/ miércoles 20 de enero de 2021

Sobre mesa | Un par de zapatos

El calzado es un accesorio pedestre encargado de dar protección y comodidad para desplazarnos o bien realizar ciertas actividades.

Cuando trabajé como maestra rural en las rancherías de la región de la Baja Sierra Tarahumara recuerdo que algunos estudiantes se ausentaban de las clases por falta de zapatos. No solo era el crecimiento natural de su cuerpo el que impedía el uso del calzado en funciones. El deterioro propio de la suela, de la piel o del recubrimiento sintético provoca que las piedras laceren de manera directa el pie. Pero no solo es la fricción propia de cada paso la que daña la integridad del calzado. Hay un enemigo mayor, la temporada de lluvias que ocasiona el menoscabo de la vida útil de tan importante accesorio. Cuando llueve la humedad hace un daño irreversible, la lluvia mojando con sus gotas y el chapoteo incesante en cada paso provocan averías, sin contar que el calzado permanecerá mojado los días subsecuentes. Bueno, lo anterior se soluciona buscándoles un sitio bajo la estufa de leña, para que con el calor prodigado por el fuego se sequen poco a poco.

Un par de zapatos para una secretaria es quizá un capricho para gastar el excedente de la quincena. Para un mendigo encontrar en la basura, entre los desperdicios posiblemente sea un prodigio.

Durante la pandemia mis zapatos han quedado guardados, parece que están en un receso. Comprar zapatos nunca ha sido mi obsesión. He acumulado algunos pares dado que no los he usado lo suficiente y aún se encuentran en buen estado. Marie Kondo la japonesa experta en el orden, reprendería mi acción y sugeriría que hiciera una limpieza. Me resisto a deshacerme de ellos, podemos esperar un poco más.

Usados desde el paleolítico, hechos de carnaza, los zapatos se han convertido en una pieza fundamental de la indumentaria humana. En un mundo presidido por el consumo y la sobreproducción, el calzado se ha diversificado entre la estética y la ortopedia, podemos encontrar un variado catálogo de modelos, formas, texturas, materiales, colores…

Entre los zapatos famosos tenemos la zapatilla de cristal de Cenicienta, los zapatos rojos que hechizados obligaban a bailar a su dueña y en las últimas décadas los de Carrie Bradshaw personaje de Sex and the City que está obsesionada con el calzado pero que tiene especial estima por los los Manolo Blahnik azules. Así nos debatimos entre la fantasía de los cuentos de hadas y la superficialidad de las series gringas. Lo que debemos destacar es la necesidad del calzado como una prenda funcional.

El calzado es un accesorio pedestre encargado de dar protección y comodidad para desplazarnos o bien realizar ciertas actividades.

Cuando trabajé como maestra rural en las rancherías de la región de la Baja Sierra Tarahumara recuerdo que algunos estudiantes se ausentaban de las clases por falta de zapatos. No solo era el crecimiento natural de su cuerpo el que impedía el uso del calzado en funciones. El deterioro propio de la suela, de la piel o del recubrimiento sintético provoca que las piedras laceren de manera directa el pie. Pero no solo es la fricción propia de cada paso la que daña la integridad del calzado. Hay un enemigo mayor, la temporada de lluvias que ocasiona el menoscabo de la vida útil de tan importante accesorio. Cuando llueve la humedad hace un daño irreversible, la lluvia mojando con sus gotas y el chapoteo incesante en cada paso provocan averías, sin contar que el calzado permanecerá mojado los días subsecuentes. Bueno, lo anterior se soluciona buscándoles un sitio bajo la estufa de leña, para que con el calor prodigado por el fuego se sequen poco a poco.

Un par de zapatos para una secretaria es quizá un capricho para gastar el excedente de la quincena. Para un mendigo encontrar en la basura, entre los desperdicios posiblemente sea un prodigio.

Durante la pandemia mis zapatos han quedado guardados, parece que están en un receso. Comprar zapatos nunca ha sido mi obsesión. He acumulado algunos pares dado que no los he usado lo suficiente y aún se encuentran en buen estado. Marie Kondo la japonesa experta en el orden, reprendería mi acción y sugeriría que hiciera una limpieza. Me resisto a deshacerme de ellos, podemos esperar un poco más.

Usados desde el paleolítico, hechos de carnaza, los zapatos se han convertido en una pieza fundamental de la indumentaria humana. En un mundo presidido por el consumo y la sobreproducción, el calzado se ha diversificado entre la estética y la ortopedia, podemos encontrar un variado catálogo de modelos, formas, texturas, materiales, colores…

Entre los zapatos famosos tenemos la zapatilla de cristal de Cenicienta, los zapatos rojos que hechizados obligaban a bailar a su dueña y en las últimas décadas los de Carrie Bradshaw personaje de Sex and the City que está obsesionada con el calzado pero que tiene especial estima por los los Manolo Blahnik azules. Así nos debatimos entre la fantasía de los cuentos de hadas y la superficialidad de las series gringas. Lo que debemos destacar es la necesidad del calzado como una prenda funcional.