/ miércoles 27 de abril de 2022

Sobremesa | Un día con Galileo

Hoy sabemos que los planetas se mueven en órbitas fijas alrededor del sol. En los tiempos de Galileo, casi todos los astrónomos creían que la tierra ocupaba una posición fija en el centro de una vasta esfera a través de la cual se movían los demás cuerpos celestes. Fue en el año de 1543 que Nicolás Copérnico situaba al sol en el centro del universo, Galileo aportó la primera prueba científica que demostraba la idea de Copérnico.

La ciencia se construye por la curiosidad. Es que la curiosidad es una característica científica. Luego se procede a la investigación y al desafío de lo que se está establecido. Es importante destacar la determinación de exponer una verdad que no está comprobada hasta el momento, y la férrea decisión de ser juzgado loco.

Sucede que Galileo aprendió de su padre a tocar el laúd y adoptar un espíritu crítico cuando se enfrentaba a as ideas estrechas, en especial a las posiciones autoritarias.

En su juventud Galileo decide estudiar medicina, pero se percató de que su verdadera vocación era el estudio de las matemáticas. Además le interesaba la aplicación de la ciencia. El inventó el primer cronómetro de precisión que tuvo la humanidad. Su pasión por saber el cómo y el poder de las cosas lo llevó a construir en 1568 una pequeña balanza que podía utilizarse para medir el peso de los objetos en el agua.

Además de ser experto en física y matemáticas estudiaba literatura, asistía al teatro y tocaba el laúd. También construyó un telescopio. Descubrió las lunas de Júpiter y las manchas de la luna y el sol.

En muchas ocasiones se pretende reducir las capacidades de las personas, en un afán de homogenizar, especializar y encuadrar al ser humano. La capacidad de expansión de las habilidades de cada persona son distintas, los recursos internos y así como los inclinaciones de cada personalidad.

Surge en mi práctica docente la inquietud de mostrar el ate como una opción de que los niños, niñas y jóvenes encuentren no solo una manera de expresarse, sino el gozo de la contemplación y la apreciación del descubrimiento de ellos y ellas mismas en la belleza y el deleite de cualquier expresión artística. Mis pretensiones siempre son ambiciosas. Deseo para ellos que la ópera endulce sus oídos y Monet los cautive con su colorida expresión. Les muestro, les comparto, como quien ofrece golosinas, ellos las observan y veo un brillo en sus ojos, en algunas ocasiones el brillo es leve, se pierde y en otras ocasiones es luminoso. Yo les presento el arte con sus distintos rostros, me valgo de ejemplos como Galileo, para que sepan que ellos pueden amar el arte y la ciencia. También los invito a que encuentren su camino en la vida, y aún más que su vida sea plena y armoniosa. Leemos la biografía de Galileo, la revisamos, luego comentamos. Lo ven un personaje lejano. Yo en cambio siento a Galileo sentado frente a mí, atento y pensativo. Lo imagino cavilando sobre nuevas teorías, desafiando la ciencia conocida y sobre todo haciendo propuestas.

Disfruto conocer a Galileo. Encuentro el programa de estudios que dice que debemos formar seres humanos integrales y entonces Galileo se convierte en la aspiración de un docente. Galileo amante del arte, científico y desafiante ante la ciencia conocida hasta ese momento de la historia.

Mi escritorio está atiborrado de libros, los alumnos me observan y yo me inspiro en sus miradas para no perderme en el caos del conocimiento. Vuelvo mis ojos hacia ellos que efímeras aves se posan en las ramas de una escuela.

Ana Verónica Torres Licon | Docente, Escritora

Hoy sabemos que los planetas se mueven en órbitas fijas alrededor del sol. En los tiempos de Galileo, casi todos los astrónomos creían que la tierra ocupaba una posición fija en el centro de una vasta esfera a través de la cual se movían los demás cuerpos celestes. Fue en el año de 1543 que Nicolás Copérnico situaba al sol en el centro del universo, Galileo aportó la primera prueba científica que demostraba la idea de Copérnico.

La ciencia se construye por la curiosidad. Es que la curiosidad es una característica científica. Luego se procede a la investigación y al desafío de lo que se está establecido. Es importante destacar la determinación de exponer una verdad que no está comprobada hasta el momento, y la férrea decisión de ser juzgado loco.

Sucede que Galileo aprendió de su padre a tocar el laúd y adoptar un espíritu crítico cuando se enfrentaba a as ideas estrechas, en especial a las posiciones autoritarias.

En su juventud Galileo decide estudiar medicina, pero se percató de que su verdadera vocación era el estudio de las matemáticas. Además le interesaba la aplicación de la ciencia. El inventó el primer cronómetro de precisión que tuvo la humanidad. Su pasión por saber el cómo y el poder de las cosas lo llevó a construir en 1568 una pequeña balanza que podía utilizarse para medir el peso de los objetos en el agua.

Además de ser experto en física y matemáticas estudiaba literatura, asistía al teatro y tocaba el laúd. También construyó un telescopio. Descubrió las lunas de Júpiter y las manchas de la luna y el sol.

En muchas ocasiones se pretende reducir las capacidades de las personas, en un afán de homogenizar, especializar y encuadrar al ser humano. La capacidad de expansión de las habilidades de cada persona son distintas, los recursos internos y así como los inclinaciones de cada personalidad.

Surge en mi práctica docente la inquietud de mostrar el ate como una opción de que los niños, niñas y jóvenes encuentren no solo una manera de expresarse, sino el gozo de la contemplación y la apreciación del descubrimiento de ellos y ellas mismas en la belleza y el deleite de cualquier expresión artística. Mis pretensiones siempre son ambiciosas. Deseo para ellos que la ópera endulce sus oídos y Monet los cautive con su colorida expresión. Les muestro, les comparto, como quien ofrece golosinas, ellos las observan y veo un brillo en sus ojos, en algunas ocasiones el brillo es leve, se pierde y en otras ocasiones es luminoso. Yo les presento el arte con sus distintos rostros, me valgo de ejemplos como Galileo, para que sepan que ellos pueden amar el arte y la ciencia. También los invito a que encuentren su camino en la vida, y aún más que su vida sea plena y armoniosa. Leemos la biografía de Galileo, la revisamos, luego comentamos. Lo ven un personaje lejano. Yo en cambio siento a Galileo sentado frente a mí, atento y pensativo. Lo imagino cavilando sobre nuevas teorías, desafiando la ciencia conocida y sobre todo haciendo propuestas.

Disfruto conocer a Galileo. Encuentro el programa de estudios que dice que debemos formar seres humanos integrales y entonces Galileo se convierte en la aspiración de un docente. Galileo amante del arte, científico y desafiante ante la ciencia conocida hasta ese momento de la historia.

Mi escritorio está atiborrado de libros, los alumnos me observan y yo me inspiro en sus miradas para no perderme en el caos del conocimiento. Vuelvo mis ojos hacia ellos que efímeras aves se posan en las ramas de una escuela.

Ana Verónica Torres Licon | Docente, Escritora