/ martes 9 de abril de 2019

Pata de Perro…

“Un conocido crítico e historiador dijo alguna vez que: Ese es un vago con credencial de periodista, ha encontrado en su cámara fotográfica el pasaporte diplomático para encontrarse con la aventura…”

Héctor García Cobo, (1923-2012), fue un fotógrafo / periodista fotográfico mexicano que tuvo una carrera de sesenta años en la que participó en las clases sociales de México, la Ciudad de México y varios eventos del siglo XX, como el levantamiento estudiantil de 1968.

Nació pobre, pero descubrió la fotografía en su adolescencia y principios de los 20 y decidió estudiarla seriamente después de que su intento de fotografiar la muerte de un compañero de trabajo, fracasara.

Fue enviado a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas por el director de la revista, quien reconoció el talento de García.

La mayor parte de la carrera de este, estuvo relacionada con el fotoperiodismo, trabajando con publicaciones tanto dentro como fuera de México.

Sin embargo, una cantidad sustancial de su trabajo tenía más cualidades artísticas y críticas. Muchos de estos se expusieron en galerías y museos, con sesenta y cinco exposiciones individuales durante su vida.

Esto no sólo incluía retratos de artistas e intelectuales (incluido un famoso retrato de David Alfaro Siqueiros en la prisión de Lecumberri) sino también retratos de personas comunes y pobres. También fue el primer fotoperiodista que criticó explícitamente a la élite de México, ya sea burlándose de ellos o contrastándolos con los muy pobres. (Críticos – Periodistas: Especies en vías de extinción debido al alto nivel de plomo en el ambiente “político”).

Creció en el barrio pobre y peligroso de Candelaria de los Patos, en la Ciudad de México; su familia era extremadamente pobre. Recibió poca educación formal cuando era joven, y su madre le “enseñó a leer”, -¡Así es que no quieres ir a la escuela! eh?- lo interrogaba, mostrándole un cinturón de cuero mojado. –¡Te presento al nuevo “maestro!”.

Hectorcito, en pocas semanas leía a su madre una gran variedad de cuentos por las noches, aliviándole un poco la depresión de haberse quedado sola con cinco hijos, productos de dos esposos.

A la primera oportunidad, “Toito”, paseaba por las calles de su vecindario, e incluso más allá, e interactuaba con la gente – hacía “mandados”.

Esto llevó a su madre a llamarlo "Pata de Perro", -más tarde se convirtió en el título de su autobiografía. –Recomendadísima, disponible en Biblioteca Franklin, de Parral; dónde encontrará fotos inéditas de personajes famosos, se asombrará-.

Su propensión a escapar de la casa incluso llevó a su madre a atarlo a la cama, pero dijo que siempre encontraba la manera de escapar. – “Me desesperaba en ese claustro, pero, aprendí una forma divertida para serenarme; a través de las ranuras de la puerta, entraban rayos de luz, produciendo sombras en la pared de aquel humilde cuarto, eran las de los de los vecinos en su andar sobre la banqueta; por su voz, adivinaba quienes eran, y yo jugaba al “cinito”.

Tal vez esto despertó en mí, la pasión por las imágenes. Al “intermedio” de mi película, un día llegué hasta el campo de aviación que estaba en la sección Balbuena de la ciudad, vendiendo chicles a los aviadores. Fue adoptado como mascota, e incluso, me di un “paseo” en uno de los aviones -mis zopilotes - cuando sólo tenía seis años.

¡Me había quedado dormido jugando en la parte posterior de la cabina!

Al despertar por el ruido del motor, ya era tarde, estábamos en el aire, yo en la gloria, admirando gran parte de la ciudad. el piloto me vio por el espejo retrovisor, sorprendiéndose tanto más que, por avistar un avión enemigo. El resultado en tierra: un jalón de orejas, y un par de coscorrones.”

En 1937, cuando tenía catorce años, fue enviado a un centro correccional de menores – Foto muy emotiva- en Tlalpan, donde permaneció hasta los dieciocho años. Aquí, recibió su primera cámara, un regalo de uno de los directores de la instalación.

En 1942 se dirigió a Estados Unidos en busca de trabajo. En el camino, tuvo que vender sus zapatos para poder comer, cruzando la frontera, descalzo. Luego se guardó en un tren para dirigirse a Washington, DC. En los Estados Unidos trabajó en Maryland, Nueva York, Filadelfia y Washington en líneas ferroviarias, tomando fotos como pasatiempo.

Uno de sus compañeros de trabajo fue atropellado por un tren y García tomó fotos del cuerpo, atraído por la vista en la nieve. Sin embargo, las imágenes no salieron y, debido a esta decepción, decidió estudiar seriamente la fotografía. Fue deportado en 1945.

Durante su carrera, se hizo amigo de artistas e intelectuales como Salvador Novo, Diego Rivera, Fernando Benítez, Frida Kahlo, Octavio Paz, Alberto Gironella, Carlos Monsiváis y José Luis Cuevas, junto con estrellas de entretenimiento como Pedro Infante, María Félix, Tin Tan y Tongolele.

Sin embargo, dijo que nunca se consideró a sí mismo como un artista o intelectual. Nunca tuvo o quiso tener su propio estudio con luces fijas y pantallas.

En 1954 contrajo matrimonio con María Sánchez, que también era fotógrafa. La pareja tuvo tres hijos, Yuri, Amparo y Héctor García Sánchez, quien también es fotógrafo. Su esposa dijo que una vez mencionó que quería ser enterrado en un cementerio que vio en Xochimilco, con una ventana en el ataúd para poder seguir observando la ciudad de México. Murió de un paro cardíaco en su casa el 2 de junio de 2012.

