/ jueves 28 de octubre de 2021

Punto Gélido | La Cosecha

La tierra fértil que ha sido fecundada con la semilla de la vida, se dispone a parir su mejor cosecha. El tiempo de espera ha sido largo, y ha tenido que pasar por muy diversos momentos y circunstancias, que han marcado la cantidad y la calidad del producto a cosechar en el mejor de los escenarios, porque hay que decirlo también, en algunos casos las circunstancias han sido tan extremas, que la cosecha simplemente murió en el fallido intento.

Es la mano del hombre y de la mujer de campo, quienes, por amor a la tierra, han permanecido apegados a sus costumbres y a sus tradiciones, ellos con la fe puesta en el creador y la esperanza como aliento, acarician la tierra con sus instrumentos de labranza; desde un sencillo arado tirado por un par de burros, mulas, caballos o bueyes, hasta el más sofisticado equipo y tecnología de punta en el mejor de los casos. Con la ayuda de esas herramientas, con su conocimiento y sobre todo con su esfuerzo genuino, seducen con cariño la tierra, la acarician y luego en un acto de fe, la fecundan con la semilla buena.

Después, hay que esperar que los diferentes factores se alineen en una sola dirección, para poder cosechar. El primer factor, tiene que ver con la gracia de la lluvia, el panorama siempre es incierto y más en los últimos tiempos, los ciclos naturales han sufrido grandes cambios, el calentamiento global y otros aspectos así lo demuestran, la lluvia no solo debe presentarse, sino que debe ser en cantidades apropiadas; muy poca o mucha, suelen ser sinónimo de mala cosecha. Después un segundo factor, está relacionado con la aparición de ciertas plagas, que suelen dañar en mayor o menor medida la siembra, he aquí el gran dilema, hay que tomar la decisión de combatirlas o no, de forma natural o bien con productos químicos, con el riesgo y las consecuencias que esto implica, para la salud del ser humano y también el daño que ocasiona al entorno.

Un tercer factor, está asociado a los fenómenos naturales, nunca falta una tormenta acompañada de granizo, que simplemente destruye todo, también es posible que se haga presente una helada temprana, bueno, hasta algún eclipse que termine por afectar a las plantas y su fruto.

Y cuando por fin, después de mucho trabajo y cuidados; tales como quitar la hierba mala, beneficiar las plantas, nutrirlas, y regarlas en su caso, el agricultor se dispone a cosechar el fruto de su trabajo y de su esfuerzo. Si todos los factores medianamente se alinearon, su cosecha será buena, pero si no ocurrió así, entonces sus manos quedarán vacías y su trabajo habrá sido en vano. Si los factores se conjugaron, la cosecha será extraordinaria y entonces aparecerá un último factor, que entrará en el juego de la oferta y la demanda del mercado, donde casi con seguridad, su cosecha alcanzará un precio muy bajo.

Esa es parte de una realidad que estamos viviendo en el sector rural, el agricultor siembra la tierra en un acto de buena fe, los imponderables suelen ser muchos, y cuando finalmente logra una buena cosecha, está no vale. El mensaje nos debe poner en alerta, con esos antecedentes, es notoriamente claro, que cada vez son menos las personas y sobre todo menos jóvenes, que quieren cultivar la tierra. Son necesarios más incentivos y precios más justos. No debemos olvidar, que todos dependemos de una buena cosecha para alimentarnos.


Leoncio Durán Garibay | Ing. Industrial





La tierra fértil que ha sido fecundada con la semilla de la vida, se dispone a parir su mejor cosecha. El tiempo de espera ha sido largo, y ha tenido que pasar por muy diversos momentos y circunstancias, que han marcado la cantidad y la calidad del producto a cosechar en el mejor de los escenarios, porque hay que decirlo también, en algunos casos las circunstancias han sido tan extremas, que la cosecha simplemente murió en el fallido intento.

Es la mano del hombre y de la mujer de campo, quienes, por amor a la tierra, han permanecido apegados a sus costumbres y a sus tradiciones, ellos con la fe puesta en el creador y la esperanza como aliento, acarician la tierra con sus instrumentos de labranza; desde un sencillo arado tirado por un par de burros, mulas, caballos o bueyes, hasta el más sofisticado equipo y tecnología de punta en el mejor de los casos. Con la ayuda de esas herramientas, con su conocimiento y sobre todo con su esfuerzo genuino, seducen con cariño la tierra, la acarician y luego en un acto de fe, la fecundan con la semilla buena.

Después, hay que esperar que los diferentes factores se alineen en una sola dirección, para poder cosechar. El primer factor, tiene que ver con la gracia de la lluvia, el panorama siempre es incierto y más en los últimos tiempos, los ciclos naturales han sufrido grandes cambios, el calentamiento global y otros aspectos así lo demuestran, la lluvia no solo debe presentarse, sino que debe ser en cantidades apropiadas; muy poca o mucha, suelen ser sinónimo de mala cosecha. Después un segundo factor, está relacionado con la aparición de ciertas plagas, que suelen dañar en mayor o menor medida la siembra, he aquí el gran dilema, hay que tomar la decisión de combatirlas o no, de forma natural o bien con productos químicos, con el riesgo y las consecuencias que esto implica, para la salud del ser humano y también el daño que ocasiona al entorno.

Un tercer factor, está asociado a los fenómenos naturales, nunca falta una tormenta acompañada de granizo, que simplemente destruye todo, también es posible que se haga presente una helada temprana, bueno, hasta algún eclipse que termine por afectar a las plantas y su fruto.

Y cuando por fin, después de mucho trabajo y cuidados; tales como quitar la hierba mala, beneficiar las plantas, nutrirlas, y regarlas en su caso, el agricultor se dispone a cosechar el fruto de su trabajo y de su esfuerzo. Si todos los factores medianamente se alinearon, su cosecha será buena, pero si no ocurrió así, entonces sus manos quedarán vacías y su trabajo habrá sido en vano. Si los factores se conjugaron, la cosecha será extraordinaria y entonces aparecerá un último factor, que entrará en el juego de la oferta y la demanda del mercado, donde casi con seguridad, su cosecha alcanzará un precio muy bajo.

Esa es parte de una realidad que estamos viviendo en el sector rural, el agricultor siembra la tierra en un acto de buena fe, los imponderables suelen ser muchos, y cuando finalmente logra una buena cosecha, está no vale. El mensaje nos debe poner en alerta, con esos antecedentes, es notoriamente claro, que cada vez son menos las personas y sobre todo menos jóvenes, que quieren cultivar la tierra. Son necesarios más incentivos y precios más justos. No debemos olvidar, que todos dependemos de una buena cosecha para alimentarnos.


Leoncio Durán Garibay | Ing. Industrial