pobre. No importa la situación o condición de la vida. Este versículo dice “los que esperan en Jehová” Quien quiera que sea, sólo espere en Dios y Él le dará “alas” para volar.

Para volar se necesita un sueño, un propósito de vida, una meta. Si no hay sueños, ni propósito, ni metas en la vida, no hay razón para volar. José el soñador tenía sueños, y ni las envidias de sus hermanos, ni la cisterna, ni la cárcel, ni las falsas acusaciones, ni nada ni nadie le impidió volar alto y llegó a ser el hombre más importante, después de faraón, de la nación primera potencia de su tiempo.

El problema no está en Dios, el problema está en nosotros, en nuestros pensamientos de “no puedo” “no sé” “no tengo” ”pobrecito e mí” Son palabras que necesitamos borrar de nuestra mente y sacar de nuestro vocabulario porque son tijeras que cortan las “alas” y matan los sueños e impiden “volar” Debemos sustituirlas por “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) Por “Jehová va delante de mí; él estará conmigo, no me dejará, ni me desamparará; no temeré ni me intimidare” (Deuteronomio 31:8)

En Romanos 12:2 (NTV) “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”

Estimado lector crea que sí se puede “volar” para eso fuimos creados, pero nadie puede volar con tres bultos de cemento encima, deshágase en el nombre de Cristo de todo o cualquier peso que le impide volar.

Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo. Es tiempo de “volar”

Casa de Oración Pacto de Paz