/ jueves 7 de enero de 2021

Punto gélido | Ser enfermera

(6 de enero Día de la Enfermera)

Generalmente cuestionado y pocas veces reconocido, así es el trabajo de una enfermera. Como sociedad y como pacientes nos gusta exigir una pronta atención, soluciones sin el más mínimo margen de error, un trato amable que raya en el sometimiento. Víctimas del dolor o de la prepotencia irracional, con frecuencia denostamos esta noble labor.

Ser enfermera, es saber interpretar y cumplir órdenes expresadas en una receta, en un expediente o en un procedimiento quirúrgico, donde se indica el medicamento, el horario, la cantidad y la forma de suministrarlo, lo que representa una actividad que no distingue ni días, ni horarios: lo mismo es un lunes, un martes o un domingo; de mañana, de tarde o de noche, además de la vigilancia permanente, para poder notificar de la evolución del paciente. Pero seguir órdenes es solo una parte del trabajo, la otra parte está relacionada con las tareas sanitarias que el paciente requiere, para lo cual es necesario tener una actitud y disposición a prueba de muchas vicisitudes, que demandan un temple muy especial.

Ser enfermera es una actividad por lo general considerada de alto riesgo; los virus, las infecciones, los contagios son siempre un riesgo latente, hoy más que nunca. Pero también su estado emocional se pone constantemente a prueba, porque existe el grave peligro de ser influenciada por las actitudes depresivas, negativas y de dolor de los pacientes. Se necesita de un equilibrio emocional a toda prueba, para mantener la sensibilidad suficiente y no olvidar que los pacientes y sus familiares son seres humanos. Conservar la ecuanimidad, la calma y la concentración en un momento álgido de una emergencia, es una virtud, un don y un privilegio que no es común en todas las personas, sin embargo, en una enfermera sí.

Ser enfermera, contrario a lo que muchos pensamos, requiere de un conocimiento amplio de medicamentos, instrumentos, procedimientos, enfermedades, síntomas, consecuencias, y hasta del tipo de paciente, pero más allá del conocimiento técnico y científico existe un sentido maternal, humanitario, para atender los problemas emocionales: se dan el tiempo para escuchar, para platicar y hacer sentir importante a cada uno de sus pacientes.

Por eso una enfermera es un ángel guardián, porque su misión es la de cuidar, ayudar y acompañar al paciente hasta su último suspiro o hasta que recupere por completo su buen estado de salud, incluso aun cuando el paciente o el familiar oponen resistencia, ofendiendo y lastimando la dignidad de quien los ayuda. Pero también existen quienes saben valorar y agradecen su trabajo, con un simple gracias es suficiente.

Ser enfermera, es responder al llamado de una excelsa vocación, es realizar una actividad que la hace feliz, que llena sus expectativas de vida y que le da la oportunidad de trascender como persona y como profesionista.

Como simple paciente, admiro y respeto el noble trabajo que desempeña una enfermera, son en verdad ese ángel guardián que se hace presente en el momento más álgido de un ser humano; sus conocimientos, pero sobre todo su actitud de servicio y vocación, hacen de ella un ser humano extraordinario, digno de la más sublime admiración y respeto.

Enfermeras, enfermeros, gracias por su muy importante labor….


POR LEONCIO DURÁN GARIBAY

leon7dg@hotmail.com


(6 de enero Día de la Enfermera)

Generalmente cuestionado y pocas veces reconocido, así es el trabajo de una enfermera. Como sociedad y como pacientes nos gusta exigir una pronta atención, soluciones sin el más mínimo margen de error, un trato amable que raya en el sometimiento. Víctimas del dolor o de la prepotencia irracional, con frecuencia denostamos esta noble labor.

Ser enfermera, es saber interpretar y cumplir órdenes expresadas en una receta, en un expediente o en un procedimiento quirúrgico, donde se indica el medicamento, el horario, la cantidad y la forma de suministrarlo, lo que representa una actividad que no distingue ni días, ni horarios: lo mismo es un lunes, un martes o un domingo; de mañana, de tarde o de noche, además de la vigilancia permanente, para poder notificar de la evolución del paciente. Pero seguir órdenes es solo una parte del trabajo, la otra parte está relacionada con las tareas sanitarias que el paciente requiere, para lo cual es necesario tener una actitud y disposición a prueba de muchas vicisitudes, que demandan un temple muy especial.

Ser enfermera es una actividad por lo general considerada de alto riesgo; los virus, las infecciones, los contagios son siempre un riesgo latente, hoy más que nunca. Pero también su estado emocional se pone constantemente a prueba, porque existe el grave peligro de ser influenciada por las actitudes depresivas, negativas y de dolor de los pacientes. Se necesita de un equilibrio emocional a toda prueba, para mantener la sensibilidad suficiente y no olvidar que los pacientes y sus familiares son seres humanos. Conservar la ecuanimidad, la calma y la concentración en un momento álgido de una emergencia, es una virtud, un don y un privilegio que no es común en todas las personas, sin embargo, en una enfermera sí.

Ser enfermera, contrario a lo que muchos pensamos, requiere de un conocimiento amplio de medicamentos, instrumentos, procedimientos, enfermedades, síntomas, consecuencias, y hasta del tipo de paciente, pero más allá del conocimiento técnico y científico existe un sentido maternal, humanitario, para atender los problemas emocionales: se dan el tiempo para escuchar, para platicar y hacer sentir importante a cada uno de sus pacientes.

Por eso una enfermera es un ángel guardián, porque su misión es la de cuidar, ayudar y acompañar al paciente hasta su último suspiro o hasta que recupere por completo su buen estado de salud, incluso aun cuando el paciente o el familiar oponen resistencia, ofendiendo y lastimando la dignidad de quien los ayuda. Pero también existen quienes saben valorar y agradecen su trabajo, con un simple gracias es suficiente.

Ser enfermera, es responder al llamado de una excelsa vocación, es realizar una actividad que la hace feliz, que llena sus expectativas de vida y que le da la oportunidad de trascender como persona y como profesionista.

Como simple paciente, admiro y respeto el noble trabajo que desempeña una enfermera, son en verdad ese ángel guardián que se hace presente en el momento más álgido de un ser humano; sus conocimientos, pero sobre todo su actitud de servicio y vocación, hacen de ella un ser humano extraordinario, digno de la más sublime admiración y respeto.

Enfermeras, enfermeros, gracias por su muy importante labor….


POR LEONCIO DURÁN GARIBAY

leon7dg@hotmail.com