/ miércoles 19 de enero de 2022

Sobremesa | El futuro nos alcanzó

Recuerdo cuando era niña, lo que se mencionaba sobre la llegada del tercer milenio, películas futuristas mencionarían sin duda autos voladores y zapatos con propulsión a chorro, invasiones alienígenas, etc. Sin embargo, la realidad supera la ficción.

Los encabezados de los principales diarios, solo mencionan hechos violentos, extrema pobreza, narcotráfico, corrupción, desempleo, marginación. Esto es aún más escalofriante, que cualquier OVNI aterrizando en el patio contiguo.

Como puede ser posible, que estemos experimentando plagas sociales, en estos momentos en que la humanidad ha logrado conquistar el espacio, descubrir una infinidad de vacunas para prevenir ciertas enfermedades y la cura de otras tantas. La respuesta es simple, pero dolorosa…

El desarrollo de la humanidad, ha sido supeditado, en aras de logros tecnológicos, avances científicos, se nos ha olvidado en las escuelas de formar seres humanos.

Bajo el esquema de un mundo globalizado, con la tendencia de una política neoliberal, que han provocado cambios significativos en el contexto social, las instituciones de educación han experimentado transformaciones. Una de ellas, es el hincapié que se hace en vincular la universidad y el sector productivo, para con ello lograr que se beneficie a la sociedad, y en base a esto último otorgarle financiamiento.

Lo anterior, bajo la guía de organismos internacionales, encargados de velar por el buen funcionamiento de las instituciones educativas.

Jacques Delors propone, "la función esencial de la educación es el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso sino como una vía, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc.”

Estoy a favor de este ideal. En definitiva, el desarrollo humano, va de la mano con la educación.

Retomando el desarrollo humano, se traduce en una larga vida saludable; adquirir conocimientos y disponer de los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso, apoyado en la libertad política económica y social, incluida la oportunidad de ser creativos, productivos, y disfrutar de la autoestima personal y derechos humanos garantizados.

Es entonces que la educación, se convierte en la llave maestra para abrir la puerta hacia un nuevo mundo, un mundo mejor para la sociedad. Es la educación una esperanza, de lograr que la sociedad evolucione.

Los docentes tenemos la responsabilidad de dar respuestas no solo a los a los problemas áulicos en un clima de cooperación, sino que debemos velar para propiciar las relaciones interdisciplinarias a nivel de carrera entre la disciplina y asignatura correspondiente, esto en un contexto pandémico que nos sorprendió. La incertidumbre se ha vuelto una constante y la tecnología ha jugado un papel crucial. Sin embargo parece que la globalización, fue hecha para algunos pocos y no para todos. Juan Vela, menciona: “La segmentación de los países y de las sociedades determinan tres tipos de actores en estos escenarios. Los "globalizadores", que poseen el conjunto de los capitales, de los recursos, de los conocimientos, el monopolio de las informaciones, y hábitos de consumo y estilos de vida inviables para los seis mil millones de habitantes del planeta. Los “globalizados”, que son los trabajadores y que consumen para trabajar, que tienen escasos conocimientos. Por último, los “excluidos”, que no tienen acceso a los conocimientos, ninguna importancia como consumidores y tienen un papel insignificante en la producción. Es así que la brecha entre los ricos y los pobres se amplían.

Entonces la educación se convierte en un privilegio para aquellos que cuenten con los recursos tecnológicos y materiales necesarios para acceder a ella.


Ana Verónica Torres Licón | Docente/ Escritora

Recuerdo cuando era niña, lo que se mencionaba sobre la llegada del tercer milenio, películas futuristas mencionarían sin duda autos voladores y zapatos con propulsión a chorro, invasiones alienígenas, etc. Sin embargo, la realidad supera la ficción.

Los encabezados de los principales diarios, solo mencionan hechos violentos, extrema pobreza, narcotráfico, corrupción, desempleo, marginación. Esto es aún más escalofriante, que cualquier OVNI aterrizando en el patio contiguo.

Como puede ser posible, que estemos experimentando plagas sociales, en estos momentos en que la humanidad ha logrado conquistar el espacio, descubrir una infinidad de vacunas para prevenir ciertas enfermedades y la cura de otras tantas. La respuesta es simple, pero dolorosa…

El desarrollo de la humanidad, ha sido supeditado, en aras de logros tecnológicos, avances científicos, se nos ha olvidado en las escuelas de formar seres humanos.

Bajo el esquema de un mundo globalizado, con la tendencia de una política neoliberal, que han provocado cambios significativos en el contexto social, las instituciones de educación han experimentado transformaciones. Una de ellas, es el hincapié que se hace en vincular la universidad y el sector productivo, para con ello lograr que se beneficie a la sociedad, y en base a esto último otorgarle financiamiento.

Lo anterior, bajo la guía de organismos internacionales, encargados de velar por el buen funcionamiento de las instituciones educativas.

Jacques Delors propone, "la función esencial de la educación es el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso sino como una vía, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc.”

Estoy a favor de este ideal. En definitiva, el desarrollo humano, va de la mano con la educación.

Retomando el desarrollo humano, se traduce en una larga vida saludable; adquirir conocimientos y disponer de los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso, apoyado en la libertad política económica y social, incluida la oportunidad de ser creativos, productivos, y disfrutar de la autoestima personal y derechos humanos garantizados.

Es entonces que la educación, se convierte en la llave maestra para abrir la puerta hacia un nuevo mundo, un mundo mejor para la sociedad. Es la educación una esperanza, de lograr que la sociedad evolucione.

Los docentes tenemos la responsabilidad de dar respuestas no solo a los a los problemas áulicos en un clima de cooperación, sino que debemos velar para propiciar las relaciones interdisciplinarias a nivel de carrera entre la disciplina y asignatura correspondiente, esto en un contexto pandémico que nos sorprendió. La incertidumbre se ha vuelto una constante y la tecnología ha jugado un papel crucial. Sin embargo parece que la globalización, fue hecha para algunos pocos y no para todos. Juan Vela, menciona: “La segmentación de los países y de las sociedades determinan tres tipos de actores en estos escenarios. Los "globalizadores", que poseen el conjunto de los capitales, de los recursos, de los conocimientos, el monopolio de las informaciones, y hábitos de consumo y estilos de vida inviables para los seis mil millones de habitantes del planeta. Los “globalizados”, que son los trabajadores y que consumen para trabajar, que tienen escasos conocimientos. Por último, los “excluidos”, que no tienen acceso a los conocimientos, ninguna importancia como consumidores y tienen un papel insignificante en la producción. Es así que la brecha entre los ricos y los pobres se amplían.

Entonces la educación se convierte en un privilegio para aquellos que cuenten con los recursos tecnológicos y materiales necesarios para acceder a ella.


Ana Verónica Torres Licón | Docente/ Escritora