/ jueves 13 de enero de 2022

Punto Gélido | Sigue rabioso el perro

Hace relativamente poco tiempo, un misterioso perro apareció en medio de un mundo convulso, al cual por cierto, creíamos firmemente que teníamos sometido a nuestro entero dominio, nos jactábamos de ser los amos y señores, de tener todo controlado desde nuestra perspectiva económica, tecnológica, científica, humana y más. Nos asumíamos desafiantes, soberbios y quizás hasta displicentes, ya no era suficiente el entorno terrenal. Sin embargo, como surgido de la nada apareció un perro rabioso, y en un principio, mordió a los habitantes de un país distante, la preocupación no parecía ser de mayores dimensiones, en apariencia era una rabia que sería temporal y aislada, como había sucedido con otras.

Pero el perro rabioso de pronto enloqueció, de la noche a la mañana, su rabia se extendió no solo por un país o un continente, sino peligrosamente por todas las latitudes de este planeta tierra, donde habita la raza humana. Y de ser considerado un perro elitista, que solo mordía a una clase social en particular, en poco tiempo se volvió practicante de la pluralidad, y le sobraron colmillos para morder a propios y extraños.

En un abrir y cerrar de ojos, el ser humano se vio afectado en su soberbia, en su cotidianidad, en su estilo de ser y de hacer la vida, los parámetros cambiaron radicalmente, se alteró súbitamente su estado emocional, su economía, sus relaciones familiares, afectivas, los roles sociales y principalmente su salud, entre muchos aspectos más, tanto, que la palabra o la frase de moda que se acuñó fue, “una nueva normalidad”. La rabia inyectada por esos voraces colmillos, no solo causó y sigue causando incertidumbre, miedo, enfermedad, sino también desafortunadamente muchas muertes.

La prueba, más allá de la sorpresa, era y sigue siendo fuerte, el ser humano ha tenido que dejar a un lado su zona de confort y aplicarse a fondo, para encontrar el antídoto que sea efectivo, por un momento, después de casi un año de esfuerzos a contra reloj, parecía haberlo logrado, las esperanzas se fortalecieron con la creación y aplicación de una vacuna, por un periodo de tiempo, la solución prometía ser efectiva y suficiente.

Pero al igual que el ser humano, el perro también evolucionó en el veneno de su rabia, y con más intensidad ha seguido luchando, de pronto atacó por segunda vez, y luego, por tercera vez, y hoy, se ha dado el lujo de volver a atacar por cuarta vez, logrando con ello, que de nueva cuenta el ser humano se encuentre amenazado, en peligro constante de aumentar el número de enfermos e incluso de muertes.

La realidad demuestra que, como dice el dicho, “la confianza mató al gato”, y más allá de fincar las esperanzas de solución en una vacuna, hoy el aprendizaje debe ser profundo, para hacer conciencia de que la solución está, en la suma de voluntades, donde necesariamente la humanidad, en su conjunto, debe adoptar una nueva forma de convivir, quizás para bien o tal vez para mal, el asunto es, que es necesario terminar en la medida de lo posible, con esta rabia.

Hoy el perro sigue rabioso, nos ha vuelto a morder con feroz intensidad, quizás como seres humanos hemos sido demasiado confiados, displicentes e incluso irresponsables, no lo sé. Lo único cierto es que una vez más estamos a prueba, como personas, como familia y como sociedad, y solo el sentido común, la solidaridad, quizás el antídoto adecuado y es posible que la misma fe, nos ayuden a vencer a este perro rabioso.


Ing. Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial

Hace relativamente poco tiempo, un misterioso perro apareció en medio de un mundo convulso, al cual por cierto, creíamos firmemente que teníamos sometido a nuestro entero dominio, nos jactábamos de ser los amos y señores, de tener todo controlado desde nuestra perspectiva económica, tecnológica, científica, humana y más. Nos asumíamos desafiantes, soberbios y quizás hasta displicentes, ya no era suficiente el entorno terrenal. Sin embargo, como surgido de la nada apareció un perro rabioso, y en un principio, mordió a los habitantes de un país distante, la preocupación no parecía ser de mayores dimensiones, en apariencia era una rabia que sería temporal y aislada, como había sucedido con otras.

Pero el perro rabioso de pronto enloqueció, de la noche a la mañana, su rabia se extendió no solo por un país o un continente, sino peligrosamente por todas las latitudes de este planeta tierra, donde habita la raza humana. Y de ser considerado un perro elitista, que solo mordía a una clase social en particular, en poco tiempo se volvió practicante de la pluralidad, y le sobraron colmillos para morder a propios y extraños.

En un abrir y cerrar de ojos, el ser humano se vio afectado en su soberbia, en su cotidianidad, en su estilo de ser y de hacer la vida, los parámetros cambiaron radicalmente, se alteró súbitamente su estado emocional, su economía, sus relaciones familiares, afectivas, los roles sociales y principalmente su salud, entre muchos aspectos más, tanto, que la palabra o la frase de moda que se acuñó fue, “una nueva normalidad”. La rabia inyectada por esos voraces colmillos, no solo causó y sigue causando incertidumbre, miedo, enfermedad, sino también desafortunadamente muchas muertes.

La prueba, más allá de la sorpresa, era y sigue siendo fuerte, el ser humano ha tenido que dejar a un lado su zona de confort y aplicarse a fondo, para encontrar el antídoto que sea efectivo, por un momento, después de casi un año de esfuerzos a contra reloj, parecía haberlo logrado, las esperanzas se fortalecieron con la creación y aplicación de una vacuna, por un periodo de tiempo, la solución prometía ser efectiva y suficiente.

Pero al igual que el ser humano, el perro también evolucionó en el veneno de su rabia, y con más intensidad ha seguido luchando, de pronto atacó por segunda vez, y luego, por tercera vez, y hoy, se ha dado el lujo de volver a atacar por cuarta vez, logrando con ello, que de nueva cuenta el ser humano se encuentre amenazado, en peligro constante de aumentar el número de enfermos e incluso de muertes.

La realidad demuestra que, como dice el dicho, “la confianza mató al gato”, y más allá de fincar las esperanzas de solución en una vacuna, hoy el aprendizaje debe ser profundo, para hacer conciencia de que la solución está, en la suma de voluntades, donde necesariamente la humanidad, en su conjunto, debe adoptar una nueva forma de convivir, quizás para bien o tal vez para mal, el asunto es, que es necesario terminar en la medida de lo posible, con esta rabia.

Hoy el perro sigue rabioso, nos ha vuelto a morder con feroz intensidad, quizás como seres humanos hemos sido demasiado confiados, displicentes e incluso irresponsables, no lo sé. Lo único cierto es que una vez más estamos a prueba, como personas, como familia y como sociedad, y solo el sentido común, la solidaridad, quizás el antídoto adecuado y es posible que la misma fe, nos ayuden a vencer a este perro rabioso.


Ing. Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial