/ domingo 23 de agosto de 2020

Solo Cree

En el mundo natural en que vivimos rodeado de tantos males, hay muchas cosas que pueden parecer imposible que cambien, es más, ni siquiera que mejoren un poco. Es común escuchar “y las cosas se van a poner peores” Pero que en el ámbito espiritual se reduce a algo tan fácil de realizar con solo un mínimo requisito y este es: “creer” Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40)

Ver la gloria de Dios es una promesa de Dios, el requisito es creer. Ver la gloria de Dios es ver maravillas, milagros de Dios. Es ver como Dios obra sobrenaturalmente por encima de cualquier situación.

Dios no tiene límites para actuar, Él puede hacer desde que de una piedra salga agua, como abrir un mar. Derribar una murallas de casi ocho metros de ancho con un solo grito, o como derribar a un gigante de más del doble de tu estatura. Dios puede dar de alimentar a más de cinco mil personas con unos pocos panes y peces, que el aceite de una viuda fluya sin cesar. O que un muerto, Lázaro, resucite. Que una pareja de estériles ancianos, Abram y Sara, tengan un hijo. Que un ciego vea y un mudo hable. Que un endemoniado sea libre. Que un cojo camine, o un lisiado sea sanado. Que cualquier enfermo sea sanado. Para Él no hay nada imposible, Dios no está limitado a nada ni nadie, solo hay un requisito para ver su gloria, para que su poder se manifieste, y este es: CREER.

Es así como muchos en el pasado han visto la gloria de Dios en sus vidas. Nosotros, hoy día, también podemos ver la gloria de Dios en medio de la pandemia, el requisito es creer. Dice Jesús en Juan 17: 24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado…” Él decía, quiero que vean mi gloria, quiero que vean mi poder, que vean mi grandeza.

Tengo la confianza de que Cristo desea que cada uno veamos la gloria de Dios, veamos el poder de Dios. Es cierto que no necesitamos ver para creer, pero si necesitamos creer para ver. Y los tiempos que nos tocado vivir, hoy más que nunca, necesitamos creer que Dios puede obrar sobrenaturalmente y hacer que las condiciones actuales nos sean favorables.

La pregunta ahora es: ¿Estamos creyendo lo suficiente como para ver la gloria de Dios manifestada en nuestra vida, nuestra familia, nuestra sociedad?, ¿Estamos teniendo la suficiente FE como para ver las maravillas que Dios quiere que veamos?, o ¿Acaso estamos lejos de esa fe que se necesita epara ver la Gloria de Dios? Creo, mi estimado, que los tiempos y las sazones que estamos viviendo, son los mejores para depositar totalmente nuestra confianza en Dios. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40) El apóstol Pablo dice que vivimos por fe, no por las cosas que vemos (2 Cor. 5:7)

Deseo terminar la reflexión de hoy dejando estos versículos de la palabra de Dios en su corazón: “«Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto». (Jermías 17:7-8)

En el mundo natural en que vivimos rodeado de tantos males, hay muchas cosas que pueden parecer imposible que cambien, es más, ni siquiera que mejoren un poco. Es común escuchar “y las cosas se van a poner peores” Pero que en el ámbito espiritual se reduce a algo tan fácil de realizar con solo un mínimo requisito y este es: “creer” Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40)

Ver la gloria de Dios es una promesa de Dios, el requisito es creer. Ver la gloria de Dios es ver maravillas, milagros de Dios. Es ver como Dios obra sobrenaturalmente por encima de cualquier situación.

Dios no tiene límites para actuar, Él puede hacer desde que de una piedra salga agua, como abrir un mar. Derribar una murallas de casi ocho metros de ancho con un solo grito, o como derribar a un gigante de más del doble de tu estatura. Dios puede dar de alimentar a más de cinco mil personas con unos pocos panes y peces, que el aceite de una viuda fluya sin cesar. O que un muerto, Lázaro, resucite. Que una pareja de estériles ancianos, Abram y Sara, tengan un hijo. Que un ciego vea y un mudo hable. Que un endemoniado sea libre. Que un cojo camine, o un lisiado sea sanado. Que cualquier enfermo sea sanado. Para Él no hay nada imposible, Dios no está limitado a nada ni nadie, solo hay un requisito para ver su gloria, para que su poder se manifieste, y este es: CREER.

Es así como muchos en el pasado han visto la gloria de Dios en sus vidas. Nosotros, hoy día, también podemos ver la gloria de Dios en medio de la pandemia, el requisito es creer. Dice Jesús en Juan 17: 24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado…” Él decía, quiero que vean mi gloria, quiero que vean mi poder, que vean mi grandeza.

Tengo la confianza de que Cristo desea que cada uno veamos la gloria de Dios, veamos el poder de Dios. Es cierto que no necesitamos ver para creer, pero si necesitamos creer para ver. Y los tiempos que nos tocado vivir, hoy más que nunca, necesitamos creer que Dios puede obrar sobrenaturalmente y hacer que las condiciones actuales nos sean favorables.

La pregunta ahora es: ¿Estamos creyendo lo suficiente como para ver la gloria de Dios manifestada en nuestra vida, nuestra familia, nuestra sociedad?, ¿Estamos teniendo la suficiente FE como para ver las maravillas que Dios quiere que veamos?, o ¿Acaso estamos lejos de esa fe que se necesita epara ver la Gloria de Dios? Creo, mi estimado, que los tiempos y las sazones que estamos viviendo, son los mejores para depositar totalmente nuestra confianza en Dios. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40) El apóstol Pablo dice que vivimos por fe, no por las cosas que vemos (2 Cor. 5:7)

Deseo terminar la reflexión de hoy dejando estos versículos de la palabra de Dios en su corazón: “«Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto». (Jermías 17:7-8)