/ sábado 7 de septiembre de 2019

Solamente mayordomos, no dueños

En Esta ocasión deseo dar inicio a la reflexión de hoy con una pregunta ¿Qué es un mayordomo? Y digamos, en términos muy sencillos, que un mayordomo es una persona que cuida o administra las finanzas, las propiedades y los asuntos de otra persona. El mayordomo no es el dueño, el no posee lo que administra, El dueño le da al mayordomo la responsabilidad de administrar sabiamente sus posesiones. En ese sentido, la biblia nos enseña que Dios por medio de Cristo es el dueño de todo, incluyéndonos a nosotros. Dios nos creó a nosotros por Cristo y para Cristo “Todas las cosas por Él fueron hechas” (Juan 1:3) Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16) “Del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10.26).

Dios nos da a los seres humanos una casa para vivir y bien administrar llamada “tierra”. No es nuestra, es de Él. Ya desde génesis leemos que Dios puso al hombre en el huerto que había creado para que CUIDARÁ de él. Al nosotros administrar sus recursos, tenemos que pensar en algo más que sólo nuestra propia seguridad y bienestar. Debemos tomar en cuenta la gloria de Dios porque para eso mismo Él creó a la tierra. Dios manda que administremos su planeta de una forma que los recursos naturales no se echen a perder. Cuando cuidamos la tierra de forma adecuada, entonces la misma glorifica a su Creador, mostrando su poder y su infinita sabiduría (Sal. 19:1-6) La ecología que Dios ordena es para el bienestar de su creación (Salmo 104)

En el principio, cuando Dios creó la tierra, el mundo era hermoso y perfecto. Pero los seres humanos pronto destruimos la belleza más sobresaliente de aquella naturaleza creada por Dios cuando nos rebelamos contra él. A partir del día que pecamos, la propia tierra fue envejeciéndose “como ropa de vestir” (Isaías 51.6) Y lamentablemente hoy tenemos un mundo envejecido, enfermo y con serios problemas.

Gran parte de la belleza original de nuestro planeta ya está irremediablemente arruinada a causa de nuestro pecado. De hecho, todo el universo es como un gigantesco reloj que está perdiendo su cuerda. ¡Un día se detendrá para siempre! “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22)

A pesar del hecho de que este planeta está destinado a ser destruido un día, Dios no nos ha ordenado en ninguna parte de la Biblia que destruyamos la belleza o los recursos que todavía existen en el planeta tierra. Al contrario, Dios nos ha ordenado que los conservemos. Es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible por mantener la tierra en buenas condiciones ecológicas.

Nuestros hijos, nietos y bisnietos vivirán sobre la tierra. No debemos ser egoístas con los recursos naturales. La Biblia nos amonesta que no debemos mirar “cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:4). Usemos los recursos naturales que hay en la tierra, pero no los malgastemos y no contaminemos. Luego, deje que las generaciones futuras tengan una buena herencia con relación a lo que hay en la tierra. Y una buena herencia, refiriéndose al tema de la tierra, es heredar una tierra limpia, productiva y encantadora, haciendo de la misma un lugar muy especial para vivir.

La naturaleza es algo que Dios nos ha dejado a los humanos. Es la responsabilidad de toda generación hacer uso de ella con sabiduría y hacer que las generaciones futuras la hereden en buenas condiciones.

Pero por lo general, cuando se menciona este tema ni siquiera pensamos en el aire. Tomamos por sentado que siempre habrá aire saludable para respirar. Hace algún tiempo nadie pensaba en todo el humo, el dióxido de carbono y otros gases tóxicos que se expulsaban al aire. Ahora el mundo está aprendiendo que hay que usar el recurso natural del aire de manera más responsable.

Incluso las empresas agrícolas echan basura y muchos desperdicios venenosos en nuestros ríos y arroyos, de tal modo que el mundo entero se está dando cuenta que se tiene que regular y controlar el acceso a los recursos naturales de los ríos, lagos y arroyos.

En tiempos pasados la gente pensaba que los árboles eran un recurso natural casi inagotable. Pero a causa de la tala indiscriminada y el mal aprovechamiento de la madera, hoy hay muchos lugares que carecen de madera.

Parecería imposible que el hombre pudiera ejercer influencia alga en el bienestar o la destrucción de las millones de especies marinas y otras criaturas que viven en los océanos. Sin embargo, a causa de los ríos contaminados que desembocan en el mar y debido a la manera que se limpian los barcos que transportan el petróleo, el hombre está afectando el medio ambiente de los vastos océanos.

Todos tenemos la opción de conservar o destruir la naturaleza por medio de sus hábitos diarios. Dios le confió la tierra al hombre. Esto quiere decir que él le confió una pequeña parte a usted. ¿Está usted cuidando o desperdiciando los recursos naturales que Dios ha puesto a su cuidado?

