/ miércoles 15 de diciembre de 2021

Sobremesa | Calendario de Adviento

Cuando inició la temporada navideña encontré un arbolito ornamental, me pareció muy simpático, me lo mostraron y lo compré. Se lo mostré a mi amiga Adriana y con mucha emoción me explicó que era un calendario de Adviento, que ella quería uno para su bebé Nicolás, pues se trata de explicar la llegada de la navidad de manera gradual. Se trata de un calendario con 24 casillas, en las que se guarda una sorpresa o un regalo a los niños. Cada día el niño abre una ventanita del calendario y descubre la sorpresa. Cada día del período entre el 1 y el 24 de diciembre, los niños abren una ventana del calendario y descubren una sorpresa o regalo, que puede ser desde un caramelo o una galleta hasta un cuento o canción infantil sobre la Navidad.

No he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre la navidad, este año 2021 estuvo cargado de mucho trabajo, incluso me ha costado sentarme a escribir. Incorporar la nueva normalidad a nuestras vidas entre reuniones virtuales y volver a la rutina presencial, nos mantiene navegando en las aguas del tiempo. Miro el calendario que coloqué en la mesa del comedor. Coloqué unas golosinas los primeros días, luego olvidé la tradición y no he puesto más dulces en las puertitas. A veces me siento a contemplarlo. Es un testigo mudo del paso de los días, de la caída de las hojas y aveces siento que me observa en el trajín del diario ir y venir.

La navidad se aproxima. La cuenta regresiva nos alcanza y el año 2021 se evaporó como el agua del café que pongo a hervir y se extingue por que nuevamente no tengo sentido del tiempo.

Mi subconsciente me llevó a comprar el calendario de adviento. Lo ví me gustó y ya. La vendedora no me dio explicación alguna, supongo que ignoraba el valor simbólico de un objeto así. He incorporado la política presupuestaria de solo comprar lo que necesito, lo indispensable, lo que pueda almacenar sin problema. El calendario me pareció práctico pues al tener la forma de pinito navideño daría ese aire festivo a mi casa y por otra parte el tamaño era muy adecuado para colocarlo sobre la mesa. Entonces lo adquirí. Solo que como muchos de los objetos que puedan ser necesarios y además útiles, los termino subutilizando. No he podido abrir día a día las puertitas que esperan con paciencia, para declarar el paso de un día. La semana pasada por ejemplo, el tiempo escurridizo no permitió que me sentara a observar el transcurrir de los días. Un poco de historia nos hace recordar que el surgimiento del calendario se remonta al siglo XIX, época protestante alemana, cuando los niños encendían una vela por cada día del periodo de Adviento, es decir, desde el domingo de Adviento (día que varía según el año), hasta el día 24 de diciembre o Nochebuena. Los primeros calendarios de Adviento físicos surgieron después de una forma diferente. En las familias más humildes, se pintaba con tiza o gis, 24 rayas en la puerta de la casa, y cada día un niño borraba una. En las familias más ricas, los niños recibían una golosina cada día.

Por el año 1950, el calendario se volvió popular en Alemania, y detrás de las ventanas, se escondían imágenes de paisajes nevados y motivos cristianos. Algunos ya empezaban a guardar dulces. Por fortuna aún no llega navidad, y tengo tiempo de poner golosinas en las ventanitas o quizás esta reflexión me sirva para prevenirme con tiempo los próximos años.

Ana Verónica Torres Licon | Docente/ Escritora

Cuando inició la temporada navideña encontré un arbolito ornamental, me pareció muy simpático, me lo mostraron y lo compré. Se lo mostré a mi amiga Adriana y con mucha emoción me explicó que era un calendario de Adviento, que ella quería uno para su bebé Nicolás, pues se trata de explicar la llegada de la navidad de manera gradual. Se trata de un calendario con 24 casillas, en las que se guarda una sorpresa o un regalo a los niños. Cada día el niño abre una ventanita del calendario y descubre la sorpresa. Cada día del período entre el 1 y el 24 de diciembre, los niños abren una ventana del calendario y descubren una sorpresa o regalo, que puede ser desde un caramelo o una galleta hasta un cuento o canción infantil sobre la Navidad.

No he tenido mucho tiempo para reflexionar sobre la navidad, este año 2021 estuvo cargado de mucho trabajo, incluso me ha costado sentarme a escribir. Incorporar la nueva normalidad a nuestras vidas entre reuniones virtuales y volver a la rutina presencial, nos mantiene navegando en las aguas del tiempo. Miro el calendario que coloqué en la mesa del comedor. Coloqué unas golosinas los primeros días, luego olvidé la tradición y no he puesto más dulces en las puertitas. A veces me siento a contemplarlo. Es un testigo mudo del paso de los días, de la caída de las hojas y aveces siento que me observa en el trajín del diario ir y venir.

La navidad se aproxima. La cuenta regresiva nos alcanza y el año 2021 se evaporó como el agua del café que pongo a hervir y se extingue por que nuevamente no tengo sentido del tiempo.

Mi subconsciente me llevó a comprar el calendario de adviento. Lo ví me gustó y ya. La vendedora no me dio explicación alguna, supongo que ignoraba el valor simbólico de un objeto así. He incorporado la política presupuestaria de solo comprar lo que necesito, lo indispensable, lo que pueda almacenar sin problema. El calendario me pareció práctico pues al tener la forma de pinito navideño daría ese aire festivo a mi casa y por otra parte el tamaño era muy adecuado para colocarlo sobre la mesa. Entonces lo adquirí. Solo que como muchos de los objetos que puedan ser necesarios y además útiles, los termino subutilizando. No he podido abrir día a día las puertitas que esperan con paciencia, para declarar el paso de un día. La semana pasada por ejemplo, el tiempo escurridizo no permitió que me sentara a observar el transcurrir de los días. Un poco de historia nos hace recordar que el surgimiento del calendario se remonta al siglo XIX, época protestante alemana, cuando los niños encendían una vela por cada día del periodo de Adviento, es decir, desde el domingo de Adviento (día que varía según el año), hasta el día 24 de diciembre o Nochebuena. Los primeros calendarios de Adviento físicos surgieron después de una forma diferente. En las familias más humildes, se pintaba con tiza o gis, 24 rayas en la puerta de la casa, y cada día un niño borraba una. En las familias más ricas, los niños recibían una golosina cada día.

Por el año 1950, el calendario se volvió popular en Alemania, y detrás de las ventanas, se escondían imágenes de paisajes nevados y motivos cristianos. Algunos ya empezaban a guardar dulces. Por fortuna aún no llega navidad, y tengo tiempo de poner golosinas en las ventanitas o quizás esta reflexión me sirva para prevenirme con tiempo los próximos años.

Ana Verónica Torres Licon | Docente/ Escritora