/ domingo 7 de junio de 2020

Mi árbol las paga

(Desde la Capital).

Llevo cubre bocas en público no por mí, sino por ti. Aún soy capaz de pensar que, por mi edad, podría ser asintomático y así transmitir el virus. No tengo temor al virus; quiero ser parte de la solución, no del problema. Por mi cubre-boca, gorra y anteojos, no me creas débil ni estúpido; es simple respeto a los demás. Si piensas como te verías tú y te incomoda lo que otros piensen de ti, imagina ver a alguien de tu familia ahogándose con un respirador; talvez entonces pensaras que, bien pudiste hacer algo más por él y por alguno otro.

Cuando alguien hiperactivo deja su ocupación, su tiempo libre lo dedica a pensar en malorear. Me dio gusto ver que aparentemente mi vecino tenía otra ocupación; con otro vehículo; un camioncito de redilas, sin razón social; blanco, con torretas, como de obras públicas -ED-84-010- antes visto afuera de la falsa comisaría. Igual, lo observé con natural desconfianza. De noche, a la hora de “el chapo”, creyó estaría embobado. Oí el run-run del motor; lo vi subir la calle; no volvió de la oscuridad. -Ahí se pierde a veces con su lanudo perro, la pistola madrugadora- Esperé y salió veloz de lo oscuro; el escondite del que manipula caminantes y al distribuidor de productos de la bodega. Ambos bajaron a velocidad rosando ramas con las redilas.

De repente, el incansable árbol del trueno empezó a tirar hojas a diario. Que lo haga ligeramente en invierno es normal. Esta vez algo le afectó en pleno verano; la caída natural de la flor se añadió. Por eso le apliqué el remedio que paliara una posible descalcificación. Esto aceleró la caída de la pequeña flor volátil que se riega con el más ligero viento. Me obligó a que por las mañanas barriera mi frente y el de las 2 casas vecinas en sentido del viento; buen ejercicio en el aislamiento. Se dio el caso de alguno que me ofreció propina; por supuesto amablemente la rechacé. Como todo lo aprovecha la reacción a mis comentarios en este espacio, fanáticos juzgan por pretextos recaudatorios aprobados en congreso y regiduría, manipulan a los pobres en tácticas de corte psicológico. Controlan lo religioso y el orden público.

Ni la pila del vehículo se descargó sola; ni el árbol se desprendió de ramas con hojas y flor. Enemigos de preservar estos recursos, vandalizaron el medidor del agua sin afectar intereses de la jmas e inculpar a quien reportó fugas del líquido; prohibido a sus lacayos de municipio y estado, que actúan con demás radicales. En mi acera libran 2 autos. Encerrado el mío pueden estacionarse otros. Pero tu perfil hostil debe permanecer. Si sales de casa y regresas cargado, alguien mal estacionado espera; no hay espacio para ti. La monja a bordo -no conduce- pregunta si requieres tu lugar. El conductor vino del templo y regresó a afirmar que me apropio de la acera. Les apoya la policía política y seguridad; como todas, desacreditadas en el mundo.

Ni siquiera los conductores de camiones distribuidores de cilindros de gas y otros más que desarrollan un trabajo de reparto diario operan de forma irresponsable. Ambos con redilas metálicas o de madera, pasan en uno u otro sentido de la calle, retirados de los árboles; procuran no tocar sus ramas. Lo contrario hacen quienes actúan sin duda por consigna de causar perjuicios y regar basura. A propósito: el viernes me dejaron, 1 bote de refresco, 1 bolsa de chetos (vacías) y una fotografía.

(Desde la Capital).

Llevo cubre bocas en público no por mí, sino por ti. Aún soy capaz de pensar que, por mi edad, podría ser asintomático y así transmitir el virus. No tengo temor al virus; quiero ser parte de la solución, no del problema. Por mi cubre-boca, gorra y anteojos, no me creas débil ni estúpido; es simple respeto a los demás. Si piensas como te verías tú y te incomoda lo que otros piensen de ti, imagina ver a alguien de tu familia ahogándose con un respirador; talvez entonces pensaras que, bien pudiste hacer algo más por él y por alguno otro.

Cuando alguien hiperactivo deja su ocupación, su tiempo libre lo dedica a pensar en malorear. Me dio gusto ver que aparentemente mi vecino tenía otra ocupación; con otro vehículo; un camioncito de redilas, sin razón social; blanco, con torretas, como de obras públicas -ED-84-010- antes visto afuera de la falsa comisaría. Igual, lo observé con natural desconfianza. De noche, a la hora de “el chapo”, creyó estaría embobado. Oí el run-run del motor; lo vi subir la calle; no volvió de la oscuridad. -Ahí se pierde a veces con su lanudo perro, la pistola madrugadora- Esperé y salió veloz de lo oscuro; el escondite del que manipula caminantes y al distribuidor de productos de la bodega. Ambos bajaron a velocidad rosando ramas con las redilas.

De repente, el incansable árbol del trueno empezó a tirar hojas a diario. Que lo haga ligeramente en invierno es normal. Esta vez algo le afectó en pleno verano; la caída natural de la flor se añadió. Por eso le apliqué el remedio que paliara una posible descalcificación. Esto aceleró la caída de la pequeña flor volátil que se riega con el más ligero viento. Me obligó a que por las mañanas barriera mi frente y el de las 2 casas vecinas en sentido del viento; buen ejercicio en el aislamiento. Se dio el caso de alguno que me ofreció propina; por supuesto amablemente la rechacé. Como todo lo aprovecha la reacción a mis comentarios en este espacio, fanáticos juzgan por pretextos recaudatorios aprobados en congreso y regiduría, manipulan a los pobres en tácticas de corte psicológico. Controlan lo religioso y el orden público.

Ni la pila del vehículo se descargó sola; ni el árbol se desprendió de ramas con hojas y flor. Enemigos de preservar estos recursos, vandalizaron el medidor del agua sin afectar intereses de la jmas e inculpar a quien reportó fugas del líquido; prohibido a sus lacayos de municipio y estado, que actúan con demás radicales. En mi acera libran 2 autos. Encerrado el mío pueden estacionarse otros. Pero tu perfil hostil debe permanecer. Si sales de casa y regresas cargado, alguien mal estacionado espera; no hay espacio para ti. La monja a bordo -no conduce- pregunta si requieres tu lugar. El conductor vino del templo y regresó a afirmar que me apropio de la acera. Les apoya la policía política y seguridad; como todas, desacreditadas en el mundo.

Ni siquiera los conductores de camiones distribuidores de cilindros de gas y otros más que desarrollan un trabajo de reparto diario operan de forma irresponsable. Ambos con redilas metálicas o de madera, pasan en uno u otro sentido de la calle, retirados de los árboles; procuran no tocar sus ramas. Lo contrario hacen quienes actúan sin duda por consigna de causar perjuicios y regar basura. A propósito: el viernes me dejaron, 1 bote de refresco, 1 bolsa de chetos (vacías) y una fotografía.