/ martes 11 de agosto de 2020

Pláticas de Peluquería

Nacida en 1895 en la hacienda del Carmen, San Buenaventura, Chih. donde su padre era caporal; María Aedo, mejor conocida como “La bandida” durante y después de la revolución, autora de famosos corridos que le dieron más proyección de la que ya tenía con su nombre “artístico” de: Graciela Olmos, se adjudicó la autoría del corrido: (siete leguas el caballo, que Villa más estimaba, cuando oía pitar los trenes se paraba y relinchaba…) fue copiado de un corrido que había permanecido anónimo hasta hace poco. Graciela, le cambió algunas estrofas y fue un éxito desde que la estreno con gran atrevimiento frente a militares anti villistas en una fiesta en Cuernavaca, precisamente en casa del presidente Calles, quien le brindaba protección. Lo de su mote le venía por casarse primeramente con Francisco Hernández apodado “El bandido”, gavillero de Villa (el original), luego su vida azarosa la convirtió en viuda, esta vez del general villista Trini Rodriguez, luego del “Tigre de la Laguna” Benjamín Argumedo. Dedicada a la prostitución en la Ciudad de México, trabajó en la casa de “La Murciana”, posteriormente en la de Ruth Delorege en los años treinta, su amistad con altos funcionarios de gobierno, y militares, le proveían de protección y plenas consideraciones. En 1922 se traslada a Ciudad Juárez, donde se incorpora a un negocio insólito: fabricar whisky y contrabandear a Chicago, donde asistió a fiestas de Al capone, incluso cantaron juntos, asegura su biógrafa Estrella Newman autora del libro que divide en cuatro etapas. Su infancia, participación en la lucha revolucionaria, su etapa de contrabandista de whisky en Estados Unidos durante la prohibición, y su agridulce trayectoria como protegida y protectora “madame” en diferentes casas de citas por varios rumbos de la Ciudad de México; sus “hijitas” deberían de asistir a clases de estética, danza, natación, modales y, urbanidad, pues “La casa de la bandida”, en la colonia Condesa, era frecuentada por políticos, militares, artistas, toreros, en fin, gente con renombre.

El dramaturgo chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda intentó adaptar al teatro el libro de Estrella Newman. “La bandida”, se vio involucrada en la “venta“de joyas con la famosa banda del automóvil gris.

Habría de adquirir una trascendencia histórica como autora de corridos que le dieron continuidad mítica al proscrito villismo, aunque el del “siete leguas” (original) lo compuso el abuelo del peluquero por más de cincuenta años, y poeta por toda la vida, Alfredo Salazar Moreno, quien asegura que fue en Torreón donde nació este corrido en inspiración de su abuelo Jesús José Salazar de oficio peluquero ambulante durante la época revolucionaria. -La razón por la que aduce en el corrido de que la siete leguas es caballo, no es por razón de métrica, sino porque a lo lejos, como lo apreciaba él, parecía mas caballo que yegua- agrega su nieto -. Lo que si es muy seguro es, que llegó a manos de Graciela y lo hizo muy popular.

Pues sí, la siete leguas no era caballo. Villa se le regaló a Fito de la Huerta, y este, al presidente Cárdenas, la yegua murió de vieja, “La bandida” en mayo del 63.

(1 legua es aproximadamente 5,572m).

Nacida en 1895 en la hacienda del Carmen, San Buenaventura, Chih. donde su padre era caporal; María Aedo, mejor conocida como “La bandida” durante y después de la revolución, autora de famosos corridos que le dieron más proyección de la que ya tenía con su nombre “artístico” de: Graciela Olmos, se adjudicó la autoría del corrido: (siete leguas el caballo, que Villa más estimaba, cuando oía pitar los trenes se paraba y relinchaba…) fue copiado de un corrido que había permanecido anónimo hasta hace poco. Graciela, le cambió algunas estrofas y fue un éxito desde que la estreno con gran atrevimiento frente a militares anti villistas en una fiesta en Cuernavaca, precisamente en casa del presidente Calles, quien le brindaba protección. Lo de su mote le venía por casarse primeramente con Francisco Hernández apodado “El bandido”, gavillero de Villa (el original), luego su vida azarosa la convirtió en viuda, esta vez del general villista Trini Rodriguez, luego del “Tigre de la Laguna” Benjamín Argumedo. Dedicada a la prostitución en la Ciudad de México, trabajó en la casa de “La Murciana”, posteriormente en la de Ruth Delorege en los años treinta, su amistad con altos funcionarios de gobierno, y militares, le proveían de protección y plenas consideraciones. En 1922 se traslada a Ciudad Juárez, donde se incorpora a un negocio insólito: fabricar whisky y contrabandear a Chicago, donde asistió a fiestas de Al capone, incluso cantaron juntos, asegura su biógrafa Estrella Newman autora del libro que divide en cuatro etapas. Su infancia, participación en la lucha revolucionaria, su etapa de contrabandista de whisky en Estados Unidos durante la prohibición, y su agridulce trayectoria como protegida y protectora “madame” en diferentes casas de citas por varios rumbos de la Ciudad de México; sus “hijitas” deberían de asistir a clases de estética, danza, natación, modales y, urbanidad, pues “La casa de la bandida”, en la colonia Condesa, era frecuentada por políticos, militares, artistas, toreros, en fin, gente con renombre.

El dramaturgo chihuahuense Víctor Hugo Rascón Banda intentó adaptar al teatro el libro de Estrella Newman. “La bandida”, se vio involucrada en la “venta“de joyas con la famosa banda del automóvil gris.

Habría de adquirir una trascendencia histórica como autora de corridos que le dieron continuidad mítica al proscrito villismo, aunque el del “siete leguas” (original) lo compuso el abuelo del peluquero por más de cincuenta años, y poeta por toda la vida, Alfredo Salazar Moreno, quien asegura que fue en Torreón donde nació este corrido en inspiración de su abuelo Jesús José Salazar de oficio peluquero ambulante durante la época revolucionaria. -La razón por la que aduce en el corrido de que la siete leguas es caballo, no es por razón de métrica, sino porque a lo lejos, como lo apreciaba él, parecía mas caballo que yegua- agrega su nieto -. Lo que si es muy seguro es, que llegó a manos de Graciela y lo hizo muy popular.

Pues sí, la siete leguas no era caballo. Villa se le regaló a Fito de la Huerta, y este, al presidente Cárdenas, la yegua murió de vieja, “La bandida” en mayo del 63.

(1 legua es aproximadamente 5,572m).