/ martes 19 de noviembre de 2019

¿Qué se Puede Pensar en una Caminata?

En una caminata de 30 minutos se pueden arreglar un montón de cosas, los pensamientos parecen fluidos y en orden pero a la hora que hay que expresarlos en voz alta todo se viene abajo, las grandes ideas empequeñecen, la claridad se confunde, lo que parecía inteligente ahora parece tonto. Resulta difícil llevarlas a cabo, el parto se puede dar natural y sin complicaciones pero también suele complicarse y hacer del nacimiento un reto y un milagro.

El tiempo en la vida real es mucho más lento. Las injusticias golpean duro y en una caminata se pone uno a darle vueltas y vueltas de las que se han cometido con uno. Caminando en silencio se puede dar vueltas y vueltas con lo mismo pero la decepción y la angustia en voz alta tienen más cacofonías. Tenemos que cuidar de cómo salen esos pensamientos para que todos lo que nos van a escuchar no tengan que pagar con nuestros pecados. Por eso es bueno buscar todo el tiempo equilibrio entre emociones y racionalidad. Porque no podemos tener todo el tiempo cosas buenas, pero tampoco puras malas, pero sí tenemos que sobrevivir cada día.

En una caminata de 30 minutos a mi me funciona poner atención en todas las cosas buenas que me rodean, en el amor tan grande que tengo por mi familia y lo afortunado que me siento de tenerlos y estar juntos, sanos, con techo y comida, pero luego otra vez la tristeza porque luego recuerdo a mis seres amados que he perdido o las penurias por las que estamos pasando. Y va de vuelta el ejercicio del balance emocional otra vez.

Y cuando parece que voy de nuevo caminando tranquilo, disfrutando del momento el fututo invade como un cataclismo y el miedo y el estrés por la falta de estabilidad económica o la falta de salud e invaden la mente, pero peor que eso está el futuro aterrador de lo que nos espera después de esta vida, cuando nuestro cuerpo este ya bajo tierra en algún panteón. Bueno pero ante la crueldad de la muerte no tiene tanto sentido preocuparse por las cosas materiales del mundo. Me preocupa el futuro que tendré después de morir. Me consuela pensar que aunque aun no soy un escritor rico y famoso soy ya una persona frustrada que quiere encontrar la inmortalidad y que en esta necedad, ansiedad, caminata o lo que sea esta amando con todo su corazón a muchas personas, animales y plantas que pueblan el colorido planeta tierra que habitamos.



En una caminata de 30 minutos se pueden arreglar un montón de cosas, los pensamientos parecen fluidos y en orden pero a la hora que hay que expresarlos en voz alta todo se viene abajo, las grandes ideas empequeñecen, la claridad se confunde, lo que parecía inteligente ahora parece tonto. Resulta difícil llevarlas a cabo, el parto se puede dar natural y sin complicaciones pero también suele complicarse y hacer del nacimiento un reto y un milagro.

El tiempo en la vida real es mucho más lento. Las injusticias golpean duro y en una caminata se pone uno a darle vueltas y vueltas de las que se han cometido con uno. Caminando en silencio se puede dar vueltas y vueltas con lo mismo pero la decepción y la angustia en voz alta tienen más cacofonías. Tenemos que cuidar de cómo salen esos pensamientos para que todos lo que nos van a escuchar no tengan que pagar con nuestros pecados. Por eso es bueno buscar todo el tiempo equilibrio entre emociones y racionalidad. Porque no podemos tener todo el tiempo cosas buenas, pero tampoco puras malas, pero sí tenemos que sobrevivir cada día.

En una caminata de 30 minutos a mi me funciona poner atención en todas las cosas buenas que me rodean, en el amor tan grande que tengo por mi familia y lo afortunado que me siento de tenerlos y estar juntos, sanos, con techo y comida, pero luego otra vez la tristeza porque luego recuerdo a mis seres amados que he perdido o las penurias por las que estamos pasando. Y va de vuelta el ejercicio del balance emocional otra vez.

Y cuando parece que voy de nuevo caminando tranquilo, disfrutando del momento el fututo invade como un cataclismo y el miedo y el estrés por la falta de estabilidad económica o la falta de salud e invaden la mente, pero peor que eso está el futuro aterrador de lo que nos espera después de esta vida, cuando nuestro cuerpo este ya bajo tierra en algún panteón. Bueno pero ante la crueldad de la muerte no tiene tanto sentido preocuparse por las cosas materiales del mundo. Me preocupa el futuro que tendré después de morir. Me consuela pensar que aunque aun no soy un escritor rico y famoso soy ya una persona frustrada que quiere encontrar la inmortalidad y que en esta necedad, ansiedad, caminata o lo que sea esta amando con todo su corazón a muchas personas, animales y plantas que pueblan el colorido planeta tierra que habitamos.



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