/ jueves 29 de noviembre de 2018

¿Súper delegados?

El ascenso de López Obrador al poder viene aparejado de lo que el grupo que lo eligió y apoyó se ha esforzado por sostener es la cuarta transformación del país. Esa supuesta cuarta transformación puede descomponerse en una serie de propuestas que rompen con el esquema del Status Quo, pero que de manera franca deben ser analizadas a profundidad. Uno de los nuevos elementos propuestos antes del inicio del nuevo gobierno es un cambio administrativo de fondo, con la figura de los delegados Federales.

Los delegados han sido históricamente ejecutores de disposiciones federales en concordancia con los Estados. Son pues figuras administrativas con la capacidad de aplicar recursos de la federación en programas concretos y que con regularidad operan en conjunto con los gobiernos de los Estados. Es claro recalcar que los delegados son también una representación política del gobierno Federal en los Estados. En su momento, Vicente Fox propuso la idea de la desaparición de algunas delegaciones Federales en los Estados como un mecanismo de reducir la burocracia, pero se encontró con el fortalecimiento del Poder de los gobernadores y la dificultad de coordinación de las acciones. Fox entendió en ello que el gobierno no sólo es un asunto administrativo, sino político y social.

Hoy, los legisladores de MORENA proponen un movimiento contrario al que en su momento planteó Fox, esto para recibir al portador de la mencionada transformación en un ambiente de mucho mayor control. Ahora se pretende fortalecer a una nueva figura que erradicaría a la anterior en un ánimo de reducir burocracia y eficientar la toma de decisiones. Los súper delegados son designaciones del Ejecutivo Federal para tener una representación fortalecida en los Estados. Son figuras que administrarán los recursos federales en los Estados y que responde directamente a la oficina presidencial por medio de la coordinación general de programas. Todo lo que el Estado deba tratar con la federación deberá pasar por esta figura.

Esto ha causado un claro y correcto descontento, pues se vulnera en mucho la figura de los Gobernadores, siendo sustituidas algunas de sus facultades con designaciones del Federal. Esto genera entonces una confrontación entre dos visiones de la Federación y dos versiones sobre cómo manejar el poder.

Lo que es cierto es que la historia de la política nos ha dejado claro que las grandes concentraciones de poder nunca devienen en mejores condiciones sociales; contrario a ello, el exceso en el poder y su escasa distribución encierra todos los abusos posibles.

Desde una óptica administrativa tal vez el “ahorro” sea significativo, pero desde una óptica política, el costo puede ser muy severo. Este es un tema que debería ser sopesado, y probablemente privilegiar la noción de poderes diluidos y suma de voluntades, antes de grandes poderes que no puedan ser controlados.

El ascenso de López Obrador al poder viene aparejado de lo que el grupo que lo eligió y apoyó se ha esforzado por sostener es la cuarta transformación del país. Esa supuesta cuarta transformación puede descomponerse en una serie de propuestas que rompen con el esquema del Status Quo, pero que de manera franca deben ser analizadas a profundidad. Uno de los nuevos elementos propuestos antes del inicio del nuevo gobierno es un cambio administrativo de fondo, con la figura de los delegados Federales.

Los delegados han sido históricamente ejecutores de disposiciones federales en concordancia con los Estados. Son pues figuras administrativas con la capacidad de aplicar recursos de la federación en programas concretos y que con regularidad operan en conjunto con los gobiernos de los Estados. Es claro recalcar que los delegados son también una representación política del gobierno Federal en los Estados. En su momento, Vicente Fox propuso la idea de la desaparición de algunas delegaciones Federales en los Estados como un mecanismo de reducir la burocracia, pero se encontró con el fortalecimiento del Poder de los gobernadores y la dificultad de coordinación de las acciones. Fox entendió en ello que el gobierno no sólo es un asunto administrativo, sino político y social.

Hoy, los legisladores de MORENA proponen un movimiento contrario al que en su momento planteó Fox, esto para recibir al portador de la mencionada transformación en un ambiente de mucho mayor control. Ahora se pretende fortalecer a una nueva figura que erradicaría a la anterior en un ánimo de reducir burocracia y eficientar la toma de decisiones. Los súper delegados son designaciones del Ejecutivo Federal para tener una representación fortalecida en los Estados. Son figuras que administrarán los recursos federales en los Estados y que responde directamente a la oficina presidencial por medio de la coordinación general de programas. Todo lo que el Estado deba tratar con la federación deberá pasar por esta figura.

Esto ha causado un claro y correcto descontento, pues se vulnera en mucho la figura de los Gobernadores, siendo sustituidas algunas de sus facultades con designaciones del Federal. Esto genera entonces una confrontación entre dos visiones de la Federación y dos versiones sobre cómo manejar el poder.

Lo que es cierto es que la historia de la política nos ha dejado claro que las grandes concentraciones de poder nunca devienen en mejores condiciones sociales; contrario a ello, el exceso en el poder y su escasa distribución encierra todos los abusos posibles.

Desde una óptica administrativa tal vez el “ahorro” sea significativo, pero desde una óptica política, el costo puede ser muy severo. Este es un tema que debería ser sopesado, y probablemente privilegiar la noción de poderes diluidos y suma de voluntades, antes de grandes poderes que no puedan ser controlados.