Es una casualidad sumamente lamentable que, en la semana más importante para el cristianismo, la Catedral gótica más famosa del mundo, dedicada a la Virgen María, haya sufrido un incendio.
Notre Dame, en español, Nuestra Señora, por estar dedicada a la Virgen María, es una de las principales representaciones del arte gótico, uno de los estilos artísticos que surgen en la Edad Media, que comprende aproximadamente desde los primeros años de la era Cristiana hasta el siglo XV. En lo personal, considero el arte gótico como una de las expresiones del Arte que más sentido y razón de ser le han dado a la humanidad. Este estilo artístico utilizó elementos desde los clásicos griegos y romanos, en conjunto con sus oponentes los bárbaros godos, de donde deriva su nombre: gótico, pues la principal influencia es Nórdica en conjunto con el Cristianismo, curioso e interesante. También tiene algo de filosofía judía y hasta musulmana, porque trataba de conjuntar todo el saber espiritual y cultural de la época. Rompió las reglas de la perfección y encontró la perfección en la no perfección. Según Erwin Panofsky, “la catedral gótica se trata de una suma de saberes, que constituye un conjunto inteligible, que participa de una estructura mental común, Se basa en la idea de totalidad.” Aproximadamente cinco siglos después, inspirados en el arte gótico surge uno de mis movimientos literarios y artísticos preferido: El Romanticismo, un periodo cultural y artístico que tuvo lugar en Europa y América durante el siglo XIX. La libertad autentica, su búsqueda constante.
Notre Dame es una manifestación espiritual y artística de la época medieval Europea, se inicia su construcción en el año de 1163 y se concluyó en el 1345. Con sus más de 800 años observando el paso de la humanidad se convirtió en un símbolo, así como el río que es un símbolo de la vida, ella en una isla del río Sena contempla el paso del tiempo. Un santuario que se convierte en símbolo y un símbolo va mucho más allá de todo su valor monetario y de sus reliquias como la corona de espinas de Jesús, un pedazo de la cruz y un clavo de la Pasión de Cristo, entre muchas más obras de arte que contiene la catedral de Notre Dame, unas se salvan y otras se pierden en el fuego. Ya en 1831, Victor Hugo nos daba una idea del valor simbólico con su libro Nuestra Señora de Paris, una obra literaria que más o menos nos ayuda a entender porque cada año toneladas de turistas en Paris, más de 13 millones de personas al año se aglutinan para ver esta joya arquitectónica.
Aunque las cosas son cosas y no debemos aferrarnos a ellas, ciertamente duele en el alma perderlas cuando cobran vida en el corazón. Recuerdo cuando robaron mis argollas matrimoniales, lo que menos tenía importancia era el oro sino el símbolo de la unión en matrimonio con la persona que amo. Los símbolos dan sentido a la creación. Hace apenas unas semanas mis hijas visitaron la catedral de Notre Dame y me daba tanto gusto verlas en las fotos, como tomando un poco de la magia de esos lugares tan especiales del mundo. Esos días también les tocaron manifestaciones violentas en Paris, que aunque siempre se ha distinguido por su espíritu revolucionario, comentábamos que el mundo está de cabeza, ahora veo que también en llamas, la violencia siempre frena la evolución de la humanidad.