/ lunes 19 de agosto de 2019

M A R U

Una lejana tarde de verano nos conocimos; llamaba a nudillos de garganta y de mi diestra, a su puerta, disimulando contar las láminas del techo de un Cine Dorado. Insistí con timidez, ¿qué diría a quien abriera?

Después de varias pausas de silencio se oyó correr el pasador de metal (para nosotros era un tren en libertad). ¡ Hola, mi Món ! -me dijo al verme como si sus pestañas hubieran hablado.

“En esos tiempos, era común ir a casa de los amigos a pedir permiso a la familia para dejarnos salir a jugar en la callejuela.”

  • ¡Hola, Maru! - sabíamos cómo se llamaban todos los vecinos.

¿ Podrá salir Lalito ? – le preguntaba a ella, mientras cruzaba mis dedos para que se concediera. - ¡Sí, ahí viene mí hermano! –nos dijo sonriendo (es su bendita costumbre, la estamos viendo en estos momentos que llegan estos recuerdos). - ¡Pásele, Món! - mi “no, gracias” y ese “aquí lo espero” rechazaron su amable invitación, ¿la razón?...dos “perrhijos” ahí adentro intuyendo la “invasión” de su territorio. Doberman y Pastor, inquietos, escoltaban a Eduardo, que aparecieron atrás de ella. “Lalito”era la clásica imagen en la etiqueta del bote laminado “Chocomil”, así es, un “pancho pantera”, igual que su padre “Tory”- lo siguen siendo para este chaparro.

¡Cuídense, pitando las diez, a recalar todos! ¿oyeroooon? …

Como eco seguimos escuchando las voces de Evita -su mamy-, la tía Anita, su otra hermanita “Yaya”, Maru; y de los “guaruras” que, según nosotros, “nos recordaban el 10 de mayo” por “robarles”al amo, y a su único amor también de ellas. Apresurados huíamos galopando los “caballitos”de pedales

Sincronizado el silbato de la mina con nuestro “bote volado”, regresábamos “sano y salvo” cada uno, “revolcados” como si fuéramos auténticos mineros, con la Gracia Divina, y oraciones de los Nuestros, ante imágenes religiosas sobre el respaldo de esa cama; “éramos tantos que, no cabía otro ronquido más, otro sueño o pesadilla, los “primos” habíamos caído rendidos soñando el futuro. Los papás llegarían más tarde en “tortugas acorazadas” – autos viejos del ¡siglo pasado!; Al de “Tory” le pusieron “El yayo”, al de mi Pá “El taruffi”, y así, cada vecino, le apodaba especialmente a su armatoste. Después de cenar, algunos papás salían a caminar, o al fresco de la noche, sentados cercanos a la puerta. “los de tres turnos, “todo terreno” en bares, y “minas ajenas” perforando vetas, dinamitando su cartera. Solíamos estar convencidos que todo estaba bien, y más, cuando llegaban ante el balcón de “las mamys” a darles gallo con mariachis, ¡que veladas!

Los recuerdos fluyen como el agua-río bajo el puente “calicanto” cercano a nuestras casas. Y ya ves, aquí estamos todos, nadie se ha ido. Continuamos sonriendo, como tú nos has enseñado ante adversidades, bajo esos negros nubarrones que hemos dispersado con ímpetu divino.

Quisimos hacerte esta remembranza, María Eugenia – nuestra MARU- porque es un honor contarte como amiga de toda la vida, y sentirte igual que hermana. Sonríe hermosa, te amamos, “negrita” al igual, a tu linda familia; asegurándote que, todo estará bien, con el favor de Dios. Te abrazamos ¡Besos!

P.D – Ven, vamos a cantar fuerte otra vez” We are the champions”.



Una lejana tarde de verano nos conocimos; llamaba a nudillos de garganta y de mi diestra, a su puerta, disimulando contar las láminas del techo de un Cine Dorado. Insistí con timidez, ¿qué diría a quien abriera?

Después de varias pausas de silencio se oyó correr el pasador de metal (para nosotros era un tren en libertad). ¡ Hola, mi Món ! -me dijo al verme como si sus pestañas hubieran hablado.

“En esos tiempos, era común ir a casa de los amigos a pedir permiso a la familia para dejarnos salir a jugar en la callejuela.”

  • ¡Hola, Maru! - sabíamos cómo se llamaban todos los vecinos.

¿ Podrá salir Lalito ? – le preguntaba a ella, mientras cruzaba mis dedos para que se concediera. - ¡Sí, ahí viene mí hermano! –nos dijo sonriendo (es su bendita costumbre, la estamos viendo en estos momentos que llegan estos recuerdos). - ¡Pásele, Món! - mi “no, gracias” y ese “aquí lo espero” rechazaron su amable invitación, ¿la razón?...dos “perrhijos” ahí adentro intuyendo la “invasión” de su territorio. Doberman y Pastor, inquietos, escoltaban a Eduardo, que aparecieron atrás de ella. “Lalito”era la clásica imagen en la etiqueta del bote laminado “Chocomil”, así es, un “pancho pantera”, igual que su padre “Tory”- lo siguen siendo para este chaparro.

¡Cuídense, pitando las diez, a recalar todos! ¿oyeroooon? …

Como eco seguimos escuchando las voces de Evita -su mamy-, la tía Anita, su otra hermanita “Yaya”, Maru; y de los “guaruras” que, según nosotros, “nos recordaban el 10 de mayo” por “robarles”al amo, y a su único amor también de ellas. Apresurados huíamos galopando los “caballitos”de pedales

Sincronizado el silbato de la mina con nuestro “bote volado”, regresábamos “sano y salvo” cada uno, “revolcados” como si fuéramos auténticos mineros, con la Gracia Divina, y oraciones de los Nuestros, ante imágenes religiosas sobre el respaldo de esa cama; “éramos tantos que, no cabía otro ronquido más, otro sueño o pesadilla, los “primos” habíamos caído rendidos soñando el futuro. Los papás llegarían más tarde en “tortugas acorazadas” – autos viejos del ¡siglo pasado!; Al de “Tory” le pusieron “El yayo”, al de mi Pá “El taruffi”, y así, cada vecino, le apodaba especialmente a su armatoste. Después de cenar, algunos papás salían a caminar, o al fresco de la noche, sentados cercanos a la puerta. “los de tres turnos, “todo terreno” en bares, y “minas ajenas” perforando vetas, dinamitando su cartera. Solíamos estar convencidos que todo estaba bien, y más, cuando llegaban ante el balcón de “las mamys” a darles gallo con mariachis, ¡que veladas!

Los recuerdos fluyen como el agua-río bajo el puente “calicanto” cercano a nuestras casas. Y ya ves, aquí estamos todos, nadie se ha ido. Continuamos sonriendo, como tú nos has enseñado ante adversidades, bajo esos negros nubarrones que hemos dispersado con ímpetu divino.

Quisimos hacerte esta remembranza, María Eugenia – nuestra MARU- porque es un honor contarte como amiga de toda la vida, y sentirte igual que hermana. Sonríe hermosa, te amamos, “negrita” al igual, a tu linda familia; asegurándote que, todo estará bien, con el favor de Dios. Te abrazamos ¡Besos!

P.D – Ven, vamos a cantar fuerte otra vez” We are the champions”.