/ jueves 16 de diciembre de 2021

Punto Gélido | La Última Guardia (Enfermera)

“Gracias por tu esfuerzo y dedicación, por tantos años de servicio leal y dedicado, tu vocación ha trascendido en tus pacientes, en tus compañeros de trabajo y en tu comunidad, pero sobre todo, le ha dado una identidad, un sentido a tu forma de ser, de hacer y de pensar ”.

La vocación es una raíz profunda que le permite florecer, y dar fruto abundante al ser humano. Para elegir ser enfermera, debe correr por las venas, esa bella sensación de consagrarse al servicio de aquellos que sufren, porque su cuerpo y quizás su espíritu, experimenta dolor o sufrimiento.

Con solo 15 años de vida, había que tomar una decisión, la juventud en ocasiones no es muy buena consejera, sin embargo, cuando la vocación llama, elegir estudiar la carrera de enfermería se convirtió en un paso natural. Los días, los meses y los años pasaron muy deprisa, así es cuando se disfruta lo que se hace; un buen día el título de Enfermera General estaba ya en tus manos, era el tiempo de asumir la responsabilidad y de desempeñar de manera profesional, el apostolado de ser enfermera.

Con 20 años de vida, las puertas de una institución pública de salud estaban abiertas, era el momento de dejar a un lado los cuadernos y libros, para someterse al examen más importante, la práctica; vencer el pánico escénico, atender al primer paciente, incluso cumplir con un horario de trabajo, sin importar el turno, ni el día.

Pero la vocación se convierte en la mejor acompañante y en la mejor maestra, es ella quien da la fortaleza para levantarse cuando hay tropiezos, para soportar interminables desveladas, para seguir preparándose aun en medio de las dificultades. El devenir de los días, de las jornadas de trabajo y de los distintos roles que la profesión de enfermera demanda, desde psicóloga, trabajadora social, abogada, confesora, motivadora, así como trabajos de intendente, de aseo personal, cuidadora, comunicadora, líder y todos aquellos que son necesarios en el cuidado de la vida humana, fueron fortaleciendo el espíritu y el carácter de una enfermera capaz, eficiente y comprometida con su labor.

La experiencia, solo se puede obtener con el esfuerzo, la dedicación y el trabajo de todos los días, el aprendizaje es permanente. Consagrarse a una profesión implica en ocasiones sacrificar otros aspectos de la vida, desde el ámbito social, personal y con frecuencia el familiar, sin embargo, esos sacrificios se ven recompensados sólo cuando se tiene la virtud de disfrutar y de amar la sagrada vocación. La mejor recompensa no está en una remuneración económica, sino en esa sencilla palabra del paciente cuando dice, “Gracias”.

Han transcurrido 28 años de servicio, la última guardia se cumple hoy. Es inevitable observar por el retrovisor, es difícil enumerar a cuantas personas les brindaste tus servicios, siempre con pasión, incluso más allá de las responsabilidades y capacidades. La nostalgia por ese hospital al cual consagraste toda tu vida de servicio, por esas personas que fueron tus compañeros, tus amigos, tu familia en todos estos años; doctores, enfermeras, administrativos, intendentes y hasta los mismos pacientes, inevitablemente llegará. Pero, después de un final, siempre habrá un nuevo principio y ahí estarán tus seres queridos para acompañarte.

Hoy te queremos decir, “gracias”, gracias por tu entrega, por tu profesionalismo, por el amor y la pasión que le pusiste siempre a esta sagrada profesión. Estamos orgullosos de ti y te reconocemos como una mujer valiente, perseverante, ética, como un ser humano extraordinario, damos gracias a Dios por ésta misión que te encomendó y por guiarte siempre. Hoy es tu última guardia, pero, seguirás siendo orgullosamente enfermera por siempre…

Leoncio Durán Garibay | Ing. Industrial

“Gracias por tu esfuerzo y dedicación, por tantos años de servicio leal y dedicado, tu vocación ha trascendido en tus pacientes, en tus compañeros de trabajo y en tu comunidad, pero sobre todo, le ha dado una identidad, un sentido a tu forma de ser, de hacer y de pensar ”.

La vocación es una raíz profunda que le permite florecer, y dar fruto abundante al ser humano. Para elegir ser enfermera, debe correr por las venas, esa bella sensación de consagrarse al servicio de aquellos que sufren, porque su cuerpo y quizás su espíritu, experimenta dolor o sufrimiento.

Con solo 15 años de vida, había que tomar una decisión, la juventud en ocasiones no es muy buena consejera, sin embargo, cuando la vocación llama, elegir estudiar la carrera de enfermería se convirtió en un paso natural. Los días, los meses y los años pasaron muy deprisa, así es cuando se disfruta lo que se hace; un buen día el título de Enfermera General estaba ya en tus manos, era el tiempo de asumir la responsabilidad y de desempeñar de manera profesional, el apostolado de ser enfermera.

Con 20 años de vida, las puertas de una institución pública de salud estaban abiertas, era el momento de dejar a un lado los cuadernos y libros, para someterse al examen más importante, la práctica; vencer el pánico escénico, atender al primer paciente, incluso cumplir con un horario de trabajo, sin importar el turno, ni el día.

Pero la vocación se convierte en la mejor acompañante y en la mejor maestra, es ella quien da la fortaleza para levantarse cuando hay tropiezos, para soportar interminables desveladas, para seguir preparándose aun en medio de las dificultades. El devenir de los días, de las jornadas de trabajo y de los distintos roles que la profesión de enfermera demanda, desde psicóloga, trabajadora social, abogada, confesora, motivadora, así como trabajos de intendente, de aseo personal, cuidadora, comunicadora, líder y todos aquellos que son necesarios en el cuidado de la vida humana, fueron fortaleciendo el espíritu y el carácter de una enfermera capaz, eficiente y comprometida con su labor.

La experiencia, solo se puede obtener con el esfuerzo, la dedicación y el trabajo de todos los días, el aprendizaje es permanente. Consagrarse a una profesión implica en ocasiones sacrificar otros aspectos de la vida, desde el ámbito social, personal y con frecuencia el familiar, sin embargo, esos sacrificios se ven recompensados sólo cuando se tiene la virtud de disfrutar y de amar la sagrada vocación. La mejor recompensa no está en una remuneración económica, sino en esa sencilla palabra del paciente cuando dice, “Gracias”.

Han transcurrido 28 años de servicio, la última guardia se cumple hoy. Es inevitable observar por el retrovisor, es difícil enumerar a cuantas personas les brindaste tus servicios, siempre con pasión, incluso más allá de las responsabilidades y capacidades. La nostalgia por ese hospital al cual consagraste toda tu vida de servicio, por esas personas que fueron tus compañeros, tus amigos, tu familia en todos estos años; doctores, enfermeras, administrativos, intendentes y hasta los mismos pacientes, inevitablemente llegará. Pero, después de un final, siempre habrá un nuevo principio y ahí estarán tus seres queridos para acompañarte.

Hoy te queremos decir, “gracias”, gracias por tu entrega, por tu profesionalismo, por el amor y la pasión que le pusiste siempre a esta sagrada profesión. Estamos orgullosos de ti y te reconocemos como una mujer valiente, perseverante, ética, como un ser humano extraordinario, damos gracias a Dios por ésta misión que te encomendó y por guiarte siempre. Hoy es tu última guardia, pero, seguirás siendo orgullosamente enfermera por siempre…

Leoncio Durán Garibay | Ing. Industrial