/ miércoles 4 de noviembre de 2020

Sobre mesa | Instrucciones para amarrarse los zapatos

Podemos observar unas extensiones que se prolongan del calzado. Son unos cordeles compuestos por filamentos de fibras de material sintético o natural. La composición de las cuerdas es intrascendente. La textura, el color y el grosor son características secundarias. La longitud puede representar una dificultad al momento de atar los extremos que sobresalen del zapato. Pues si los extremos son demasiado cortos, la manipulación requerirá una motricidad fina desarrollada. La importancia de sujetarse bien las agujetas radica en que el calzado se asegure al pie. Un calzado sin el ajuste adecuado a la extremidad inferior la cual nos permite desplazarnos, puede ocasionar accidentes al momento de dar un paso: desde un leve tropiezo que provoque la sonrisa disimulada de los observadores hasta una caída que ocasione una fractura provocando la convalecencia del caminante. Para efectuar el procedimiento debemos observar con atención. Podemos agacharnos flexionando las rodillas para acercarnos al piso, o bien colocar el pie en una superficie a mayor altura lo cual nos permita acercar los brazos con comodidad al pie, sin provocar tirantez en la espalda baja. Y evitar contracturas musculares en el cuello. La ejecución de la táctica puede prolongarse por algunos minutos. Es conveniente situar al cuerpo en una posición cómoda para poder llevar a cabo la coordinación mano-ojo.

Las agujetas deben sujetarse cada extremo con los dedos índice y pulgar de cada mano. Para poder cruzarlos, quedando invertidas las lateralidades, el dado izquierdo paso al derecho y viceversa. Un ves cruzados, con el lado predominante diestro o zurdo, se hace una lazada, y se hace pasar una cantidad considerable de cordel por debajo a manera que queden dos lazadas de la misma longitud que se encuentren para formar un nudo a manera de moño, el cual se debe tensar Utilizando el dedo índice y pulgar como unas pinzas para ejercer una fuerza leve y uniforme para apretar el amarre.

Podemos observar unas extensiones que se prolongan del calzado. Son unos cordeles compuestos por filamentos de fibras de material sintético o natural. La composición de las cuerdas es intrascendente. La textura, el color y el grosor son características secundarias. La longitud puede representar una dificultad al momento de atar los extremos que sobresalen del zapato. Pues si los extremos son demasiado cortos, la manipulación requerirá una motricidad fina desarrollada. La importancia de sujetarse bien las agujetas radica en que el calzado se asegure al pie. Un calzado sin el ajuste adecuado a la extremidad inferior la cual nos permite desplazarnos, puede ocasionar accidentes al momento de dar un paso: desde un leve tropiezo que provoque la sonrisa disimulada de los observadores hasta una caída que ocasione una fractura provocando la convalecencia del caminante. Para efectuar el procedimiento debemos observar con atención. Podemos agacharnos flexionando las rodillas para acercarnos al piso, o bien colocar el pie en una superficie a mayor altura lo cual nos permita acercar los brazos con comodidad al pie, sin provocar tirantez en la espalda baja. Y evitar contracturas musculares en el cuello. La ejecución de la táctica puede prolongarse por algunos minutos. Es conveniente situar al cuerpo en una posición cómoda para poder llevar a cabo la coordinación mano-ojo.

Las agujetas deben sujetarse cada extremo con los dedos índice y pulgar de cada mano. Para poder cruzarlos, quedando invertidas las lateralidades, el dado izquierdo paso al derecho y viceversa. Un ves cruzados, con el lado predominante diestro o zurdo, se hace una lazada, y se hace pasar una cantidad considerable de cordel por debajo a manera que queden dos lazadas de la misma longitud que se encuentren para formar un nudo a manera de moño, el cual se debe tensar Utilizando el dedo índice y pulgar como unas pinzas para ejercer una fuerza leve y uniforme para apretar el amarre.