/ domingo 12 de abril de 2020

Resurrección- Evolución

La Resurrección concretó la utopía que predicó Jesús, el Reino de Dios implica la superación de la Muerte; se inscribe cual alternativa la mítica. “Mejor camino elaborar narrativas proyectar mitos que, en sentido actual dicen lo indecible; el mito no inventa hechos; les da sensibilidad. ¿En qué medida la modernidad altera? Poco viable que interese a autores actuales este tema. Les inquieta el tema de la muerte; pero si tienen y aceptan un concepto hondo del ser humano como proyecto eterno devorado por ilimitado deseo, apuntará al interés sobre la Resurrección. Aristóteles y Freud reconocieron planteada la pregunta ¿Cuál objeto se adecua a su impulso infinito y al oscuro objeto del deseo infinito? La experiencia del “cor-inquietum”, agustiniana, dice; sólo un infinito sacia la sed de eterno; descansa al encontrar a Dios. El sentido de vida es más vida, plenitud de la vida. Los cristianos la llamamos Resurrección.

Teológica y Antropológicamente, la Resurrección no puede identificarse con la reanimación de un cadáver, como Lázaro quien al fin murió. Resurrección es invasión del “novissimus Adam” de San Pablo (1Cor 15,45) Es total realización de las incontenibles fuerzas presentes en el ser humano, proyecto infinito. Aflorando plenamente tales potencias representan la Resurrección. No busquemos Resurrección en dato histórico. La de Jesús nadie la vio; la lectura mítica amplía su sentido por testimonios de personas a las que se dejó ver y señales como el sepulcro vacío y vestiduras. No es suceso histórico detectado por cámaras de tv. Es un hecho que sucedió a Jesús, accesible por la fe en los testimonios. Este evento no pertenece a la vida biológica que siempre termina en la muerte. Los textos juiciosos hablan de Zoé, que significa vida eterna.

No dicen: hemos visto al Señor sino, “Él se dejó ver”. Fue iniciativa de Jesús no de los apóstoles a quienes permitió verlo. Con eso se concreta la utopía que predicó Jesús; el Reino de Dios implica la superación de la muerte al morir. Con razón Orígenes, genial teólogo cristiano egipcio, en el siglo III denomina la resurrección como “autobasilea tou Christou”. Cuando las realidades son muy grandes, faltan conceptos y palabras. El mejor camino, elaborar narrativas y proyectar mitos, que, en el sentido moderno del término, son medio de expresar lo indecible. El mito no inventa el hecho; le da forma de comprensión. En tal línea debería pensarse la resurrección de Jesús. Fecunda Antropológicamente, se encuentra con lo utópico e infinito del ser humano.

Estudiosos sostienen: “la Resurrección es victoria de la vida sobre la muerte. La vida llama a la vida, no a la muerte. Al saber que moriremos, el ser humano anhela vivir mucho y eternamente (señalaba Nietzsche). Así, resucitar es vida plena, que la muerte no penetra. La vida del ser humano debe tener posibilidades eternas. No vivir para morir; morir para resucitar. Casaldáliga lo dijo bien: la alternativa cristina es vida o resurrección. “Dios vivo se revela plenamente en Cristo Resucitado”. “Mientras estuvo entre Nos sufrió limitaciones, achaques de existencia humana. Implícito en la reencarnación. “Entre súplicas, clamores y lágrimas se dirigió a quien lo podía salvar de la muerte .. y aprendió a obedecer por medio del sufrimiento (hb 5,7-8). Más adelante, “es el general de la fe” (12,2). Resurrección es superar la situación carnal, pasar a la espiritual. Dios se revela como quien hace de un muerto, un vivo; de un vivo al “novísimo Adán”. Revelación plena del Dios vivo que quiere la vida. “Apasionado amante de la vida (Sb 11,24).

La Resurrección concretó la utopía que predicó Jesús, el Reino de Dios implica la superación de la Muerte; se inscribe cual alternativa la mítica. “Mejor camino elaborar narrativas proyectar mitos que, en sentido actual dicen lo indecible; el mito no inventa hechos; les da sensibilidad. ¿En qué medida la modernidad altera? Poco viable que interese a autores actuales este tema. Les inquieta el tema de la muerte; pero si tienen y aceptan un concepto hondo del ser humano como proyecto eterno devorado por ilimitado deseo, apuntará al interés sobre la Resurrección. Aristóteles y Freud reconocieron planteada la pregunta ¿Cuál objeto se adecua a su impulso infinito y al oscuro objeto del deseo infinito? La experiencia del “cor-inquietum”, agustiniana, dice; sólo un infinito sacia la sed de eterno; descansa al encontrar a Dios. El sentido de vida es más vida, plenitud de la vida. Los cristianos la llamamos Resurrección.

Teológica y Antropológicamente, la Resurrección no puede identificarse con la reanimación de un cadáver, como Lázaro quien al fin murió. Resurrección es invasión del “novissimus Adam” de San Pablo (1Cor 15,45) Es total realización de las incontenibles fuerzas presentes en el ser humano, proyecto infinito. Aflorando plenamente tales potencias representan la Resurrección. No busquemos Resurrección en dato histórico. La de Jesús nadie la vio; la lectura mítica amplía su sentido por testimonios de personas a las que se dejó ver y señales como el sepulcro vacío y vestiduras. No es suceso histórico detectado por cámaras de tv. Es un hecho que sucedió a Jesús, accesible por la fe en los testimonios. Este evento no pertenece a la vida biológica que siempre termina en la muerte. Los textos juiciosos hablan de Zoé, que significa vida eterna.

No dicen: hemos visto al Señor sino, “Él se dejó ver”. Fue iniciativa de Jesús no de los apóstoles a quienes permitió verlo. Con eso se concreta la utopía que predicó Jesús; el Reino de Dios implica la superación de la muerte al morir. Con razón Orígenes, genial teólogo cristiano egipcio, en el siglo III denomina la resurrección como “autobasilea tou Christou”. Cuando las realidades son muy grandes, faltan conceptos y palabras. El mejor camino, elaborar narrativas y proyectar mitos, que, en el sentido moderno del término, son medio de expresar lo indecible. El mito no inventa el hecho; le da forma de comprensión. En tal línea debería pensarse la resurrección de Jesús. Fecunda Antropológicamente, se encuentra con lo utópico e infinito del ser humano.

Estudiosos sostienen: “la Resurrección es victoria de la vida sobre la muerte. La vida llama a la vida, no a la muerte. Al saber que moriremos, el ser humano anhela vivir mucho y eternamente (señalaba Nietzsche). Así, resucitar es vida plena, que la muerte no penetra. La vida del ser humano debe tener posibilidades eternas. No vivir para morir; morir para resucitar. Casaldáliga lo dijo bien: la alternativa cristina es vida o resurrección. “Dios vivo se revela plenamente en Cristo Resucitado”. “Mientras estuvo entre Nos sufrió limitaciones, achaques de existencia humana. Implícito en la reencarnación. “Entre súplicas, clamores y lágrimas se dirigió a quien lo podía salvar de la muerte .. y aprendió a obedecer por medio del sufrimiento (hb 5,7-8). Más adelante, “es el general de la fe” (12,2). Resurrección es superar la situación carnal, pasar a la espiritual. Dios se revela como quien hace de un muerto, un vivo; de un vivo al “novísimo Adán”. Revelación plena del Dios vivo que quiere la vida. “Apasionado amante de la vida (Sb 11,24).