/ miércoles 9 de septiembre de 2020

Retos de la educación en confinamiento

Recuerdo cuando era niña, lo que se mencionaba sobre la llegada del tercer milenio, películas futuristas mencionarían sin duda autos voladores y zapatos con propulsión a chorro, invasiones alienígenas, etc. Sin embargo, la realidad supera la ficción.

Los encabezados de los principales diarios, solo mencionan hechos violentos, extrema pobreza, narcotráfico, corrupción, desempleo, marginación. Esto es aun más escalofriante, que cualquier OVNI aterrizando en el patio contiguo.

Como puede ser posible, que estemos experimentando plagas sociales, en estos momentos en que la humanidad ha logrado conquistar el espacio, descubrir una infinidad de vacunas para prevenir ciertas enfermedades y la cura de otras tantas. La respuesta es simple, pero dolorosa.

El desarrollo de la humanidad, ha sido supeditado, en aras de logros tecnológicos, avances científicos, se nos ha olvidado formar seres humanos.

Bajo el esquema de un mundo globalizado, con la tendencia de una política neoliberal, que han provocado cambios significativos en el contexto social, las instituciones de educación han experimentado cambios. Una de ellas, es el hincapié que se hace en vincular la universidad y el sector productivo, para con ello lograr que se beneficie a la sociedad, y en base a esto último otorgarle financiamiento.

Lo anterior, bajo la guía de organismos internacionales, encargados de velar por el buen funcionamiento de las instituciones educativas.

Jacques Delors propone, "la función esencial de la educación es el desarrollo

continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso –El Ábrete

Sésamo, de un mundo que ha llegado a la realización de todos estos ideales– sino

como una vía, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino,

para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones,

las guerras, etc.”

Estoy a favor de este ideal. En definitiva, el desarrollo humano, va de la mano con la educación.

Retomando el desarrollo humano, se traduce en una larga vida saludable; adquirir conocimientos y disponer de los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso, apoyado en la libertad política económica y social, incluida la oportunidad de ser creativos, productivos, y disfrutar de la autoestima personal y derechos humanos garantizados.

Es entonces que la educación, se convierte en la llave maestra para abrir la puerta hacia un nuevo mundo. Es la educación una esperanza, de lograr que la sociedad evolucione.

En estos momentos en que la escolarización se trasladó a los hogares, el reto es el mismo: desarrollar integralmente a la humanidad. Debemos prepararnos para lograrlo.


Recuerdo cuando era niña, lo que se mencionaba sobre la llegada del tercer milenio, películas futuristas mencionarían sin duda autos voladores y zapatos con propulsión a chorro, invasiones alienígenas, etc. Sin embargo, la realidad supera la ficción.

Los encabezados de los principales diarios, solo mencionan hechos violentos, extrema pobreza, narcotráfico, corrupción, desempleo, marginación. Esto es aun más escalofriante, que cualquier OVNI aterrizando en el patio contiguo.

Como puede ser posible, que estemos experimentando plagas sociales, en estos momentos en que la humanidad ha logrado conquistar el espacio, descubrir una infinidad de vacunas para prevenir ciertas enfermedades y la cura de otras tantas. La respuesta es simple, pero dolorosa.

El desarrollo de la humanidad, ha sido supeditado, en aras de logros tecnológicos, avances científicos, se nos ha olvidado formar seres humanos.

Bajo el esquema de un mundo globalizado, con la tendencia de una política neoliberal, que han provocado cambios significativos en el contexto social, las instituciones de educación han experimentado cambios. Una de ellas, es el hincapié que se hace en vincular la universidad y el sector productivo, para con ello lograr que se beneficie a la sociedad, y en base a esto último otorgarle financiamiento.

Lo anterior, bajo la guía de organismos internacionales, encargados de velar por el buen funcionamiento de las instituciones educativas.

Jacques Delors propone, "la función esencial de la educación es el desarrollo

continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso –El Ábrete

Sésamo, de un mundo que ha llegado a la realización de todos estos ideales– sino

como una vía, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino,

para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones,

las guerras, etc.”

Estoy a favor de este ideal. En definitiva, el desarrollo humano, va de la mano con la educación.

Retomando el desarrollo humano, se traduce en una larga vida saludable; adquirir conocimientos y disponer de los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso, apoyado en la libertad política económica y social, incluida la oportunidad de ser creativos, productivos, y disfrutar de la autoestima personal y derechos humanos garantizados.

Es entonces que la educación, se convierte en la llave maestra para abrir la puerta hacia un nuevo mundo. Es la educación una esperanza, de lograr que la sociedad evolucione.

En estos momentos en que la escolarización se trasladó a los hogares, el reto es el mismo: desarrollar integralmente a la humanidad. Debemos prepararnos para lograrlo.