/ viernes 4 de enero de 2019

Los magos de oriente

Este 6 de Enero conmemoramos a “Los Reyes magos de oriente”, peregrinos provenientes de civilización Persa, al parecer de casta de sabios y nobles, astrólogos y científicos primitivos influyentes en su política local a la altura de los reyes. Ellos identificaron el inusual fenómeno astrológico de una estrella que les representaba al rey que restablecería el orden mundial por medio del derecho y la justicia de Dios. Curioso resultó que aún viviendo en las sombras del Zoroastrismo, la religión predominante en aquellas regiones, respondieron cabalmente al llamado de la luz del Cristo recién nacido.

Llegados donde estaba el niño Jesús, se dieron cuenta que no era un rey como los que gobiernan al mundo quienes muchas veces hunden a los pueblos en la oscuridad de la maldad y de ideologías egoístas sin el bien común. Contemplándole, comprenden que debemos entregarnos nosotros mismos convirtiéndonos en testigos de la verdad, la justicia, la humildad y el perdón; que quiso propagarse a los demás a través nuestro y que el amor debe ser la medida dominante; sólo en ese caminar descubriríamos la manera de cambiar al mundo. Convencidos de su divinidad, le reconocieron y adoraron como Dios.

Tal comparecencia tuvo un profundo sentido teológico del cumplimiento de las profecías que hablan de la misión universal del Redentor. Nada ni nadie pudo permanecer indiferente a su llegada, incluso ateos, judíos y cualquiera religión. Vino a representar a la verdad y a la vida en plenitud sin materialismo ni carnalidad y a mostrarnos que sólo hay un camino y una forma de vivir correcta. Hizo todo nuevo, incluyendo la nomenclatura de los años; en su vida no recorrió una distancia mayor de 400 km desde su lugar de origen y aún así conquistó al mundo instituyendo un legado eterno.

A la fecha, constantemente renunciamos a su amistad y a su llamado; aún no le reconocemos como el líder más grande que ha tenido la humanidad. Está presente en el necesitado y no lo vemos, está en la Biblia y no le leemos, habla a través del Papa, de los sacerdotes, de predicadores, padres y quienes nos estiman y no le escuchamos. Oímos sus enseñanzas pero no comprendemos que él es quien realiza el mayor cambio en nuestra historia. Nos parece nada el pecado; somos una sociedad encerrada en el error, seguimos comiendo frutos prohibidos como el egoísmo, la ambición, la vanidad, la carnalidad, glotonería o embriaguez y no alcanzamos a comprender las ofensas que le hacemos a este Supremo ser llamado también “El Sol de Justicia y Príncipe de la Paz”.

Debemos recordar que ser creyentes es responder apasionadamente a su divino llamamiento. Jesucristo vino a decorar nuestras vidas y a llenarlas de paz y alegría. Debemos sentirnos honrados de seguir a este líder que nos ama. Feliz 2019 a todos ustedes estimados lectores.

Este 6 de Enero conmemoramos a “Los Reyes magos de oriente”, peregrinos provenientes de civilización Persa, al parecer de casta de sabios y nobles, astrólogos y científicos primitivos influyentes en su política local a la altura de los reyes. Ellos identificaron el inusual fenómeno astrológico de una estrella que les representaba al rey que restablecería el orden mundial por medio del derecho y la justicia de Dios. Curioso resultó que aún viviendo en las sombras del Zoroastrismo, la religión predominante en aquellas regiones, respondieron cabalmente al llamado de la luz del Cristo recién nacido.

Llegados donde estaba el niño Jesús, se dieron cuenta que no era un rey como los que gobiernan al mundo quienes muchas veces hunden a los pueblos en la oscuridad de la maldad y de ideologías egoístas sin el bien común. Contemplándole, comprenden que debemos entregarnos nosotros mismos convirtiéndonos en testigos de la verdad, la justicia, la humildad y el perdón; que quiso propagarse a los demás a través nuestro y que el amor debe ser la medida dominante; sólo en ese caminar descubriríamos la manera de cambiar al mundo. Convencidos de su divinidad, le reconocieron y adoraron como Dios.

Tal comparecencia tuvo un profundo sentido teológico del cumplimiento de las profecías que hablan de la misión universal del Redentor. Nada ni nadie pudo permanecer indiferente a su llegada, incluso ateos, judíos y cualquiera religión. Vino a representar a la verdad y a la vida en plenitud sin materialismo ni carnalidad y a mostrarnos que sólo hay un camino y una forma de vivir correcta. Hizo todo nuevo, incluyendo la nomenclatura de los años; en su vida no recorrió una distancia mayor de 400 km desde su lugar de origen y aún así conquistó al mundo instituyendo un legado eterno.

A la fecha, constantemente renunciamos a su amistad y a su llamado; aún no le reconocemos como el líder más grande que ha tenido la humanidad. Está presente en el necesitado y no lo vemos, está en la Biblia y no le leemos, habla a través del Papa, de los sacerdotes, de predicadores, padres y quienes nos estiman y no le escuchamos. Oímos sus enseñanzas pero no comprendemos que él es quien realiza el mayor cambio en nuestra historia. Nos parece nada el pecado; somos una sociedad encerrada en el error, seguimos comiendo frutos prohibidos como el egoísmo, la ambición, la vanidad, la carnalidad, glotonería o embriaguez y no alcanzamos a comprender las ofensas que le hacemos a este Supremo ser llamado también “El Sol de Justicia y Príncipe de la Paz”.

Debemos recordar que ser creyentes es responder apasionadamente a su divino llamamiento. Jesucristo vino a decorar nuestras vidas y a llenarlas de paz y alegría. Debemos sentirnos honrados de seguir a este líder que nos ama. Feliz 2019 a todos ustedes estimados lectores.