Estimado lector, crea en Dios sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Pastor. J. Andrés Pimentel M.

En Esta ocasión deseo dar inicio a la reflexión de hoy con una pregunta ¿Qué es un mayordomo? Y digamos, en términos muy sencillos, que un mayordomo es una persona que cuida o administra las finanzas, las propiedades y los asuntos de otra persona. El mayordomo no es el dueño, el no posee lo que administra, El dueño le da al mayordomo la responsabilidad de administrar sabiamente sus posesiones. En ese sentido, la biblia nos enseña que Dios por medio de Cristo es el dueño de todo, incluyéndonos a nosotros. Dios nos creó a nosotros por Cristo y para Cristo “Todas las cosas por Él fueron hechas” (Juan 1:3) Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16) “Del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10.26).

Dios nos da a los seres humanos una casa para vivir y bien administrar llamada “tierra”. No es nuestra, es de Él. Ya desde génesis leemos que Dios puso al hombre en el huerto que había creado para que CUIDARÁ de él. Al nosotros administrar sus recursos, tenemos que pensar en algo más que sólo nuestra propia seguridad y bienestar. Debemos tomar en cuenta la gloria de Dios porque para eso mismo Él creó a la tierra. Dios manda que administremos su planeta de una forma que los recursos naturales no se echen a perder. Cuando cuidamos la tierra de forma adecuada, entonces la misma glorifica a su Creador, mostrando su poder y su infinita sabiduría (Sal. 19:1-6) La ecología que Dios ordena es para el bienestar de su creación (Salmo 104)

En el principio, cuando Dios creó la tierra, el mundo era hermoso y perfecto. Pero los seres humanos pronto destruimos la belleza más sobresaliente de aquella naturaleza creada por Dios cuando nos rebelamos contra él. A partir del día que pecamos, la propia tierra fue envejeciéndose “como ropa de vestir” (Isaías 51.6) Y lamentablemente hoy tenemos un mundo envejecido, enfermo y con serios problemas.

Gran parte de la belleza original de nuestro planeta ya está irremediablemente arruinada a causa de nuestro pecado. De hecho, todo el universo es como un gigantesco reloj que está perdiendo su cuerda. ¡Un día se detendrá para siempre! “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22)

A pesar del hecho de que este planeta está destinado a ser destruido un día, Dios no nos ha ordenado en ninguna parte de la Biblia que destruyamos la belleza o los recursos que todavía existen en el planeta tierra. Al contrario, Dios nos ha ordenado que los conservemos. Es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible por mantener la tierra en buenas condiciones ecológicas.

Nuestros hijos, nietos y bisnietos vivirán sobre la tierra. No debemos ser egoístas con los recursos naturales. La Biblia nos amonesta que no debemos mirar “cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:4). Usemos los recursos naturales que hay en la tierra, pero no los malgastemos y no contaminemos. Luego, deje que las generaciones futuras tengan una buena herencia con relación a lo que hay en la tierra. Y una buena herencia, refiriéndose al tema de la tierra, es heredar una tierra limpia, productiva y encantadora, haciendo de la misma un lugar muy especial para vivir.

La naturaleza es algo que Dios nos ha dejado a los humanos. Es la responsabilidad de toda generación hacer uso de ella con sabiduría y hacer que las generaciones futuras la hereden en buenas condiciones.

Pero por lo general, cuando se menciona este tema ni siquiera pensamos en el aire. Tomamos por sentado que siempre habrá aire saludable para respirar. Hace algún tiempo nadie pensaba en todo el humo, el dióxido de carbono y otros gases tóxicos que se expulsaban al aire. Ahora el mundo está aprendiendo que hay que usar el recurso natural del aire de manera más responsable.

Incluso las empresas agrícolas echan basura y muchos desperdicios venenosos en nuestros ríos y arroyos, de tal modo que el mundo entero se está dando cuenta que se tiene que regular y controlar el acceso a los recursos naturales de los ríos, lagos y arroyos.

En tiempos pasados la gente pensaba que los árboles eran un recurso natural casi inagotable. Pero a causa de la tala indiscriminada y el mal aprovechamiento de la madera, hoy hay muchos lugares que carecen de madera.

Parecería imposible que el hombre pudiera ejercer influencia alga en el bienestar o la destrucción de las millones de especies marinas y otras criaturas que viven en los océanos. Sin embargo, a causa de los ríos contaminados que desembocan en el mar y debido a la manera que se limpian los barcos que transportan el petróleo, el hombre está afectando el medio ambiente de los vastos océanos.

Todos tenemos la opción de conservar o destruir la naturaleza por medio de sus hábitos diarios. Dios le confió la tierra al hombre. Esto quiere decir que él le confió una pequeña parte a usted. ¿Está usted cuidando o desperdiciando los recursos naturales que Dios ha puesto a su cuidado?

Estimado lector, crea en Dios sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Pastor. J. Andrés Pimentel M.