/ sábado 21 de julio de 2018

Pipo El Sordo

La algarabía está en su punto álgido, recordando a Joan Manuel Serrat en su canción Fiesta, se podría decir:

“Gloria a Dios en las alturas, 

recogieron las basuras 

de mi calle, ayer a oscuras 

y hoy sembrada de bombillas. 

Y colgaron de un cordel 

de esquina a esquina un cartel 

y banderas de papel 

verdes, rojas y amarillas. 

Y al darles el sol la espalda 

revolotean las faldas 

bajo un manto de guirnaldas 

para que el cielo no vea” 

La Mercaderes está de fiesta, un sinfín de pies recorren la principal calle de Parral, la Cabalgata Villista esta próxima a pasar y Pipo El Sordo, junto con Valentina, sólo esperan oír el tropel de los caballos, para disfrutar de los miles de jinetes que cada año llegan a Parral a rendirle tributo al General Francisco Villa.

A pesar de que Pedro y Valentina ya han visto la cabalgata en repetidas ocasiones no deja de sorprenderlos cada año. “Los caballos que más me gustan son los alazanes”, dice Valentina ansiosa de ver a los famosos Dorados de Villa acompañar al Gobernador del Estado en su recorrido, “A mí me gustan los grises casi blancos”, comenta Pipo, “Esos se llaman tordillos, Pedro, mi papá trabajó en un rancho y me enseño todos los nombres de los caballos”, señala Valentina.

Un niño de escasa estatura se mete entre las piernas de Valentina y Pipo, sorprendidos por la brusquedad del niño, pensando tal vez que es un adulto, de esos que siempre llegan tarde a los eventos y quieren los mejores lugares, los dos al descubrirlo lo único que hacen es dejarlo estar a su lado, Valentina voltea y ve de reojo a una Madre avergonzada por el proceder de su hijo, “No se preocupe Señora aquí se lo cuidamos”, tranquiliza a Valentina para preguntar al infante: “Cómo te llamas?”, inflando la boca como Quico, el del Chavo del Ocho, el niño sin hablar contesta, atrás la mamá aclara: “¡Luis, diles cómo te llamas!”.

Agitando el pelo lacio de Luis,  el matrimonio aprueba la actitud rebelde del mocoso, el ulular de una patrulla que intenta en vano subir a la gente a las banquetas es el fiel anuncio que ya viene la caballería, el ruido de los cascos con su herradura de los caballos sobrios, como la belleza natural de los equinos, provocan una admiración entre la concurrencia, al lado de Pancho Villa viene el Gobernador del Estado, Javier Corral, El Presidente Municipal, Alfredo Lozoya, todos al verlo pasar agitan sus manos en señal de saludo.

La fila es interminable, la fascinación por evocar una época, por disfrutar de la verbena es infinita. “Viva mi General Villa”, grita un jinete que trae sobre su montura un seis de cerveza, todos incluyendo a Valentina y Pedro lo festejan repitiendo el viva, un estandarte de una asociación ganadera anuncia a un nuevo escuadrón, ya al final Valentina vuelve a la realidad, “Vámonos a acercarnos porque nomás se acaba y vamos a volver abrir la tienda y si no estoy se enojan”, comprendiendo la situación laboral de su amada Pipo, la sigue, no sin antes despedirse de Luis y su Madre.

“Que fue lo que más te gusto, Pedro?”, pregunta Valentina intrigada por evaluar todo lo que vieron, “Pues verla contigo, nunca me cansare de disfrutar la Cabalgata juntos”, “Ay qué lindo”.

La algarabía está en su punto álgido, recordando a Joan Manuel Serrat en su canción Fiesta, se podría decir:

“Gloria a Dios en las alturas, 

recogieron las basuras 

de mi calle, ayer a oscuras 

y hoy sembrada de bombillas. 

Y colgaron de un cordel 

de esquina a esquina un cartel 

y banderas de papel 

verdes, rojas y amarillas. 

Y al darles el sol la espalda 

revolotean las faldas 

bajo un manto de guirnaldas 

para que el cielo no vea” 

La Mercaderes está de fiesta, un sinfín de pies recorren la principal calle de Parral, la Cabalgata Villista esta próxima a pasar y Pipo El Sordo, junto con Valentina, sólo esperan oír el tropel de los caballos, para disfrutar de los miles de jinetes que cada año llegan a Parral a rendirle tributo al General Francisco Villa.

A pesar de que Pedro y Valentina ya han visto la cabalgata en repetidas ocasiones no deja de sorprenderlos cada año. “Los caballos que más me gustan son los alazanes”, dice Valentina ansiosa de ver a los famosos Dorados de Villa acompañar al Gobernador del Estado en su recorrido, “A mí me gustan los grises casi blancos”, comenta Pipo, “Esos se llaman tordillos, Pedro, mi papá trabajó en un rancho y me enseño todos los nombres de los caballos”, señala Valentina.

Un niño de escasa estatura se mete entre las piernas de Valentina y Pipo, sorprendidos por la brusquedad del niño, pensando tal vez que es un adulto, de esos que siempre llegan tarde a los eventos y quieren los mejores lugares, los dos al descubrirlo lo único que hacen es dejarlo estar a su lado, Valentina voltea y ve de reojo a una Madre avergonzada por el proceder de su hijo, “No se preocupe Señora aquí se lo cuidamos”, tranquiliza a Valentina para preguntar al infante: “Cómo te llamas?”, inflando la boca como Quico, el del Chavo del Ocho, el niño sin hablar contesta, atrás la mamá aclara: “¡Luis, diles cómo te llamas!”.

Agitando el pelo lacio de Luis,  el matrimonio aprueba la actitud rebelde del mocoso, el ulular de una patrulla que intenta en vano subir a la gente a las banquetas es el fiel anuncio que ya viene la caballería, el ruido de los cascos con su herradura de los caballos sobrios, como la belleza natural de los equinos, provocan una admiración entre la concurrencia, al lado de Pancho Villa viene el Gobernador del Estado, Javier Corral, El Presidente Municipal, Alfredo Lozoya, todos al verlo pasar agitan sus manos en señal de saludo.

La fila es interminable, la fascinación por evocar una época, por disfrutar de la verbena es infinita. “Viva mi General Villa”, grita un jinete que trae sobre su montura un seis de cerveza, todos incluyendo a Valentina y Pedro lo festejan repitiendo el viva, un estandarte de una asociación ganadera anuncia a un nuevo escuadrón, ya al final Valentina vuelve a la realidad, “Vámonos a acercarnos porque nomás se acaba y vamos a volver abrir la tienda y si no estoy se enojan”, comprendiendo la situación laboral de su amada Pipo, la sigue, no sin antes despedirse de Luis y su Madre.

“Que fue lo que más te gusto, Pedro?”, pregunta Valentina intrigada por evaluar todo lo que vieron, “Pues verla contigo, nunca me cansare de disfrutar la Cabalgata juntos”, “Ay qué lindo”.

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