/ jueves 27 de enero de 2022

Punto Gélido | Palos de ciego

Con esta frase se pretende hacer referencia única y exclusivamente, a aquellas acciones en las que se procede de forma titubeante, con indefinición, con duda; es decir, cuando se actúa sin saber lo que se hace y por consecuencia, sin tener certeza de los resultados que se deriven de las acciones emprendidas. Situación que es posible que en algún momento de nuestro diario vivir, nos ha sucedido a todos como seres humanos, no siempre hay tiempo para estructurar un plan, un proyecto o una línea de acción a seguir, donde se puedan establecer procedimientos, tiempos y resultados a obtener, además de predeterminar los medios y los mecanismos para medir la eficiencia y eficacia de los resultados obtenidos.

Pero otra cosa diferente es que aun teniendo todo el tiempo, los medios y las herramientas, además de la disposición, la capacidad y hasta cierto punto la obligación, para realizar una programación bien estructurada, bajo un método establecido o creado, lo cual debemos decirlo, no garantiza el éxito total, posiblemente solo minimice o acote los riesgos, a pesar de ello, sencillamente nos damos el lujo de evitar la fatiga, nos volvemos hasta cierto punto irresponsables y preferimos actuar por instinto, por impulso, visceralmente quizá. Es ahí donde en principio, en nuestro diario vivir comenzamos a dar palos de ciego, nuestra vida puede convertirse en una simple apuesta, donde está la posibilidad, por qué no, de ganar, y con ello mostrar que es posible vivir bien, arriesgando siempre más allá de los límites. Sin embargo, está presente y latente también la posibilidad de no ser afortunado en la apuesta, y es en ese momento, donde la frase palos de ciego toma su mayor significado.

Está siempre presente el escenario, en el que nos veamos sorprendidos e incluso obligados a dar palos de ciego, la vida es una pieza compleja que presenta muchas aristas; la enfermedad, un accidente, una mala decisión o cualquier otro factor, pueden condicionar a ello, en tal caso, las justificaciones podrían tener algún sentido, bajo esas circunstancias solo queda ser responsables con el devenir de las consecuencias.

Pero cuando los palos de ciego se dan con plena conciencia, con la voluntad y además con la intención de tentar al destino, entonces lo mínimo que se debe tener es la madurez para aceptar los resultados, así, no debemos sorprendernos si un mal día terminamos por entrar a una cárcel, a un hospital y peor aún, hasta en el mismo panteón, es en ese momento donde las consecuencias toman un carácter de fatalidad y desgraciadamente de irreversibles.

En algún instante de nuestro peregrinar, tal vez nos acostumbremos a dar palos de ciego, como una constante en nuestra forma de vida, en tal circunstancia, habremos caído en el peligroso error de permitir que el mismo entorno nos tome con sus tentáculos, que nos vende los ojos y como simples marionetas nos haga girar, hasta que nos lleguemos a sentir mareados, perdidos, caídos. Como es de esperarse, quizás nos convirtamos en un foco de atención, incluso de diversión de propios y extraños, donde los mismos ojos vendados, nos impidan ser conscientes de la realidad que vivimos.

En nuestro diario vivir como seres humanos, tener conciencia del momento, las circunstancias y el lugar en el que nos encontramos, es el principio esencial, para poder enfocar nuestra mirada, nuestras acciones, los esfuerzos e incluso las pasiones, en el objetivo o la meta que deseamos alcanzar. Así, dar palos de ciego, será solo una eventualidad en el camino para lograr esa meta y no una constante.


Ing. Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial

Con esta frase se pretende hacer referencia única y exclusivamente, a aquellas acciones en las que se procede de forma titubeante, con indefinición, con duda; es decir, cuando se actúa sin saber lo que se hace y por consecuencia, sin tener certeza de los resultados que se deriven de las acciones emprendidas. Situación que es posible que en algún momento de nuestro diario vivir, nos ha sucedido a todos como seres humanos, no siempre hay tiempo para estructurar un plan, un proyecto o una línea de acción a seguir, donde se puedan establecer procedimientos, tiempos y resultados a obtener, además de predeterminar los medios y los mecanismos para medir la eficiencia y eficacia de los resultados obtenidos.

Pero otra cosa diferente es que aun teniendo todo el tiempo, los medios y las herramientas, además de la disposición, la capacidad y hasta cierto punto la obligación, para realizar una programación bien estructurada, bajo un método establecido o creado, lo cual debemos decirlo, no garantiza el éxito total, posiblemente solo minimice o acote los riesgos, a pesar de ello, sencillamente nos damos el lujo de evitar la fatiga, nos volvemos hasta cierto punto irresponsables y preferimos actuar por instinto, por impulso, visceralmente quizá. Es ahí donde en principio, en nuestro diario vivir comenzamos a dar palos de ciego, nuestra vida puede convertirse en una simple apuesta, donde está la posibilidad, por qué no, de ganar, y con ello mostrar que es posible vivir bien, arriesgando siempre más allá de los límites. Sin embargo, está presente y latente también la posibilidad de no ser afortunado en la apuesta, y es en ese momento, donde la frase palos de ciego toma su mayor significado.

Está siempre presente el escenario, en el que nos veamos sorprendidos e incluso obligados a dar palos de ciego, la vida es una pieza compleja que presenta muchas aristas; la enfermedad, un accidente, una mala decisión o cualquier otro factor, pueden condicionar a ello, en tal caso, las justificaciones podrían tener algún sentido, bajo esas circunstancias solo queda ser responsables con el devenir de las consecuencias.

Pero cuando los palos de ciego se dan con plena conciencia, con la voluntad y además con la intención de tentar al destino, entonces lo mínimo que se debe tener es la madurez para aceptar los resultados, así, no debemos sorprendernos si un mal día terminamos por entrar a una cárcel, a un hospital y peor aún, hasta en el mismo panteón, es en ese momento donde las consecuencias toman un carácter de fatalidad y desgraciadamente de irreversibles.

En algún instante de nuestro peregrinar, tal vez nos acostumbremos a dar palos de ciego, como una constante en nuestra forma de vida, en tal circunstancia, habremos caído en el peligroso error de permitir que el mismo entorno nos tome con sus tentáculos, que nos vende los ojos y como simples marionetas nos haga girar, hasta que nos lleguemos a sentir mareados, perdidos, caídos. Como es de esperarse, quizás nos convirtamos en un foco de atención, incluso de diversión de propios y extraños, donde los mismos ojos vendados, nos impidan ser conscientes de la realidad que vivimos.

En nuestro diario vivir como seres humanos, tener conciencia del momento, las circunstancias y el lugar en el que nos encontramos, es el principio esencial, para poder enfocar nuestra mirada, nuestras acciones, los esfuerzos e incluso las pasiones, en el objetivo o la meta que deseamos alcanzar. Así, dar palos de ciego, será solo una eventualidad en el camino para lograr esa meta y no una constante.


Ing. Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial