/ miércoles 15 de julio de 2020

Lenguaje: la resiliencia de la colectividad

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

John Donne


El día de ayer por la noche asistí a la conferencia dictada por el lingüista y antropólogo dominicano egresado de la Universidad de Harvard Leonardo Nin. Un espacio virtual nos albergó por más de una hora y media. Pudo prolongarse, sin embargo, los asistentes sentados frente a un aparato electrónico nos encontrábamos en distintas latitudes. Unos en Europa estaban en vigilia, mientras los que nos ubicamos en América esperábamos la cena. Reunidos junto a una fogata para escuchar y mirarnos. Solo así podemos permanecer unidos, conscientes que como humanidad tenemos más semejanzas que diferencias.

Es entonces que el tema de la charla cobra especial relevancia. “Según la teoría aristotélica del lenguaje parte de una consideración concreta del mismo; para Aristóteles, el lenguaje es símbolo de los estados del alma, que son los mismos para todos los hombres, así como las cosas a las que tales estados del alma corresponden, aunque las palabras habladas y escritas difieran según cada cultura.” Si bien es cierto el ser humano pertenece al reino animal. Debemos reconocer que la frase “el hombre como ser biopsicosocial” adquiere importancia en estos momentos de pandemia. El hombre, un ser vivo con un organismo complejo, producto de una evolución biológica y de la evolución cultural efectuada en interacción con otros seres humanos.

Las palabras “aislamiento preventivo, confinamiento y cuarentena” han marcado estos meses. Las interacciones se modificaron: de lo presencial a lo virtual. en los años 80 se decía que aquellos países que no se informatizaban serían los subdesarrollados del futuro. Y hubo razón en esa premonición.

Ante la complejidad de la situación mundial en la que estamos inmersos, vale la pena recordar lo que mencionaba Chomsky: “El lenguaje es una capacidad exclusiva del hombre, (no hay lenguaje animal).” Es entonces que la impronta genética que subyace nos permite reconocer que todas las lenguas son una manifestación de la misma capacidad, independientemente de los conceptos y categorías culturales que codifiquen por haberse desarrollado en un determinado espacio físico y social. Por lo tanto, los logotipos de las marcas famosas, los distintivos de las redes sociales, las imágenes que aparecen cuando estamos frente a un ordenador, son un dardo dirigido específicamente al cerebro reptiliano, que primitivo responde a los estímulos de manera natural.

El lenguaje nos permite superar las circunstancias desfavorables que enfrentamos. Fue así que nos reunimos de manera remota para poder escuchar y compartir.


Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

John Donne


El día de ayer por la noche asistí a la conferencia dictada por el lingüista y antropólogo dominicano egresado de la Universidad de Harvard Leonardo Nin. Un espacio virtual nos albergó por más de una hora y media. Pudo prolongarse, sin embargo, los asistentes sentados frente a un aparato electrónico nos encontrábamos en distintas latitudes. Unos en Europa estaban en vigilia, mientras los que nos ubicamos en América esperábamos la cena. Reunidos junto a una fogata para escuchar y mirarnos. Solo así podemos permanecer unidos, conscientes que como humanidad tenemos más semejanzas que diferencias.

Es entonces que el tema de la charla cobra especial relevancia. “Según la teoría aristotélica del lenguaje parte de una consideración concreta del mismo; para Aristóteles, el lenguaje es símbolo de los estados del alma, que son los mismos para todos los hombres, así como las cosas a las que tales estados del alma corresponden, aunque las palabras habladas y escritas difieran según cada cultura.” Si bien es cierto el ser humano pertenece al reino animal. Debemos reconocer que la frase “el hombre como ser biopsicosocial” adquiere importancia en estos momentos de pandemia. El hombre, un ser vivo con un organismo complejo, producto de una evolución biológica y de la evolución cultural efectuada en interacción con otros seres humanos.

Las palabras “aislamiento preventivo, confinamiento y cuarentena” han marcado estos meses. Las interacciones se modificaron: de lo presencial a lo virtual. en los años 80 se decía que aquellos países que no se informatizaban serían los subdesarrollados del futuro. Y hubo razón en esa premonición.

Ante la complejidad de la situación mundial en la que estamos inmersos, vale la pena recordar lo que mencionaba Chomsky: “El lenguaje es una capacidad exclusiva del hombre, (no hay lenguaje animal).” Es entonces que la impronta genética que subyace nos permite reconocer que todas las lenguas son una manifestación de la misma capacidad, independientemente de los conceptos y categorías culturales que codifiquen por haberse desarrollado en un determinado espacio físico y social. Por lo tanto, los logotipos de las marcas famosas, los distintivos de las redes sociales, las imágenes que aparecen cuando estamos frente a un ordenador, son un dardo dirigido específicamente al cerebro reptiliano, que primitivo responde a los estímulos de manera natural.

El lenguaje nos permite superar las circunstancias desfavorables que enfrentamos. Fue así que nos reunimos de manera remota para poder escuchar y compartir.