/ jueves 24 de diciembre de 2020

Punto gélido | Una flor de Noche Buena

24 de diciembre, es un simple día más, que transcurre con un dejo de nostalgia en la humilde casa de aquella abnegada madre, de pronto se escucha el tac, tac, alguien llama a la puerta. Ella con sus pies cansados trata de llegar pronto y abrir, como esperando algo, sin saber qué. La puerta se abre y detrás está un mensajero, con él lleva una pequeña cajita de cristal envuelta con papel para regalo, el mensajero dice; señora, este presente lo envía su hijo, sin decir más, simplemente se retira.

Aquella madre sorprendida cierra la puerta y ansiosa camina hasta llegar a la mesa, con cuidado, pero con prisa retira la envoltura de aquel regalo que le envía su hijo, que hace 5 años está preso. En el interior de aquella cajita de cristal, está una hermosa flor de noche buena, su esplendor es deslumbrante, su belleza cautiva la mirada de aquella madre, que se encuentra por demás conmocionada.

Es una flor tallada en pedazos de madera, teñida con un rojo que cautiva, en la parte de abajo esta un mensaje formado con pedacitos que parecen perlas y que dice: “Te amo mamá”.

Los ojos de aquella madre se comenzaron a llenar de pequeñas lágrimas, la belleza de aquella flor había cautivado no solo sus ojos, también su cansado corazón, de pronto el tiempo parece detenerse por un instante y mientras observa aquella flor, se da cuenta que hay un mensaje escrito en un arrugado papel, lo toma entre sus temblorosas manos y después de enjugar sus lágrimas, comienza a leer aquellas líneas que le escribió su hijo y que a la letra dicen:

Madre, en la soledad de esta celda, eres tú quien me da fuerzas para seguir viviendo, hoy que es navidad quisiera estar a tu lado, pero estos barrotes me lo impiden, pero no impiden que estés en mi corazón, quisiera regalarte el mundo entero pero, sabes, no encontré suficiente papel para envolvértelo, por eso, solo te envío esta flor de noche buena, que he labrado con mis propias manos, aquí en la soledad de esta celda, he arrancado pedazos de madera de una pequeña repisa que cuelga en una pared.

No dispongo de ninguna herramienta, por eso cada pétalo lo he formado usando todas mis uñas y las yemas de mis dedos, no sé cuántas veces las uñas se me han quebrado, ni cuanta sangre mis yemas han derramado, madre, con esa sangre he teñido cada pedacito de madera, por eso cada pétalo tiene ese color especial, es el rojo de mi sangre.

También he juntado todas las uñas que se me han ido quebrando, con ellas pude formar el mensaje, “Te amo mamá”. mucho tiempo he durado para hacer esta flor de noche buena, la he hecho siempre pensando en ti, mis manos han aprendido la lección de no disponer de lo ajeno.

Madre, en esta flor va todo mi cariño y con ella te pido perdón, por tenerte en el abandono. madre, ésta es la única noche buena que hoy te puedo dar, esta flor está hecha con mis manos, teñida con mí sangre y perfumada con todo mi amor.

¡Feliz noche buena!

POR LEONCIO DURÁN GARIBAY

24 de diciembre, es un simple día más, que transcurre con un dejo de nostalgia en la humilde casa de aquella abnegada madre, de pronto se escucha el tac, tac, alguien llama a la puerta. Ella con sus pies cansados trata de llegar pronto y abrir, como esperando algo, sin saber qué. La puerta se abre y detrás está un mensajero, con él lleva una pequeña cajita de cristal envuelta con papel para regalo, el mensajero dice; señora, este presente lo envía su hijo, sin decir más, simplemente se retira.

Aquella madre sorprendida cierra la puerta y ansiosa camina hasta llegar a la mesa, con cuidado, pero con prisa retira la envoltura de aquel regalo que le envía su hijo, que hace 5 años está preso. En el interior de aquella cajita de cristal, está una hermosa flor de noche buena, su esplendor es deslumbrante, su belleza cautiva la mirada de aquella madre, que se encuentra por demás conmocionada.

Es una flor tallada en pedazos de madera, teñida con un rojo que cautiva, en la parte de abajo esta un mensaje formado con pedacitos que parecen perlas y que dice: “Te amo mamá”.

Los ojos de aquella madre se comenzaron a llenar de pequeñas lágrimas, la belleza de aquella flor había cautivado no solo sus ojos, también su cansado corazón, de pronto el tiempo parece detenerse por un instante y mientras observa aquella flor, se da cuenta que hay un mensaje escrito en un arrugado papel, lo toma entre sus temblorosas manos y después de enjugar sus lágrimas, comienza a leer aquellas líneas que le escribió su hijo y que a la letra dicen:

Madre, en la soledad de esta celda, eres tú quien me da fuerzas para seguir viviendo, hoy que es navidad quisiera estar a tu lado, pero estos barrotes me lo impiden, pero no impiden que estés en mi corazón, quisiera regalarte el mundo entero pero, sabes, no encontré suficiente papel para envolvértelo, por eso, solo te envío esta flor de noche buena, que he labrado con mis propias manos, aquí en la soledad de esta celda, he arrancado pedazos de madera de una pequeña repisa que cuelga en una pared.

No dispongo de ninguna herramienta, por eso cada pétalo lo he formado usando todas mis uñas y las yemas de mis dedos, no sé cuántas veces las uñas se me han quebrado, ni cuanta sangre mis yemas han derramado, madre, con esa sangre he teñido cada pedacito de madera, por eso cada pétalo tiene ese color especial, es el rojo de mi sangre.

También he juntado todas las uñas que se me han ido quebrando, con ellas pude formar el mensaje, “Te amo mamá”. mucho tiempo he durado para hacer esta flor de noche buena, la he hecho siempre pensando en ti, mis manos han aprendido la lección de no disponer de lo ajeno.

Madre, en esta flor va todo mi cariño y con ella te pido perdón, por tenerte en el abandono. madre, ésta es la única noche buena que hoy te puedo dar, esta flor está hecha con mis manos, teñida con mí sangre y perfumada con todo mi amor.

¡Feliz noche buena!

POR LEONCIO DURÁN GARIBAY