/ jueves 6 de enero de 2022

Punto Gélido | El Día de la Enfermera

La vocación de servir a los semejantes, es una virtud innata para muchas personas, los espacios y los momentos son diversos, la intensidad, la pasión y el compromiso es algo que se realiza en medio de un ejercicio de libertad, que lleva al individuo a entregarse hasta ofrecer su máximo esfuerzo. La recompensa no se encuentra en un estímulo económico, su concepción es más profunda y se enmarca en un contexto místico, donde se cumple una misión con base a los dones, los talentos y las habilidades recibidas.

El cumplir con una misión, usando como instrumento la vocación, implica en un primer momento, tener la humildad, la valentía y el deseo de simplemente servir al prójimo, después hay que dedicar tiempo, esfuerzo y una férrea constancia, para adquirir los conocimientos, las habilidades y el temple suficiente, para ello, es preciso saber sortear instantes álgidos, desveladas constantes, cansancio que no solo es físico, sino con frecuencia también emocional. Y por último, cuando esa amalgama de aristas se logra alinear en una misma dirección, con frecuencia en el prolongado tiempo, solo entonces, es posible ejercer con solvencia la bendita vocación de servir.

Ese es el camino que recorren todas y todos aquellos, que ejercen la sagrada misión de ser enfermeras o enfermeros. Su labor, por cierto no siempre valorada en su justa dimensión, es esencial en el proceso de atención, curación, aseo, cumplimiento de procedimientos, aplicación de medicamentos y más, para lograr que la salud física y con frecuencia también emocional, de él o los pacientes sea conservada.

Sortear dificultades es una tarea constante, todas ellas de una importancia máxima, el desempeño de la o el enfermero no admite el más mínimo error, descuido o pereza; la vida, la salud y el bienestar de un ser humano esta en las manos, en la inteligencia, en el conocimiento y en las acciones de ese ángel guardián. El desempeño de su labor es atemporal, lo mismo es un lunes, un miércoles o el mismo domingo, de día, de tarde o de noche, día festivo o día normal, siempre hay que estar ahí, con la mejor actitud y con la mayor prestancia, eso solo es posible realizarlo, cuando la vocación es más fuerte que incluso la misma razón.

Desempeñar su labor en medio de una cotidianidad, talvez no se inscriba en la escala de lo extraordinario, solemos catalogarlo con frecuencia como una obligación de una institución, de un gobierno, incluso de una persona, sin embargo, de un par de años a la fecha, el ser enfermera o enfermero, se convirtió en una labor estratégica, no solo para una ciudad o país, sino para todo el mundo, la pandemia que nos aqueja, puso en jaque a las instituciones, pero también de forma extrema a cada una de las y los enfermeros, lo cual, les ha llevado a ofrecer su mejor esfuerzo, incluso poniendo su propia vida y salud en riesgo extremo.

Pero, con frecuencia solemos normalizar las cosas, el susto del momento debido al inicio de la pandemia, nos llevó a reconocer momentáneamente el trabajo que ellos realizan, y por aquí, y por allá, escuchábamos términos como, “Héroes de la Salud”. Hoy en medio de la nueva normalidad, solo vemos una vez más su trabajo como una obligación.

Pero en estricto derecho, hoy más que nunca es el momento de reconocer y agradecer el trabajo de los y las enfermeras, gracias por tanto, gracias por cuanto, hoy la mejor forma de agradecerles, es siendo conscientes.

¡Feliz Día de la Enfermera!


Ing. Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial

La vocación de servir a los semejantes, es una virtud innata para muchas personas, los espacios y los momentos son diversos, la intensidad, la pasión y el compromiso es algo que se realiza en medio de un ejercicio de libertad, que lleva al individuo a entregarse hasta ofrecer su máximo esfuerzo. La recompensa no se encuentra en un estímulo económico, su concepción es más profunda y se enmarca en un contexto místico, donde se cumple una misión con base a los dones, los talentos y las habilidades recibidas.

El cumplir con una misión, usando como instrumento la vocación, implica en un primer momento, tener la humildad, la valentía y el deseo de simplemente servir al prójimo, después hay que dedicar tiempo, esfuerzo y una férrea constancia, para adquirir los conocimientos, las habilidades y el temple suficiente, para ello, es preciso saber sortear instantes álgidos, desveladas constantes, cansancio que no solo es físico, sino con frecuencia también emocional. Y por último, cuando esa amalgama de aristas se logra alinear en una misma dirección, con frecuencia en el prolongado tiempo, solo entonces, es posible ejercer con solvencia la bendita vocación de servir.

Ese es el camino que recorren todas y todos aquellos, que ejercen la sagrada misión de ser enfermeras o enfermeros. Su labor, por cierto no siempre valorada en su justa dimensión, es esencial en el proceso de atención, curación, aseo, cumplimiento de procedimientos, aplicación de medicamentos y más, para lograr que la salud física y con frecuencia también emocional, de él o los pacientes sea conservada.

Sortear dificultades es una tarea constante, todas ellas de una importancia máxima, el desempeño de la o el enfermero no admite el más mínimo error, descuido o pereza; la vida, la salud y el bienestar de un ser humano esta en las manos, en la inteligencia, en el conocimiento y en las acciones de ese ángel guardián. El desempeño de su labor es atemporal, lo mismo es un lunes, un miércoles o el mismo domingo, de día, de tarde o de noche, día festivo o día normal, siempre hay que estar ahí, con la mejor actitud y con la mayor prestancia, eso solo es posible realizarlo, cuando la vocación es más fuerte que incluso la misma razón.

Desempeñar su labor en medio de una cotidianidad, talvez no se inscriba en la escala de lo extraordinario, solemos catalogarlo con frecuencia como una obligación de una institución, de un gobierno, incluso de una persona, sin embargo, de un par de años a la fecha, el ser enfermera o enfermero, se convirtió en una labor estratégica, no solo para una ciudad o país, sino para todo el mundo, la pandemia que nos aqueja, puso en jaque a las instituciones, pero también de forma extrema a cada una de las y los enfermeros, lo cual, les ha llevado a ofrecer su mejor esfuerzo, incluso poniendo su propia vida y salud en riesgo extremo.

Pero, con frecuencia solemos normalizar las cosas, el susto del momento debido al inicio de la pandemia, nos llevó a reconocer momentáneamente el trabajo que ellos realizan, y por aquí, y por allá, escuchábamos términos como, “Héroes de la Salud”. Hoy en medio de la nueva normalidad, solo vemos una vez más su trabajo como una obligación.

Pero en estricto derecho, hoy más que nunca es el momento de reconocer y agradecer el trabajo de los y las enfermeras, gracias por tanto, gracias por cuanto, hoy la mejor forma de agradecerles, es siendo conscientes.

¡Feliz Día de la Enfermera!


Ing. Leoncio Durán Garibay | Ingeniero Industrial