/ viernes 26 de abril de 2019

Pipo El Sordo

Pipo El Sordo está en una taberna rodeado de reporteros de los diferentes medios de comunicación.

Fue invitado por compañeros de El Sol, la reunión ya va para varias horas, son de varias edades, el ágape fue convocado después de una gira del Gobernador del Estado no para festejar, sólo para mitigar el calor, para intercambiar anécdotas, para simplemente convivir. Pipo tiene cautela, es la primera vez que lo invitan y quiere llevar un perfil bajo.

Pasicrates, uno de los mayores comenta: “Toda mi vida siempre he tenido dos reglas: No meterme con el Ejército, ni con los narcos…

El problema ahora es que ya no sabes hasta dónde hay influencia de los narcos en la política y si lo sabes te autocensuras, no puedes arriesgarte a criticar a un político si sabes de antemano que está respaldado por un cartel…”.

La cerveza inunda los vasos de todos, las palabras que acaban de oír sólo tienen el impacto de traer a sus mentes a sus familias, a sus ingresos, al terrible miedo de fallecer violentamente.

Clarencio, de la nueva camada de reporteros, ya con unas en la panza, agrega: “A lo largo y ancho del país han masacrado a compañeros, la mayoría de los asesinatos siguen impunes.

Estamos desprotegidos totalmente, el narco poder político se vuelve cómplice, ya sea por omisión, por comodidad, al ver que una pluma incómoda, crítica que con su venia o sin ella fue borrado del mapa periodístico.

Al principio se declara que es un ataque a la sociedad, que el crimen no quedará impune y al paso del tiempo no se hace nada, se apela a la amnesia de la sociedad para no resolver los crímenes de los compañeros”. Pipo, que hasta el momento no visualizaba lo que está escuchando pone más atención.

Febadio ve otra óptica: “A ello, agréguenle a una sociedad pasiva, que vive admirando la narco- cultura, que por un lado te exige dar nombres, circunstancias, hechos y por el otro lado no denuncia, no se involucra, no señala, que está a la espera ingresar a la burocracia, no por ser competente o tener vocación de servicio, sino por méritos de influyentísimo, de lambisconería, porque simplemente no consigue trabajo y ve en la función pública un canal para ocultar su mediocridad, esa sociedad es la misma que ante un atentado al gremio periodístico afirma: Pues como no lo iban a matar, si era muy hocicón”, los envases de color ámbar se traslucen viviendo a través del cristal sus experiencias y no hallan respuestas.

Eminio se peina con sus dedos su barba. Es el único que acompaña su cerveza con tequila, trata de encontrar las palabras adecuadas. “Hay a diario amenazas veladas hacia nosotros: hay tienen a nuestro ilustre Presidente de la República que ante la crítica de un periodista, afirma en plena conferencia oficial: “Aquí los están viendo, y si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede, ¿no?”, o al Gobernador del Estado que acusa a la prensa que lo critica de ser cómplices del PRI o allegados a César Duarte, que te avienta, que te evade, que sólo acepta o contesta preguntas a modo, o simples funcionarios de segundo o tercer nivel que de plano te amenazan en nombre de sus superiores”. Pipo sin ejercer el periodismo está asimilando un lado que no tiene nada que ver con su capacidad de redactar, de narrar, de informar.

Plamarto, con pocos años en los medios, no quiere repetir más de los mismo y puntualiza: “Por otra parte los medios de comunicación están en crisis, ya dos cadenas nacionales vendieron dos radiodifusoras por incosteables en Parral, los medios impresos que no son voceros y paleros oficiales de las autoridades en turno apenas sobreviven. Nuestra profesión cada vez encuentra menos espacios para trabajar honestamente, quiérase o no, los medios la tienen muy difícil para subsistir sin la publicidad oficial, estamos quizá en la peor época en todos los sentidos del periodismo mexicano. Parral, nuestro estado, no son más que un microcosmos de lo que sucede a nivel nacional… lo único que va a pasar es que cada vez seamos menos los interlocutores de la realidad con la sociedad”. Sin ponerse de acuerdo todos los de la mesa levantan su envase y brindan por el momento, por su amistad, Pipo piensa: “¡Y yo todavía ni empiezo!”.

Pipo El Sordo está en una taberna rodeado de reporteros de los diferentes medios de comunicación.

Fue invitado por compañeros de El Sol, la reunión ya va para varias horas, son de varias edades, el ágape fue convocado después de una gira del Gobernador del Estado no para festejar, sólo para mitigar el calor, para intercambiar anécdotas, para simplemente convivir. Pipo tiene cautela, es la primera vez que lo invitan y quiere llevar un perfil bajo.

