/ miércoles 16 de enero de 2019

Programas sociales

Motivo de una controversia constante es la justicia o la injusticia social, ello ha provocado un enfrentamiento histórico y permanente entre los seres humanos; guerras, separaciones, agravios, soledad y tristeza por causa de esta desigualdad, que a unos favorece con próspera abundancia y a otros desampara con feroz cizaña.

En busca de encontrar un viso de solución a esta diferencia, las personas, las empresas, las asociaciones y desde luego los gobiernos, se han esforzado por encontrar alternativas, procedimientos y reglamentos, que coadyuven en tener una sociedad más justa y humanitaria.

Las políticas del nuevo gobierno son congruentes con ello, e intentan implementar programas que atiendan, sobre todo, a aquellos que se encuentran sumidos en el extremo de la pobreza económica, debido a muy diversos factores que pueden ir desde una edad avanzada, enfermedad, ignorancia, alguna discapacidad física, por causa de una catástrofe, falta de oportunidades e incluso aquellos que se encuentran empantanados en alguna droga o vicio, sin dejar de mencionar a quienes deben su pobreza económica a su propia pereza.

Emitir una opinión en base a un criterio personal, desde luego que lleva en sí mismo un sesgo de la propia condición de quien lo emite, pero intentando hacer uso del sentido común y algo de lógica, la mayoría de los ciudadanos observamos con buenos ojos el que se apoye a aquellas personas que realmente lo necesitan de forma urgente, en términos de salud, alimentación, educación, vivienda y algunos otros conceptos, podríamos decir que es una parte de la justicia social que es ineludible.

Sin embargo, en la distribución y aplicación de estos apoyos, existe la otra parte de la moneda que tiene que ver, con aquellas personas que hacen mal uso y, aprovechan la oportunidad, para beneficiarse de algo que en principio no está dirigido para ellos y en segundo lugar, es algo que simplemente no necesitan de forma urgente, dado que tieneN la posibilidad de obtenerlo por sí mismos, en base a su trabajo, a su esfuerzo y a su obligación de ser ciudadanos productivos, que aporten al bienestar propio y común.

El que estos programas de apoyo social sean invadidos por ese cáncer, provocado por los ciudadanos oportunistas, abre una ventana muy amplia para el análisis y podemos verlo desde varios ángulos, pero principalmente dos; uno, que el ciudadano es egoísta e inconsciente y burla las reglas de operación y dos, porque resulta conveniente para el gobierno alimentar un clientelismo que el día de mañana pague con votos.

Darle al que no necesita, pero que siempre está en primera fila pidiendo de forma voraz e insaciable, representa el mayor reto para la justa aplicación de los programas de asistencia social. Es en este escenario cuando el sentido común indica que es este grupo de ciudadanos oportunistas, quienes se convierten en causantes de eso que llamamos injusticia social, pues son ellos los que hacen que los programas de asistencia social y humanitaria fracasen.

Ojalá que los ciudadanos logremos tomar consciencia de la importancia de respetar y dejar que los apoyos lleguen a quien realmente lo necesita, permitiendo así el crecimiento integral de nuestra sociedad, el respeto a los derechos humanos y el respeto a la dignidad humana. De lo contrario, se seguirá cometiendo una injusticia con los grupos vulnerables, pero también con los ciudadanos que se esfuerzan todos los días para generar los bienes y con las políticas de gobierno que buscan el bienestar común y, por consecuencia, la paz social.

En hora buena por los programas implementados por el gobierno, deseamos que se apliquen de forma correcta y que realmente cumplan con su objetivo de combatir la injusticia social. El tiempo, que es un sabio testigo, dejará al descubierto la verdad de los hechos.

leon7dg@hotmail.com

Motivo de una controversia constante es la justicia o la injusticia social, ello ha provocado un enfrentamiento histórico y permanente entre los seres humanos; guerras, separaciones, agravios, soledad y tristeza por causa de esta desigualdad, que a unos favorece con próspera abundancia y a otros desampara con feroz cizaña.

En busca de encontrar un viso de solución a esta diferencia, las personas, las empresas, las asociaciones y desde luego los gobiernos, se han esforzado por encontrar alternativas, procedimientos y reglamentos, que coadyuven en tener una sociedad más justa y humanitaria.

Las políticas del nuevo gobierno son congruentes con ello, e intentan implementar programas que atiendan, sobre todo, a aquellos que se encuentran sumidos en el extremo de la pobreza económica, debido a muy diversos factores que pueden ir desde una edad avanzada, enfermedad, ignorancia, alguna discapacidad física, por causa de una catástrofe, falta de oportunidades e incluso aquellos que se encuentran empantanados en alguna droga o vicio, sin dejar de mencionar a quienes deben su pobreza económica a su propia pereza.

Emitir una opinión en base a un criterio personal, desde luego que lleva en sí mismo un sesgo de la propia condición de quien lo emite, pero intentando hacer uso del sentido común y algo de lógica, la mayoría de los ciudadanos observamos con buenos ojos el que se apoye a aquellas personas que realmente lo necesitan de forma urgente, en términos de salud, alimentación, educación, vivienda y algunos otros conceptos, podríamos decir que es una parte de la justicia social que es ineludible.

Sin embargo, en la distribución y aplicación de estos apoyos, existe la otra parte de la moneda que tiene que ver, con aquellas personas que hacen mal uso y, aprovechan la oportunidad, para beneficiarse de algo que en principio no está dirigido para ellos y en segundo lugar, es algo que simplemente no necesitan de forma urgente, dado que tieneN la posibilidad de obtenerlo por sí mismos, en base a su trabajo, a su esfuerzo y a su obligación de ser ciudadanos productivos, que aporten al bienestar propio y común.

El que estos programas de apoyo social sean invadidos por ese cáncer, provocado por los ciudadanos oportunistas, abre una ventana muy amplia para el análisis y podemos verlo desde varios ángulos, pero principalmente dos; uno, que el ciudadano es egoísta e inconsciente y burla las reglas de operación y dos, porque resulta conveniente para el gobierno alimentar un clientelismo que el día de mañana pague con votos.

Darle al que no necesita, pero que siempre está en primera fila pidiendo de forma voraz e insaciable, representa el mayor reto para la justa aplicación de los programas de asistencia social. Es en este escenario cuando el sentido común indica que es este grupo de ciudadanos oportunistas, quienes se convierten en causantes de eso que llamamos injusticia social, pues son ellos los que hacen que los programas de asistencia social y humanitaria fracasen.

Ojalá que los ciudadanos logremos tomar consciencia de la importancia de respetar y dejar que los apoyos lleguen a quien realmente lo necesita, permitiendo así el crecimiento integral de nuestra sociedad, el respeto a los derechos humanos y el respeto a la dignidad humana. De lo contrario, se seguirá cometiendo una injusticia con los grupos vulnerables, pero también con los ciudadanos que se esfuerzan todos los días para generar los bienes y con las políticas de gobierno que buscan el bienestar común y, por consecuencia, la paz social.

En hora buena por los programas implementados por el gobierno, deseamos que se apliquen de forma correcta y que realmente cumplan con su objetivo de combatir la injusticia social. El tiempo, que es un sabio testigo, dejará al descubierto la verdad de los hechos.

leon7dg@hotmail.com