/ miércoles 10 de noviembre de 2021

Sobremesa | El Quijote en la vida de los jóvenes

Por la manchega llanura,

se ve la triste figura

De Don Quijote pasar.

León Felipe


Tenías razón ilustre don Quijote, al decir que tu historia sería reconocida en todos los confines de la tierra y que habría de perdurar durante siglos. Y tanta razón tenias que hoy, a un paso del año dos mil, muchos aprendemos, leyendo tus aventuras, a luchar contra los nuevos molinos de viento, como son la pereza, la ociosidad, la abulia, la inmadurez, la incomprensión y el desaliento, impregnando todo ello con este maldito desmedido liberalismo que vicia de origen las más sanas intenciones y ahoga en germen los más puros anhelos del ser humano. Estos, oh caballero de la Triste Figura, son los modernos gigantes que atravesados en el camino de nuestra libertad, pretenden privarnos de ella y convertirnos, no siempre a nuestro pesar, en esclavos de nuestro propio libertinaje.

Ya no eras tan joven cuando diste comienzo a tus andanzas, pero tu alma y tu espíritu emanaban juventud, ansias de emprender cada hazaña con el mismo ímpetu, sin desamino, haciendo el bien y tratando tercamente de renovar tu mundo. Actualmente habemos millones de jóvenes en el planeta que, sumidos en un profundo letargo, no tenemos ganas de hacer el bien, ni fuerzas para cambiar el mundo, ni ánimo de intentarlo. Como el león dormido que aparece en la portada de la primera edición de tu libro y que según los estudiosos, representa la España del Siglo de Oro, así esta juventud, plena de vitalidad, henchida de vigor y fuerza que le permitirían acometer retos ingentes, prefiere dormir, amodorrada por la pesadez letárgica de una sociedad desprovista de valores, una literatura torpe y licenciosa considerada obra de arte y una avalancha de mensajes negativos, falaces y consumistas de los medios de comunicación, que acatamos al pie de la letra.

¡Gracias por hacernos despertar, Caballero del Honor! Gracias no solo por quienes nos hemos complacido en la lectura de tus andanzas, sino también por las generaciones venideras que te disfrutarán y que serán devueltas como nosotros de la muerte en vida, ya que vivir sin un propósito, sin un ideal, sin una ilusión, sin un sueño magnifico y grandioso que realizar es como vegetar, es como un principio sin final y como flor que no fue fruto.

Los jóvenes carentes de sueños propios, pues la televisión nos los da ya procesados, hemos perdido el carácter que ha distinguido a los espíritus reacios, pues los retos existen y no los aceptamos, preferimos escabullirnos evitando el desafío y perdiendo la oportunidad de vencer y de ganar dignidad, honor y estima. Tu en cambio, soñador de lo infinito, has corrido, sin medirlos, todos los riesgos por consumar tu misión. Que importante es ser un soñador, porque esto te mantiene vivo, te hace fluir la sangre por las venas y te orienta hacia la lucha por la consumación de tu ideal.

Luchar, y luchar sin violencia, con las armas de la razón y de la justicia, siguiendo tu ejemplo.

Ya en mi corazón se va gestando un pequeño Quijote, por que se que nuestro mundo necesita de hombres como tú, que con honor, lealtad , honradez y valentía, transformen el mundo en algo más justo, desdeñando la aprobación de la sociedad, abandonando sus posesiones para incrementar la herencia de la humanidad, conscientes de que no es fácil el triunfo, pero conformes y satisfechos de no haber pertenecido a la masa gris de humanidad, que resbala hacia su propia destrucción, sino al grupo selecto y esforzado de Caballeros Andantes.

(Del Baúl de los recuerdos, escrita en Enero de 1999, cuando participé en el primer concurso de Don Quijote en la vida de los Jóvenes.)


Ana Verónica Torres Licón | Docente y Escritora



Por la manchega llanura,

se ve la triste figura

De Don Quijote pasar.

León Felipe


Tenías razón ilustre don Quijote, al decir que tu historia sería reconocida en todos los confines de la tierra y que habría de perdurar durante siglos. Y tanta razón tenias que hoy, a un paso del año dos mil, muchos aprendemos, leyendo tus aventuras, a luchar contra los nuevos molinos de viento, como son la pereza, la ociosidad, la abulia, la inmadurez, la incomprensión y el desaliento, impregnando todo ello con este maldito desmedido liberalismo que vicia de origen las más sanas intenciones y ahoga en germen los más puros anhelos del ser humano. Estos, oh caballero de la Triste Figura, son los modernos gigantes que atravesados en el camino de nuestra libertad, pretenden privarnos de ella y convertirnos, no siempre a nuestro pesar, en esclavos de nuestro propio libertinaje.

Ya no eras tan joven cuando diste comienzo a tus andanzas, pero tu alma y tu espíritu emanaban juventud, ansias de emprender cada hazaña con el mismo ímpetu, sin desamino, haciendo el bien y tratando tercamente de renovar tu mundo. Actualmente habemos millones de jóvenes en el planeta que, sumidos en un profundo letargo, no tenemos ganas de hacer el bien, ni fuerzas para cambiar el mundo, ni ánimo de intentarlo. Como el león dormido que aparece en la portada de la primera edición de tu libro y que según los estudiosos, representa la España del Siglo de Oro, así esta juventud, plena de vitalidad, henchida de vigor y fuerza que le permitirían acometer retos ingentes, prefiere dormir, amodorrada por la pesadez letárgica de una sociedad desprovista de valores, una literatura torpe y licenciosa considerada obra de arte y una avalancha de mensajes negativos, falaces y consumistas de los medios de comunicación, que acatamos al pie de la letra.

¡Gracias por hacernos despertar, Caballero del Honor! Gracias no solo por quienes nos hemos complacido en la lectura de tus andanzas, sino también por las generaciones venideras que te disfrutarán y que serán devueltas como nosotros de la muerte en vida, ya que vivir sin un propósito, sin un ideal, sin una ilusión, sin un sueño magnifico y grandioso que realizar es como vegetar, es como un principio sin final y como flor que no fue fruto.

Los jóvenes carentes de sueños propios, pues la televisión nos los da ya procesados, hemos perdido el carácter que ha distinguido a los espíritus reacios, pues los retos existen y no los aceptamos, preferimos escabullirnos evitando el desafío y perdiendo la oportunidad de vencer y de ganar dignidad, honor y estima. Tu en cambio, soñador de lo infinito, has corrido, sin medirlos, todos los riesgos por consumar tu misión. Que importante es ser un soñador, porque esto te mantiene vivo, te hace fluir la sangre por las venas y te orienta hacia la lucha por la consumación de tu ideal.

Luchar, y luchar sin violencia, con las armas de la razón y de la justicia, siguiendo tu ejemplo.

Ya en mi corazón se va gestando un pequeño Quijote, por que se que nuestro mundo necesita de hombres como tú, que con honor, lealtad , honradez y valentía, transformen el mundo en algo más justo, desdeñando la aprobación de la sociedad, abandonando sus posesiones para incrementar la herencia de la humanidad, conscientes de que no es fácil el triunfo, pero conformes y satisfechos de no haber pertenecido a la masa gris de humanidad, que resbala hacia su propia destrucción, sino al grupo selecto y esforzado de Caballeros Andantes.

(Del Baúl de los recuerdos, escrita en Enero de 1999, cuando participé en el primer concurso de Don Quijote en la vida de los Jóvenes.)


Ana Verónica Torres Licón | Docente y Escritora