/ domingo 31 de mayo de 2020

Renueva tus pensamientos

Todas las cosas comienzan con un pensamiento. Un libro comienza escribiéndose con un pensamiento. Una canción comienza con un pensamiento. Una pintura comienza con un pensamiento. Una construcción comienza con pensamiento. Una acción, buena o mala, comienza con un pensamiento.

Cundo el pecado entró al mundo comenzó con un pensamiento. Cuando la serpiente platica con Eva a cerca del fruto prohibido, le dice “…el día que comas de ese fruto, serán abiertos sus ojos y serán como Dios, sabrán del bien y del mal” Con ese pensamiento, Eva vio que en realidad el fruto prohibido era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar sabiduría. Entonces come del fruto y le da a su marido. En ese momento cayeron en pecado y fueron echados fuera del huerto del Edén.

Pero no fue en el momento que comieron del fruto que se apartaron de Dios, ya en su pensamiento se habían apartado der Dios. Todo comenzó con un pensamiento “…seremos como Dios…” De allí en adelante el resto de los seres humamos, hasta nuestros días, nacemos apartados de Dios por causa del bien conocido “pecado original”

Del mismo modo que fue en nuestros pensamientos donde comenzamos a apartamos de Dios, así también es en la esfera de los pensamientos donde tiene lugar el primer paso hacia la renovación de la vida.

Los pensamientos son el lugar en que podemos comenzar a cambiar y donde hemos de hacerlo. Es allí donde la luz de Dios comienza a alumbramos por medio de la palabra de Cristo, y es también allí donde el Espíritu de Dios comienza a dirigir nuestra voluntad hacia un creciente número de pensamientos que pueden constituir la base para que escojamos reestructurar nuestra vida en relación con Dios y su camino.

Dice en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”

La suprema libertad que tenemos como seres humanos, consiste en el poder de seleccionar aquello que permitiremos u ordenaremos a nuestra mente que piense. Y en estos tiempos de crisis pandémica donde escuchamos y leemos infinidad de noticias, normalmente malas y muy alarmantes, debemos de ser muy cuidadosos y selectivos en los pensamientos que bombardean nuestra mente, pues es evidente que los pensamientos constituyen una de las fuentes esenciales de donde procede nuestra vida. Ellos determinan la orientación de todo lo que hacemos, evocan los sentimientos que configuran nuestro mundo y motivan nuestras acciones presentes y futuras.

Es importante entender que cuando un pensamiento entra en nuestra mente, lo examinamos basado en la Palabra de Dios y determinamos si debemos continuar por ese camino, o rechazamos el pensamiento y lo reemplazamos con otro.

Jesús en el desierto (Mateo 4) respondió a cada una de las tentaciones (pensamientos) de Satanás conforme a la palabra de Dios que tuvo aplicación a la dirección que Él supo que Su mente debería tomar en vez de empezar por el camino del pensamiento pecaminoso. Cuando fue tentado a suplir Su necesidad física (convertir las piedras en pan), Él citó el pasaje sobre la importancia de confiar en Dios. Cuando fue tentado a servir a Satanás con el fin de obtener la gloria del mundo, Él recordó el pasaje que dice que estamos para servir y adorar solo a Dios.

Cuando fue tentado a probar a Dios (para ver si Dios realmente estaba allí y cumpliría Sus promesas), Jesús respondió con pasajes que hacen hincapié en la importancia de creer a Dios sin tener que verlo.

Venir a la palabra de Dios, nos sirve al propósito de enfocar nuestra mente en la dirección correcta. Nos ayudará a no alimentar nuestra mente con pensamientos de desasosiego e incertidumbre. Y nos ayudará a pensar que Dios tiene el control de todo, porque no hay nada imposible para Él.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Todas las cosas comienzan con un pensamiento. Un libro comienza escribiéndose con un pensamiento. Una canción comienza con un pensamiento. Una pintura comienza con un pensamiento. Una construcción comienza con pensamiento. Una acción, buena o mala, comienza con un pensamiento.

Cundo el pecado entró al mundo comenzó con un pensamiento. Cuando la serpiente platica con Eva a cerca del fruto prohibido, le dice “…el día que comas de ese fruto, serán abiertos sus ojos y serán como Dios, sabrán del bien y del mal” Con ese pensamiento, Eva vio que en realidad el fruto prohibido era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar sabiduría. Entonces come del fruto y le da a su marido. En ese momento cayeron en pecado y fueron echados fuera del huerto del Edén.

Pero no fue en el momento que comieron del fruto que se apartaron de Dios, ya en su pensamiento se habían apartado der Dios. Todo comenzó con un pensamiento “…seremos como Dios…” De allí en adelante el resto de los seres humamos, hasta nuestros días, nacemos apartados de Dios por causa del bien conocido “pecado original”

Del mismo modo que fue en nuestros pensamientos donde comenzamos a apartamos de Dios, así también es en la esfera de los pensamientos donde tiene lugar el primer paso hacia la renovación de la vida.

Los pensamientos son el lugar en que podemos comenzar a cambiar y donde hemos de hacerlo. Es allí donde la luz de Dios comienza a alumbramos por medio de la palabra de Cristo, y es también allí donde el Espíritu de Dios comienza a dirigir nuestra voluntad hacia un creciente número de pensamientos que pueden constituir la base para que escojamos reestructurar nuestra vida en relación con Dios y su camino.

Dice en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”

La suprema libertad que tenemos como seres humanos, consiste en el poder de seleccionar aquello que permitiremos u ordenaremos a nuestra mente que piense. Y en estos tiempos de crisis pandémica donde escuchamos y leemos infinidad de noticias, normalmente malas y muy alarmantes, debemos de ser muy cuidadosos y selectivos en los pensamientos que bombardean nuestra mente, pues es evidente que los pensamientos constituyen una de las fuentes esenciales de donde procede nuestra vida. Ellos determinan la orientación de todo lo que hacemos, evocan los sentimientos que configuran nuestro mundo y motivan nuestras acciones presentes y futuras.

Es importante entender que cuando un pensamiento entra en nuestra mente, lo examinamos basado en la Palabra de Dios y determinamos si debemos continuar por ese camino, o rechazamos el pensamiento y lo reemplazamos con otro.

Jesús en el desierto (Mateo 4) respondió a cada una de las tentaciones (pensamientos) de Satanás conforme a la palabra de Dios que tuvo aplicación a la dirección que Él supo que Su mente debería tomar en vez de empezar por el camino del pensamiento pecaminoso. Cuando fue tentado a suplir Su necesidad física (convertir las piedras en pan), Él citó el pasaje sobre la importancia de confiar en Dios. Cuando fue tentado a servir a Satanás con el fin de obtener la gloria del mundo, Él recordó el pasaje que dice que estamos para servir y adorar solo a Dios.

Cuando fue tentado a probar a Dios (para ver si Dios realmente estaba allí y cumpliría Sus promesas), Jesús respondió con pasajes que hacen hincapié en la importancia de creer a Dios sin tener que verlo.

Venir a la palabra de Dios, nos sirve al propósito de enfocar nuestra mente en la dirección correcta. Nos ayudará a no alimentar nuestra mente con pensamientos de desasosiego e incertidumbre. Y nos ayudará a pensar que Dios tiene el control de todo, porque no hay nada imposible para Él.

Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.