“Un conocido crítico e historiador dijo alguna vez que: Ese es un vago con credencial de periodista, ha encontrado en su cámara fotográfica el pasaporte diplomático para encontrarse con la aventura…”

Héctor García Cobo, (1923-2012), fue un fotógrafo / periodista fotográfico mexicano que tuvo una carrera de sesenta años en la que participó en las clases sociales de México, la Ciudad de México y varios eventos del siglo XX, como el levantamiento estudiantil de 1968.

Nació pobre, pero descubrió la fotografía en su adolescencia y principios de los 20 y decidió estudiarla seriamente después de que su intento de fotografiar la muerte de un compañero de trabajo, fracasara.

Fue enviado a la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas por el director de la revista, quien reconoció el talento de García.

La mayor parte de la carrera de este, estuvo relacionada con el fotoperiodismo, trabajando con publicaciones tanto dentro como fuera de México.

Sin embargo, una cantidad sustancial de su trabajo tenía más cualidades artísticas y críticas. Muchos de estos se expusieron en galerías y museos, con sesenta y cinco exposiciones individuales durante su vida.

Esto no sólo incluía retratos de artistas e intelectuales (incluido un famoso retrato de David Alfaro Siqueiros en la prisión de Lecumberri) sino también retratos de personas comunes y pobres. También fue el primer fotoperiodista que criticó explícitamente a la élite de México, ya sea burlándose de ellos o contrastándolos con los muy pobres. (Críticos – Periodistas: Especies en vías de extinción debido al alto nivel de plomo en el ambiente “político”).

Creció en el barrio pobre y peligroso de Candelaria de los Patos, en la Ciudad de México; su familia era extremadamente pobre. Recibió poca educación formal cuando era joven, y su madre le “enseñó a leer”, -¡Así es que no quieres ir a la escuela! eh?- lo interrogaba, mostrándole un cinturón de cuero mojado. –¡Te presento al nuevo “maestro!”.

Hectorcito, en pocas semanas leía a su madre una gran variedad de cuentos por las noches, aliviándole un poco la depresión de haberse quedado sola con cinco hijos, productos de dos esposos.

A la primera oportunidad, “Toito”, paseaba por las calles de su vecindario, e incluso más allá, e interactuaba con la gente – hacía “mandados”.

Esto llevó a su madre a llamarlo "Pata de Perro", -más tarde se convirtió en el título de su autobiografía. –Recomendadísima, disponible en Biblioteca Franklin, de Parral; dónde encontrará fotos inéditas de personajes famosos, se asombrará-.

Su propensión a escapar de la casa incluso llevó a su madre a atarlo a la cama, pero dijo que siempre encontraba la manera de escapar. – “Me desesperaba en ese claustro, pero, aprendí una forma divertida para serenarme; a través de las ranuras de la puerta, entraban rayos de luz, produciendo sombras en la pared de aquel humilde cuarto, eran las de los de los vecinos en su andar sobre la banqueta; por su voz, adivinaba quienes eran, y yo jugaba al “cinito”.

Tal vez esto despertó en mí, la pasión por las imágenes. Al “intermedio” de mi película, un día llegué hasta el campo de aviación que estaba en la sección Balbuena de la ciudad, vendiendo chicles a los aviadores. Fue adoptado como mascota, e incluso, me di un “paseo” en uno de los aviones -mis zopilotes - cuando sólo tenía seis años.

¡Me había quedado dormido jugando en la parte posterior de la cabina!

Al despertar por el ruido del motor, ya era tarde, estábamos en el aire, yo en la gloria, admirando gran parte de la ciudad. el piloto me vio por el espejo retrovisor, sorprendiéndose tanto más que, por avistar un avión enemigo. El resultado en tierra: un jalón de orejas, y un par de coscorrones.”

En 1937, cuando tenía catorce años, fue enviado a un centro correccional de menores – Foto muy emotiva- en Tlalpan, donde permaneció hasta los dieciocho años. Aquí, recibió su primera cámara, un regalo de uno de los directores de la instalación.

En 1942 se dirigió a Estados Unidos en busca de trabajo. En el camino, tuvo que vender sus zapatos para poder comer, cruzando la frontera, descalzo. Luego se guardó en un tren para dirigirse a Washington, DC. En los Estados Unidos trabajó en Maryland, Nueva York, Filadelfia y Washington en líneas ferroviarias, tomando fotos como pasatiempo.

Uno de sus compañeros de trabajo fue atropellado por un tren y García tomó fotos del cuerpo, atraído por la vista en la nieve. Sin embargo, las imágenes no salieron y, debido a esta decepción, decidió estudiar seriamente la fotografía. Fue deportado en 1945.

Durante su carrera, se hizo amigo de artistas e intelectuales como Salvador Novo, Diego Rivera, Fernando Benítez, Frida Kahlo, Octavio Paz, Alberto Gironella, Carlos Monsiváis y José Luis Cuevas, junto con estrellas de entretenimiento como Pedro Infante, María Félix, Tin Tan y Tongolele.

Sin embargo, dijo que nunca se consideró a sí mismo como un artista o intelectual. Nunca tuvo o quiso tener su propio estudio con luces fijas y pantallas.

En 1954 contrajo matrimonio con María Sánchez, que también era fotógrafa. La pareja tuvo tres hijos, Yuri, Amparo y Héctor García Sánchez, quien también es fotógrafo. Su esposa dijo que una vez mencionó que quería ser enterrado en un cementerio que vio en Xochimilco, con una ventana en el ataúd para poder seguir observando la ciudad de México. Murió de un paro cardíaco en su casa el 2 de junio de 2012.