/ domingo 8 de noviembre de 2020

Reflexión de la semana | Puesto los Ojos en Dios

Dicen los que se dedican al deporte del box, que cuando se está recibiendo golpes, no importa por donde vengan, la debilidad se siente en las piernas. El golpe puede ser en la cabeza, pero la debilidad es en las piernas, el golpe puede ser en el torso, pero se siente que se va a caer porque las piernas no nos quieren sostener.

De manera similar, cuando alguien es golpeado en cualquier asunto de la vida, resiste por un tiempo, y después, el primer impulso, el deseo más fuerte es salir corriendo, dejarlo todo, darse por vencido teniendo la esperanza que alguien le ayudará. Pensamientos nos atacan diciéndonos que ya no podemos, que estamos débiles, que el problema es grande. Y cuando nuestra cabeza está siendo golpeada por tales pensamientos, sentimos que las piernas se nos aflojan y nos desanimamos. Nuestra alma se duele, nuestros sentimientos son heridos, incluso, muchos pierden la fe. En esos momentos miramos en toda dirección y pareciera que no hay señal, que no hay puerta que se abra, o esperanza que se asome. Pero no somos los únicos que hemos pasado por alguna situación difícil.

En la antigüedad, cuando Moisés debía de guiar al pueblo de Israel a la libertad, enfrentado a faraón, se mantuvo firme: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Heb. 11:27) Aprendamos a mirar aquellos momentos donde otros pasaron por situaciones difíciles, pero se atrevieron a creerle a Dios, se atrevieron a abrir sus labios y hacer declaraciones de fe, se atrevieron a caminar no por vista sino por obediencia, sosteniéndose no de la lógica, la razón, o de circunstancias, más bien sosteniéndose como uno que ve al que nadie ve, como uno que ve al Invisible, al Todopoderoso. Dice hebreos 12:1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso…y corramos con paciencia…puestos los ojos en Jesús…” Esto, mi estimado lector, es una invitación a despojarnos, es decir, dejar en las manos de Dios todo aquello que nos golpea, nos debilita y nos desanima. Es una invitación a no poner nuestros ojos en la situación, sino más bien a ponerlos en Cristo, y, así mantenernos firmes como viendo al Invisible.

En una ocasión Jesús les llamó la atención a sus discípulos diciendo: “Hasta cuando he de estar con ustedes”. Su queja venia como resultado de que no importaba cuanto Jesús hacía por ellos, en el momento de la prueba siempre les volvía a faltar la fe. No aprendían a mirar más allá del problema, siempre se quedaban en lo natural, no habían aprendido a ejercer su fe. En Colosenses 3:1-2 dice: “buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Cuando miramos hacia el cielo y aunque no lo vemos, nos recordamos que Él está allí, en su trono dispuestos a auxiliaros. Recordamos que no estamos solos en la batalla. Quizá nuestra mente se sienta débil y dude por un momento por tantos golpes que ha recibido. Pero ahora podemos mirar por fe al Invisible. Por la fe podemos creer que en estos momentos, puestos los ojos en Dios, Él nos sostiene en una forma sobrenatural, y sin duda, Él nos ayudará a salir adelante.

Estimado lector, deseo terminar la reflexión de este día dejando este versículo de la palabra de Dios en su corazón: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. (Isaías 40:31)

Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Pastor J. Andrés Pimentel M.


Dicen los que se dedican al deporte del box, que cuando se está recibiendo golpes, no importa por donde vengan, la debilidad se siente en las piernas. El golpe puede ser en la cabeza, pero la debilidad es en las piernas, el golpe puede ser en el torso, pero se siente que se va a caer porque las piernas no nos quieren sostener.

De manera similar, cuando alguien es golpeado en cualquier asunto de la vida, resiste por un tiempo, y después, el primer impulso, el deseo más fuerte es salir corriendo, dejarlo todo, darse por vencido teniendo la esperanza que alguien le ayudará. Pensamientos nos atacan diciéndonos que ya no podemos, que estamos débiles, que el problema es grande. Y cuando nuestra cabeza está siendo golpeada por tales pensamientos, sentimos que las piernas se nos aflojan y nos desanimamos. Nuestra alma se duele, nuestros sentimientos son heridos, incluso, muchos pierden la fe. En esos momentos miramos en toda dirección y pareciera que no hay señal, que no hay puerta que se abra, o esperanza que se asome. Pero no somos los únicos que hemos pasado por alguna situación difícil.

En la antigüedad, cuando Moisés debía de guiar al pueblo de Israel a la libertad, enfrentado a faraón, se mantuvo firme: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Heb. 11:27) Aprendamos a mirar aquellos momentos donde otros pasaron por situaciones difíciles, pero se atrevieron a creerle a Dios, se atrevieron a abrir sus labios y hacer declaraciones de fe, se atrevieron a caminar no por vista sino por obediencia, sosteniéndose no de la lógica, la razón, o de circunstancias, más bien sosteniéndose como uno que ve al que nadie ve, como uno que ve al Invisible, al Todopoderoso. Dice hebreos 12:1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso…y corramos con paciencia…puestos los ojos en Jesús…” Esto, mi estimado lector, es una invitación a despojarnos, es decir, dejar en las manos de Dios todo aquello que nos golpea, nos debilita y nos desanima. Es una invitación a no poner nuestros ojos en la situación, sino más bien a ponerlos en Cristo, y, así mantenernos firmes como viendo al Invisible.

En una ocasión Jesús les llamó la atención a sus discípulos diciendo: “Hasta cuando he de estar con ustedes”. Su queja venia como resultado de que no importaba cuanto Jesús hacía por ellos, en el momento de la prueba siempre les volvía a faltar la fe. No aprendían a mirar más allá del problema, siempre se quedaban en lo natural, no habían aprendido a ejercer su fe. En Colosenses 3:1-2 dice: “buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Cuando miramos hacia el cielo y aunque no lo vemos, nos recordamos que Él está allí, en su trono dispuestos a auxiliaros. Recordamos que no estamos solos en la batalla. Quizá nuestra mente se sienta débil y dude por un momento por tantos golpes que ha recibido. Pero ahora podemos mirar por fe al Invisible. Por la fe podemos creer que en estos momentos, puestos los ojos en Dios, Él nos sostiene en una forma sobrenatural, y sin duda, Él nos ayudará a salir adelante.

Estimado lector, deseo terminar la reflexión de este día dejando este versículo de la palabra de Dios en su corazón: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. (Isaías 40:31)

Crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.

Pastor J. Andrés Pimentel M.