/ jueves 17 de diciembre de 2020

Punto gelido | La otra realidad...

El otoño se despide lento, en medio del caserío el humo se hace más denso, pareciera que detrás de esa cortina se esconde la otra realidad, esa que no es posible ver porque los anteojos de la indiferencia no lo permiten, esa que congela las miradas vidriosas de los niños, que más allá de una genuina ilusión, solo encuentran el calor de una realidad que está abrigada por la apatía, la desigualdad y la pobreza.

Las oportunidades encuentran en la inequidad una constante, ahí en esa otra realidad la supervivencia es una prioridad, una condición que destroza los sueños, que marca el camino no deseado, que cierra los labios, que limita el horizonte, que llena de silencios, que hace vulnerable en extremo a quien vale y tiene la misma dignidad al nacer que cualquier persona.

Por siglos se han arrastrado las cadenas, esas que atan con grilletes las voluntades del ser, esas cadenas que atrapan de pies y manos a aquellos que se consideran indolentes, a esos que no tienen derecho de estar, de sentir, de pensar, romper esas cadenas supone un peligro para un sistema, para una clase, para unos cuantos que, en la miseria de su concepción dominante, prefieren seguir haciendo usufructo de aquellos que están en esa otra realidad.

El invierno llegará ineludiblemente, con él las festividades de la navidad y el inicio de un nuevo año, para algunos el consumo, la fiesta y los regalos serán una tradición que ambientará su vida y permitirá que la familia se encuentre en estado de felicidad, quizás ricas bebidas y apetitosos platillos acompañaran la ocasión, ello muy posiblemente producto de su trabajo, de su esfuerzo y del disfrute de sus derechos, para ellos será posible aun en medio de un contexto difícil de salud, cerrar ciclos, evaluar resultados y hacer nuevos planes.

Sin embargo, en la otra realidad, es muy probable que las cosas tengan una dimensión y un sentido muy diferente; cerrar ciclos es solo una utopía, satisfacer las necesidades básicas de existencia del día, hacen que los planes sean a muy corto plazo y a menudo no hay tiempo para sentarse a reflexionar. Los derechos están escritos en un lenguaje difícil, incluso saber y poderlos leer es la primera violación a los mismos, olvidemos la posibilidad de exigir que se cumplan. El producto de su trabajo y de su esfuerzo, por lo general raya en las penurias de la esclavitud. Así, no resulta difícil comprender que el consumo, la fiesta y los regalos, no son tradiciones que comulguen con esta otra realidad, la bebida y sobre todo la comida se limita a la raquítica porción de apenas lo necesario para sobrevivir. De la crisis de salud en este contexto, mejor la ponemos con un punto y aparte.

La intención no es cuestionar ninguna condición, solo describir realidades; con ello quizá sea pertinente que aquellos que pueden y tienen valoren precisamente eso, si con ello se despiertan los valores humanos más preciados y se hace más visible esa otra realidad; que se esconde tras una densa cortina de humo, donde los sueños se pierden cuando una mano se queda extendida, cuando las miradas se iluminan solo con tristezas y donde los sueños no vuelan porque no tienen alas, entonces la navidad y el año nuevo encontraran un significado diferente en la vida de todas las persona.

En medio de una nueva normalidad, está también la otra realidad…

leon7dg@hotmail.com

El otoño se despide lento, en medio del caserío el humo se hace más denso, pareciera que detrás de esa cortina se esconde la otra realidad, esa que no es posible ver porque los anteojos de la indiferencia no lo permiten, esa que congela las miradas vidriosas de los niños, que más allá de una genuina ilusión, solo encuentran el calor de una realidad que está abrigada por la apatía, la desigualdad y la pobreza.

Las oportunidades encuentran en la inequidad una constante, ahí en esa otra realidad la supervivencia es una prioridad, una condición que destroza los sueños, que marca el camino no deseado, que cierra los labios, que limita el horizonte, que llena de silencios, que hace vulnerable en extremo a quien vale y tiene la misma dignidad al nacer que cualquier persona.

Por siglos se han arrastrado las cadenas, esas que atan con grilletes las voluntades del ser, esas cadenas que atrapan de pies y manos a aquellos que se consideran indolentes, a esos que no tienen derecho de estar, de sentir, de pensar, romper esas cadenas supone un peligro para un sistema, para una clase, para unos cuantos que, en la miseria de su concepción dominante, prefieren seguir haciendo usufructo de aquellos que están en esa otra realidad.

El invierno llegará ineludiblemente, con él las festividades de la navidad y el inicio de un nuevo año, para algunos el consumo, la fiesta y los regalos serán una tradición que ambientará su vida y permitirá que la familia se encuentre en estado de felicidad, quizás ricas bebidas y apetitosos platillos acompañaran la ocasión, ello muy posiblemente producto de su trabajo, de su esfuerzo y del disfrute de sus derechos, para ellos será posible aun en medio de un contexto difícil de salud, cerrar ciclos, evaluar resultados y hacer nuevos planes.

Sin embargo, en la otra realidad, es muy probable que las cosas tengan una dimensión y un sentido muy diferente; cerrar ciclos es solo una utopía, satisfacer las necesidades básicas de existencia del día, hacen que los planes sean a muy corto plazo y a menudo no hay tiempo para sentarse a reflexionar. Los derechos están escritos en un lenguaje difícil, incluso saber y poderlos leer es la primera violación a los mismos, olvidemos la posibilidad de exigir que se cumplan. El producto de su trabajo y de su esfuerzo, por lo general raya en las penurias de la esclavitud. Así, no resulta difícil comprender que el consumo, la fiesta y los regalos, no son tradiciones que comulguen con esta otra realidad, la bebida y sobre todo la comida se limita a la raquítica porción de apenas lo necesario para sobrevivir. De la crisis de salud en este contexto, mejor la ponemos con un punto y aparte.

La intención no es cuestionar ninguna condición, solo describir realidades; con ello quizá sea pertinente que aquellos que pueden y tienen valoren precisamente eso, si con ello se despiertan los valores humanos más preciados y se hace más visible esa otra realidad; que se esconde tras una densa cortina de humo, donde los sueños se pierden cuando una mano se queda extendida, cuando las miradas se iluminan solo con tristezas y donde los sueños no vuelan porque no tienen alas, entonces la navidad y el año nuevo encontraran un significado diferente en la vida de todas las persona.

En medio de una nueva normalidad, está también la otra realidad…

leon7dg@hotmail.com