/ viernes 9 de agosto de 2019

Preparémonos con optimismo y entusiasmo para iniciar un ciclo escolar más

Cuando se terminan unas vacaciones, suele pasar que los primeros días resulta difícil retomar el ritmo laboral y ponerse al corriente con lo que ocurrió durante nuestra ausencia, por eso, lo recomendable es comenzar paulatinamente, sin estresarse. Los recuerdos de las vacaciones se van quedando atrás y ahora el momento exige un nuevo desafío para la familia: el ingreso o la regreso a la escuela, o ir de vuelta a la guardería; todo eso supone más disciplina, cumplimiento de horarios, compra de ropa o de uniformes, de libros, y una infinidad de compromisos que exigen un esfuerzo tanto para los hijos como para los padres; para muchos de ellos, la entrada en el escuela o la vuelta a las aulas representa un cambio demasiado radical, la adaptación o la readaptación es un proceso, que suele durar aproximadamente una semana, siempre que el ambiente escolar y familiar sea el adecuado, todo dependerá de la actitud que tengan los maestros y los padres, ambas partes tendrán que estar preparadas para transmitir a los niños una impresión positiva de lo que representa ir o volver al escuela, y apoyarles en la transición de las vacaciones a las clases, al final, todo se supera, se arregla y se controla; con alguna dosis de paciencia y comprensión, el niño seguramente se enfrentará también a otros cambios: nuevos profesores, nuevas materias, nuevo grupo de compañeros y, algunos, nueva escuela; regresar a las obligaciones del día a día se hace cada vez más difícil, sobre todo después de haber descansado, cargado pilas y haber logrado liberarse por unos días de las exigencias cotidianas.

En cualquier caso, el ánimo de los padres debe ser esencialmente positivo para su hijo, sobre todo, porque la vuelta a la escuela supone volver a las obligaciones: hay que estudiar y hacer deberes, estos cambios provocan algunas alteraciones en el estado de ánimo de los niños y, aunque al principio, volver al escuela supondrá un gran esfuerzo, con el paso de los días se irá amenizando, pero, hablando de cambios, el más importante será el que experimentarán los niños que este año irán por primera vez al escuela, pasarán de estar en casa a compartir el ambiente escolar con otros niños y a estar bajo la responsabilidad de otras personas y sujetos a otras reglas; no es algo extraño que, a nosotros, los adultos, nos resulta costoso este hecho de volver al trabajo después de una buenas vacaciones, esa sensación o conjunto de sensaciones es, cada vez más escuchado, estas primeras semanas, son importantes para observar sus reacciones, muchos niños se ven afectados por esta apatía después de vacaciones, el desajuste del horario es la principal causa, seguida del cambio en el ritmo diario y en los ciclos, cambio en las comidas y sobre todo, en su actividad social relacional, si a esto le añadimos el regreso a un entorno de demandas y exigencias y a un ritmo que les hace cambiar bruscamente sus hábitos de las últimas semanas, tienen muchas posibilidades de ser víctimas del síndrome postvacacional; para suavizar estás complicaciones a la vuelta de la normalidad existen una serie de conductas que permitirán que el regreso al escuela sea más sencillo, dependerá de la actitud que tomen los padres con sus hijos, es importante poder tomar una actitud positiva para comenzar el cambio y modificar nuestros pensamientos y emociones negativas; debemos darle importancia a los beneficios que el trabajo nos aporta, y aprender a tener vínculos más sanos con los que me rodean.

Hacer un cambio de rutina energizará nuestra vida, lo mejor es realizar actividades satisfactorias que sean duraderas a lo largo del año: meditar, hacer salidas con amigos, con la familia, o con la pareja.

Debemos ser más positivos, integrar a nuestra vida cotidiana todo lo bueno de nuestra personalidad, y no dejarnos abatir por la rutina. Debemos disfrutar de todos los días del año como si siempre estuviéramos en vacaciones.

Cuando se terminan unas vacaciones, suele pasar que los primeros días resulta difícil retomar el ritmo laboral y ponerse al corriente con lo que ocurrió durante nuestra ausencia, por eso, lo recomendable es comenzar paulatinamente, sin estresarse. Los recuerdos de las vacaciones se van quedando atrás y ahora el momento exige un nuevo desafío para la familia: el ingreso o la regreso a la escuela, o ir de vuelta a la guardería; todo eso supone más disciplina, cumplimiento de horarios, compra de ropa o de uniformes, de libros, y una infinidad de compromisos que exigen un esfuerzo tanto para los hijos como para los padres; para muchos de ellos, la entrada en el escuela o la vuelta a las aulas representa un cambio demasiado radical, la adaptación o la readaptación es un proceso, que suele durar aproximadamente una semana, siempre que el ambiente escolar y familiar sea el adecuado, todo dependerá de la actitud que tengan los maestros y los padres, ambas partes tendrán que estar preparadas para transmitir a los niños una impresión positiva de lo que representa ir o volver al escuela, y apoyarles en la transición de las vacaciones a las clases, al final, todo se supera, se arregla y se controla; con alguna dosis de paciencia y comprensión, el niño seguramente se enfrentará también a otros cambios: nuevos profesores, nuevas materias, nuevo grupo de compañeros y, algunos, nueva escuela; regresar a las obligaciones del día a día se hace cada vez más difícil, sobre todo después de haber descansado, cargado pilas y haber logrado liberarse por unos días de las exigencias cotidianas.

En cualquier caso, el ánimo de los padres debe ser esencialmente positivo para su hijo, sobre todo, porque la vuelta a la escuela supone volver a las obligaciones: hay que estudiar y hacer deberes, estos cambios provocan algunas alteraciones en el estado de ánimo de los niños y, aunque al principio, volver al escuela supondrá un gran esfuerzo, con el paso de los días se irá amenizando, pero, hablando de cambios, el más importante será el que experimentarán los niños que este año irán por primera vez al escuela, pasarán de estar en casa a compartir el ambiente escolar con otros niños y a estar bajo la responsabilidad de otras personas y sujetos a otras reglas; no es algo extraño que, a nosotros, los adultos, nos resulta costoso este hecho de volver al trabajo después de una buenas vacaciones, esa sensación o conjunto de sensaciones es, cada vez más escuchado, estas primeras semanas, son importantes para observar sus reacciones, muchos niños se ven afectados por esta apatía después de vacaciones, el desajuste del horario es la principal causa, seguida del cambio en el ritmo diario y en los ciclos, cambio en las comidas y sobre todo, en su actividad social relacional, si a esto le añadimos el regreso a un entorno de demandas y exigencias y a un ritmo que les hace cambiar bruscamente sus hábitos de las últimas semanas, tienen muchas posibilidades de ser víctimas del síndrome postvacacional; para suavizar estás complicaciones a la vuelta de la normalidad existen una serie de conductas que permitirán que el regreso al escuela sea más sencillo, dependerá de la actitud que tomen los padres con sus hijos, es importante poder tomar una actitud positiva para comenzar el cambio y modificar nuestros pensamientos y emociones negativas; debemos darle importancia a los beneficios que el trabajo nos aporta, y aprender a tener vínculos más sanos con los que me rodean.

Hacer un cambio de rutina energizará nuestra vida, lo mejor es realizar actividades satisfactorias que sean duraderas a lo largo del año: meditar, hacer salidas con amigos, con la familia, o con la pareja.

Debemos ser más positivos, integrar a nuestra vida cotidiana todo lo bueno de nuestra personalidad, y no dejarnos abatir por la rutina. Debemos disfrutar de todos los días del año como si siempre estuviéramos en vacaciones.