Pasicrates, uno de los mayores comenta: “Toda mi vida siempre he tenido dos reglas: No meterme con el Ejército, ni con los narcos…

El problema ahora es que ya no sabes hasta dónde hay influencia de los narcos en la política y si lo sabes te autocensuras, no puedes arriesgarte a criticar a un político si sabes de antemano que está respaldado por un cartel…”.

La cerveza inunda los vasos de todos, las palabras que acaban de oír sólo tienen el impacto de traer a sus mentes a sus familias, a sus ingresos, al terrible miedo de fallecer violentamente.

Clarencio, de la nueva camada de reporteros, ya con unas en la panza, agrega: “A lo largo y ancho del país han masacrado a compañeros, la mayoría de los asesinatos siguen impunes.

Estamos desprotegidos totalmente, el narco poder político se vuelve cómplice, ya sea por omisión, por comodidad, al ver que una pluma incómoda, crítica que con su venia o sin ella fue borrado del mapa periodístico.

Al principio se declara que es un ataque a la sociedad, que el crimen no quedará impune y al paso del tiempo no se hace nada, se apela a la amnesia de la sociedad para no resolver los crímenes de los compañeros”. Pipo, que hasta el momento no visualizaba lo que está escuchando pone más atención.

Febadio ve otra óptica: “A ello, agréguenle a una sociedad pasiva, que vive admirando la narco- cultura, que por un lado te exige dar nombres, circunstancias, hechos y por el otro lado no denuncia, no se involucra, no señala, que está a la espera ingresar a la burocracia, no por ser competente o tener vocación de servicio, sino por méritos de influyentísimo, de lambisconería, porque simplemente no consigue trabajo y ve en la función pública un canal para ocultar su mediocridad, esa sociedad es la misma que ante un atentado al gremio periodístico afirma: Pues como no lo iban a matar, si era muy hocicón”, los envases de color ámbar se traslucen viviendo a través del cristal sus experiencias y no hallan respuestas.

Eminio se peina con sus dedos su barba. Es el único que acompaña su cerveza con tequila, trata de encontrar las palabras adecuadas. “Hay a diario amenazas veladas hacia nosotros: hay tienen a nuestro ilustre Presidente de la República que ante la crítica de un periodista, afirma en plena conferencia oficial: “Aquí los están viendo, y si ustedes se pasan, pues ya saben lo que sucede, ¿no?”, o al Gobernador del Estado que acusa a la prensa que lo critica de ser cómplices del PRI o allegados a César Duarte, que te avienta, que te evade, que sólo acepta o contesta preguntas a modo, o simples funcionarios de segundo o tercer nivel que de plano te amenazan en nombre de sus superiores”. Pipo sin ejercer el periodismo está asimilando un lado que no tiene nada que ver con su capacidad de redactar, de narrar, de informar.

Plamarto, con pocos años en los medios, no quiere repetir más de los mismo y puntualiza: “Por otra parte los medios de comunicación están en crisis, ya dos cadenas nacionales vendieron dos radiodifusoras por incosteables en Parral, los medios impresos que no son voceros y paleros oficiales de las autoridades en turno apenas sobreviven. Nuestra profesión cada vez encuentra menos espacios para trabajar honestamente, quiérase o no, los medios la tienen muy difícil para subsistir sin la publicidad oficial, estamos quizá en la peor época en todos los sentidos del periodismo mexicano. Parral, nuestro estado, no son más que un microcosmos de lo que sucede a nivel nacional… lo único que va a pasar es que cada vez seamos menos los interlocutores de la realidad con la sociedad”. Sin ponerse de acuerdo todos los de la mesa levantan su envase y brindan por el momento, por su amistad, Pipo piensa: “¡Y yo todavía ni empiezo!”.

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 26 de abril de 2019

Pipo El Sordo

Ricardo Urquidi

sábado 06 de abril de 2019

Pipo El Sordo

Ricardo Urquidi

viernes 01 de marzo de 2019

 Pipo El Sordo

Ricardo Urquidi

viernes 15 de febrero de 2019

Pipo El Sordo

Ricardo Urquidi

viernes 01 de febrero de 2019

Pipo el Sordo

Ricardo Urquidi

viernes 21 de diciembre de 2018

Pipo El Sordo

Ricardo Urquidi

domingo 16 de diciembre de 2018

Pipo El Sordo

Ricardo Urquidi

Cargar Más