PROFESOR PUEBLINO: Manuelito ¿Por qué muerdes el dinero?
MANUELITO: Para ver si es de verdad. Como antes
LUPITA: ¿Por qué lo mordían?
PROFESOR PUEBLINO: Para comprobar que fuera oro, y no metal solo bañado en oro, o algo dorado sin valor alguno
SOLEDAD: Antes ¿Si eran monedas de oro de verdad?
PROFESOR PUEBLINO: Su valor, equivalía a su peso en oro
MORAIMA: Moneda chica, poco oro, poco valor
MANUELITO: Moneda grande, más oro, más valor
PRIMITIVO: ¿Y los billetes?
PROFESOR PUEBLINO: ¿Cómo surge el papel- moneda? Imaginen tener que cargar sus monedas de oro…
LUPITA: ¡Como burros!
INDALECIO: ¿Quién autorizó que un papel valiera lo mismo que una moneda de oro?
PROFESOR PUEBLINO: Tenemos que remontarnos al año 1650. Un rey que tenía que pedir dinero prestado para financiar una guerra: armas, alimento, uniformes, caballos, tiendas de campaña, pago de soldados, etc. Tenía que pagar el dinero prestado, más los intereses
MORAIMA: Si pedía mil pesos, tenía que devolver: mil cien
PRIMITIVO: Y si pedía un millón. Tenía que pagar un millón cien mil pesos
PANCRACIO: Y si pedía cien millones. Tenía que devolver ciento diez millones
PROFESOR PUEBLINO: ¿Quién pagaba? El pueblo. Se aumentaban los impuestos… Agréguenle a eso, que, a cambio de que se le otorgara el crédito, el rey tenía que autorizar a los prestamistas acuñar o imprimir el doble de lo solicitado, para prestar al pueblo. Esta doble deuda, del rey y del pueblo, permitía a los prestamistas, incrementar su fortuna. Y el pueblo pagaba con sus impuestos la deuda real y además su propia deuda
INDALECIO: ¿Y el rey no podía imprimir su propio dinero?
PROFESOR PUEBLINO: No. Porque parte del compromiso incluía la autorización para producir dinero hasta completar la cantidad pactada, exclusivamente por parte de los prestamistas. Mientras el rey siguiera tomando prestado, el banco podía seguir emitiendo billetes, avalados por el rey como si fuera oro
MANUELITO: Ya no hay oro circulando ¿Verdad? Ni en las monedas
PROFESOR PUEBLINO: Se perdió toda complementariedad con el metal, gracias a los intereses. Si los usureros prestaban un kilo de oro y pedían el 6%, lo razonable es que recuperen el kilo de metal, más un 6% de metal ¿De dónde iba a salir tanto oro?
LUPITA: Los gobernantes tuvieron la culpa
PROFESOR PUEBLINO: Aparte de la deuda del gobernante, y en base a la garantía de que el rey avalara el monto del papel emitido, miles de incautos, confiaron en dejar su oro, constante y sonante, en depósito, a pesar de tener que pagar un módico precio al banco que les guardaría el oro, y partir con un pagaré cifrado que se cobraría en cualquier parte del reino. Al comienzo, el banco sólo emitía billetes hasta cubrir el oro que le dejaban en depósito. Pero dándose cuenta de la preferencia del público por el papel mucho más liviano que el metal, se dispone imprimir más billetes dejando tan sólo una reserva del 10%. Mientras los incautos depositaban oro, el banco expedía papel por el doble de su valor en depósito, lo que hacía crecer la masa monetaria en circulación cuyo mayor beneficiario era el propio banco, pues podía imprimirse los papeles que quisiese para comprar lo que desease... tierras, palacios, empresas…
MANUELITO: Ahí empezó el engaño
MORAIMA: La gran estafa
PROFESOR PUEBLINO: La gran estafa es el dinero Fiat. Ese ni existe siquiera. Te dicen que tienes cien pesos en tu cuenta, pero no existen físicamente, sólo son cifras digitales
SOLEDAD: Lo que usamos actualmente
INDALECIO: Ni monedas, ni billetes ¡Puro plástico!