/ viernes 3 de mayo de 2019

Parral de uno

En su libro “El país de uno”, Denise Dresser critica fuertemente la tendencia monopólica de nuestro país. En una alianza por debajo del agua o en valores entendidos entre la clase política y los empresarios; se dibuja una tendencia para favorecer a ciertos grupos y no permitir la competencia entre prestadores de servicios o proveedores del gobierno y los ciudadanos. Creo que luego de la publicación de ese texto y a la luz de esos tiempos las condiciones han cambiado en proporción y se ha obligado a que los mercados y los servicios se abran a la competencia.

Este cambio se ha dado a nivel amplio, pero sin duda en niveles más bajos o concretos estas prácticas monopólicas se siguen dando por una diversidad de razones y cada una con un contexto diferente.

En Parral con el denominado gobierno independiente se ha gestado un símil al México que denuncia Denise Dresser en el texto antes citado.

Parral es la tierra de uno solo. Toda obra pública va dirigida a una sola empresa, sin licitación y por medio de adjudicaciones directas. Esto aun y cuando dicha empresa ha demostrado no ser competente para los trabajos asignados, pues la duración de las obras se extiende más allá de lo previsto y la calidad del trabajo está por debajo de lo necesario. Tal es ejemplo claro de la Avenida Centenario que fue una obra anunciada para dos meses de trabajo y que a la fecha van 7 y contando.

Una de las obras más socorridas en esta administración (al menos en lo dicho) es el pavimento. La aplicación del mismo ha corrido siempre a cargo de la empresa ya mencionada.

La iluminación junto con el servicio de limpia fueron las primeras dos apuestas del actual presidente, pues desde la administración anterior del PRI fue él el prestador de este servicio y a la fecha esta pequeña mina de oro se conserva en sus manos.

En tales condiciones pareciera que la prioridad número uno de la administración actual es iluminar y asegurar el contrato de limpia varias administraciones adelantes, hasta por quince años se plantea el nuevo contrato.

Otro ejemplo claro fue durante el presupuesto participativo que no sólo ganó la obra del empedrado del río a cargo de la empresa constructora favorita, sino el mismo Alcalde alude la necesidad, incluso, de dar seguimiento a la colocación de nuevas luminarias.

En una nota de El Sol de Parral, del día 2 del presente mes, los concesionarios y transportistas del municipio acusan que no han sido favorecidos con proyectos municipales y con ello apuntan el pulso de lo que sucede al dejar en manos de uno, todos los servicios.

Los recursos se condensan y acumulan en una sola mano, ahorcando empresas y trabajadores que no han sido favorecidos en la localidad, obligándolos a buscar oportunidades fuera de aquí y limitando el recurso para otras manos que no sean las favoritas.

Es prioritario romper esta condición de monopolio y acaparamiento.

Es importante ampliar las oportunidades para otros prestadores de servicios y eso solo sucederá bajo el común acuerdo de una sociedad que reconoce a la política fuera de la imagen pública y los agrados empáticos por atracción o identificación de rasgos.

En su libro “El país de uno”, Denise Dresser critica fuertemente la tendencia monopólica de nuestro país. En una alianza por debajo del agua o en valores entendidos entre la clase política y los empresarios; se dibuja una tendencia para favorecer a ciertos grupos y no permitir la competencia entre prestadores de servicios o proveedores del gobierno y los ciudadanos. Creo que luego de la publicación de ese texto y a la luz de esos tiempos las condiciones han cambiado en proporción y se ha obligado a que los mercados y los servicios se abran a la competencia.

Este cambio se ha dado a nivel amplio, pero sin duda en niveles más bajos o concretos estas prácticas monopólicas se siguen dando por una diversidad de razones y cada una con un contexto diferente.

En Parral con el denominado gobierno independiente se ha gestado un símil al México que denuncia Denise Dresser en el texto antes citado.

Parral es la tierra de uno solo. Toda obra pública va dirigida a una sola empresa, sin licitación y por medio de adjudicaciones directas. Esto aun y cuando dicha empresa ha demostrado no ser competente para los trabajos asignados, pues la duración de las obras se extiende más allá de lo previsto y la calidad del trabajo está por debajo de lo necesario. Tal es ejemplo claro de la Avenida Centenario que fue una obra anunciada para dos meses de trabajo y que a la fecha van 7 y contando.

Una de las obras más socorridas en esta administración (al menos en lo dicho) es el pavimento. La aplicación del mismo ha corrido siempre a cargo de la empresa ya mencionada.

La iluminación junto con el servicio de limpia fueron las primeras dos apuestas del actual presidente, pues desde la administración anterior del PRI fue él el prestador de este servicio y a la fecha esta pequeña mina de oro se conserva en sus manos.

En tales condiciones pareciera que la prioridad número uno de la administración actual es iluminar y asegurar el contrato de limpia varias administraciones adelantes, hasta por quince años se plantea el nuevo contrato.

Otro ejemplo claro fue durante el presupuesto participativo que no sólo ganó la obra del empedrado del río a cargo de la empresa constructora favorita, sino el mismo Alcalde alude la necesidad, incluso, de dar seguimiento a la colocación de nuevas luminarias.

En una nota de El Sol de Parral, del día 2 del presente mes, los concesionarios y transportistas del municipio acusan que no han sido favorecidos con proyectos municipales y con ello apuntan el pulso de lo que sucede al dejar en manos de uno, todos los servicios.

Los recursos se condensan y acumulan en una sola mano, ahorcando empresas y trabajadores que no han sido favorecidos en la localidad, obligándolos a buscar oportunidades fuera de aquí y limitando el recurso para otras manos que no sean las favoritas.

Es prioritario romper esta condición de monopolio y acaparamiento.

Es importante ampliar las oportunidades para otros prestadores de servicios y eso solo sucederá bajo el común acuerdo de una sociedad que reconoce a la política fuera de la imagen pública y los agrados empáticos por atracción o identificación de rasgos.