/ jueves 19 de marzo de 2020

Pandemia emocional

Hace escasas 12 semanas nos encontrábamos celebrando el inicio de nuevo año, el 20-20 resultaba emblemático, pegajoso, incluso esperado; los buenos deseos, planes y objetivos de inicio de año se hicieron presentes en la mayoría de los ciudadanos, siempre con el anhelo genuino de que el presente año nos brinde un ramillete de cosas, de momentos y de estadios mejores, que se conviertan en felicidad.

Sin embargo, pocas personas incluso en el mundo visualizaron un escenario como el que al día de hoy tenemos, donde la Organización Mundial de la Salud declaró a partir del 11 de marzo como una pandemia que literalmente ha puesto en alerta máxima al mundo, afectando con este virus a un número importante de personas de más de 150 países de los 5 continentes.

En ocasiones nos resulta complicado identificar qué es una epidemia y qué representa la declaratoria de pandemia; la epidemia es definida como el brote regional de una enfermedad que se propaga de manera inesperada pero que; sin embargo, permite acotarla en un espacio determinado, es posible detener la enfermedad, se cuenta o es posible contar con el medicamento y con los recursos económicos suficientes para hacerle frente y definitivamente es más fácil de manejar.

En cambio una pandemia se define como una nueva enfermedad que se ha propagado a nivel mundial, afectando a una gran cantidad de personas, caracterizándose por afectar espacios territoriales muy amplios, el recurso económico tiende a ser insuficiente al igual que los insumos y medicamentos, el número de personas afectadas es muy alto y por lo tanto se convierte en un escenario muy complejo de manejar, que puede llevar a que los esfuerzos en general se enfoque a tratar de encontrar un tratamiento, dejando a un lado los intentos para controlar la enfermedad.

Hoy en día la información fluye de una manera impresionantemente rápida y en gran cantidad, todo ello en ocasiones más que certezas genera en nosotros confusión, estrés, que finalmente nos lleva a una pandemia emocional; son tantas las versiones, los testimonios, los consejos y las recomendaciones, que al final nos quedamos con el miedo, la angustia y la obsesión, que nos impide identificar con claridad, qué es realmente lo que debemos hacer y en qué momento para salvaguardar la salud y la vida.

Lo recomendable es atender las informaciones oficiales que provienen de las autoridades de gobierno y esencialmente de salud, cuidarnos unos a otros y evitar especulaciones, el problema puede ser más serio de lo que pensamos, si no colaboramos todos para contenerlo en forma y tiempo. Hay muchas cosas que en lo inmediato tendremos que modificar, empezando por cuestiones de higiene y de hábitos, pero seamos prudentes y a la vez aprovechemos la ocasión para hacer un alto y reflexionar respecto a nuestra forma de ver y de llevar la vida, quizás no todo resulte tan malo y de esta prueba rescatemos cosas buenas, como la convivencia en casa con la familia, leer ese libro que nunca hemos terminado, volver a los orígenes e identificar cuántas cosas tenemos y cuántas son realmente necesarias, entre varias más.

En fin hay que cuidarnos y cuidar de los demás.

Hace escasas 12 semanas nos encontrábamos celebrando el inicio de nuevo año, el 20-20 resultaba emblemático, pegajoso, incluso esperado; los buenos deseos, planes y objetivos de inicio de año se hicieron presentes en la mayoría de los ciudadanos, siempre con el anhelo genuino de que el presente año nos brinde un ramillete de cosas, de momentos y de estadios mejores, que se conviertan en felicidad.

Sin embargo, pocas personas incluso en el mundo visualizaron un escenario como el que al día de hoy tenemos, donde la Organización Mundial de la Salud declaró a partir del 11 de marzo como una pandemia que literalmente ha puesto en alerta máxima al mundo, afectando con este virus a un número importante de personas de más de 150 países de los 5 continentes.

En ocasiones nos resulta complicado identificar qué es una epidemia y qué representa la declaratoria de pandemia; la epidemia es definida como el brote regional de una enfermedad que se propaga de manera inesperada pero que; sin embargo, permite acotarla en un espacio determinado, es posible detener la enfermedad, se cuenta o es posible contar con el medicamento y con los recursos económicos suficientes para hacerle frente y definitivamente es más fácil de manejar.

En cambio una pandemia se define como una nueva enfermedad que se ha propagado a nivel mundial, afectando a una gran cantidad de personas, caracterizándose por afectar espacios territoriales muy amplios, el recurso económico tiende a ser insuficiente al igual que los insumos y medicamentos, el número de personas afectadas es muy alto y por lo tanto se convierte en un escenario muy complejo de manejar, que puede llevar a que los esfuerzos en general se enfoque a tratar de encontrar un tratamiento, dejando a un lado los intentos para controlar la enfermedad.

Hoy en día la información fluye de una manera impresionantemente rápida y en gran cantidad, todo ello en ocasiones más que certezas genera en nosotros confusión, estrés, que finalmente nos lleva a una pandemia emocional; son tantas las versiones, los testimonios, los consejos y las recomendaciones, que al final nos quedamos con el miedo, la angustia y la obsesión, que nos impide identificar con claridad, qué es realmente lo que debemos hacer y en qué momento para salvaguardar la salud y la vida.

Lo recomendable es atender las informaciones oficiales que provienen de las autoridades de gobierno y esencialmente de salud, cuidarnos unos a otros y evitar especulaciones, el problema puede ser más serio de lo que pensamos, si no colaboramos todos para contenerlo en forma y tiempo. Hay muchas cosas que en lo inmediato tendremos que modificar, empezando por cuestiones de higiene y de hábitos, pero seamos prudentes y a la vez aprovechemos la ocasión para hacer un alto y reflexionar respecto a nuestra forma de ver y de llevar la vida, quizás no todo resulte tan malo y de esta prueba rescatemos cosas buenas, como la convivencia en casa con la familia, leer ese libro que nunca hemos terminado, volver a los orígenes e identificar cuántas cosas tenemos y cuántas son realmente necesarias, entre varias más.

En fin hay que cuidarnos y cuidar de los demás.